Notas de un amor olvidado

Capítulo 5 - La Canción del Sueño

Aiden Blackwood

Theo me miró fijamente, tamborileando los dedos sobre la mesa, con una mezcla de escepticismo e interés en sus ojos.

—Bien, Blackwood. —Se cruzó de brazos—. Dijiste que fue tu primer sueño con ella. ¿Qué hay del segundo?

Me quedé en silencio un momento, recordando.

—Fue diferente.

—¿Diferente cómo?

—No estábamos en el teatro.

—¿Y dónde estaban?

Cerré los ojos por un instante, dejando que la imagen regresara a mi mente.

—En una casa. No sé si era la mía o la suya, pero había un piano… el mismo del primer sueño.

—¿Y ella?

—Bailaba otra vez. Pero esta vez… había algo distinto en la forma en la que se movía.

Theo frunció el ceño.

—¿Distinto en qué sentido?

—Era más lento, más… íntimo. Como si estuviera bailando solo para mí.

—Dios, Aiden. Si esto fuera una película, estaríamos entrando en terreno cursi.

Ignoré su comentario.

—Había una canción.

Theo levantó una ceja.

—¿Otra vez con la música?

—Sí, pero esta vez no era solo el piano.

—¿Entonces?

—Cantaba.

Theo casi escupe el café.

—¿Tú cantabas?

Asentí.

—¿Y qué cantabas?

—No lo sé. —Fruncí el ceño—. Es lo más extraño. Mientras soñaba, la letra tenía sentido. Pero cuando desperté… desapareció.

—Eso suena frustrante.

—Lo es. Pero…

De repente, algo se removió en mi memoria. Como una chispa que había estado esperando encenderse.

—Pero, ¿qué? —preguntó Theo, notando mi expresión.

Mi respiración se aceleró. Algo dentro de mí tiraba de ese recuerdo, como si la melodía aún flotara en algún rincón de mi mente. Sin pensar, empecé a tararearla.

Theo me observó en silencio, expectante.

Y entonces, sin esfuerzo, las palabras llegaron.

Mi voz salió baja al principio, como si estuviera probando un recuerdo olvidado.

"Eres la sombra en mi piel…"

Mi pecho se apretó. Sentía que mi corazón latía con cada sílaba.

"Eres el eco en mi voz…"

Mi garganta se cerró por la emoción, pero seguí.

"Bailas en cada latido… y aunque no estés… sigues aquí."

Theo me miraba fijamente, completamente inmóvil.

—Joder… —susurró.

Mi propia piel se erizó.

—Aiden, dime que acabas de inventar eso.

Negué lentamente.

—No.

—¿Entonces de dónde demonios salió?

Tragué saliva.

—No lo sé.

Nos quedamos en silencio un momento.

Theo se pasó una mano por el cabello, claramente perturbado.

—Esto ya no es normal, Aiden.

—Nunca lo fue.

—No, me refiero a que… —Hizo un gesto frustrado—. ¿Cómo puedes recordar la letra de una canción que nunca escribiste?

—Porque no la escribí en esta vida.

Las palabras salieron antes de que pudiera procesarlas.

Theo me miró como si acabara de decir que era un maldito fantasma.

—Tío… estás diciendo que escribiste esa canción en otra vida.

—Sí.

—Mierda.

—Exactamente.

Se frotó la cara con ambas manos y soltó un resoplido.

—Vale… vale… Esto es demasiado. Pero hay algo que no podemos negar.

—¿Qué?

—Si pudiste recordar una canción… tal vez puedas recordar más.

Me quedé callado, sintiendo la verdad de sus palabras.

Tal vez tenía razón.

Tal vez los sueños eran solo el principio.

Y tal vez, en algún rincón de esta ciudad, ella también estaba soñando conmigo.




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