Aiden Blackwood
El silencio entre Theo y yo era espeso, como si las palabras de mi sueño aún flotaran en el aire. Sentía la presión en el pecho, esa sensación de algo atrapado en mi mente, algo que quería salir.
Y entonces, de la nada, la melodía volvió.
Golpeó mi cabeza como un trueno.
Las palabras, cada nota… todo estaba ahí.
—Theo… —Mi voz apenas salió en un susurro.
—¿Qué pasa? —Su tono cambió al instante.
Me llevé una mano a la sien.
—La canción.
—¿Qué?
—Puedo escucharla… toda.
Theo se enderezó en su asiento.
—¿Cómo que toda?
Levanté la mirada hacia él y sin pensarlo, empecé a cantar.
Mi voz salió suave al principio, probando cada nota, cada palabra que hasta hace unos minutos estaban perdidas en mi cabeza.
—"Bailas en la luz de la luna…"
Theo se quedó congelado.
—"Te mueves con el viento, como un susurro en mi piel."
Las palabras fluían sin esfuerzo. Era como si no las estuviera recordando, sino reviviéndolas.
—"Tu risa es la melodía que me despierta…"
Mi pecho se apretó cuando la siguiente línea escapó de mis labios.
—"Y en mis sueños… sigues aquí."
Theo reaccionó de golpe, sacando un cuaderno y un bolígrafo.
—¡Sigue cantando! —dijo apresuradamente mientras empezaba a escribir.
No podía detenerme aunque quisiera.
—"Si te pierdes en la oscuridad, seguiré la música hasta encontrarte."
Mis manos temblaban. Las imágenes de mi sueño pasaban por mi mente, como si estuviera allí de nuevo.
—"Si el tiempo nos separa, cantaré hasta que vuelvas a mí."
Theo seguía escribiendo frenéticamente, sus ojos iban del papel a mí, incrédulo.
—Aiden… —murmuró.
Pero no podía detenerme.
Porque en mi mente, la veía.
Esa figura borrosa, esa bailarina de mis sueños.
Y su voz… su voz cantando conmigo.
—"Aunque el mundo se derrumbe, aunque todo se apague…"
Cerré los ojos y la última línea escapó de mis labios como una plegaria.
—"Nuestra canción nunca morirá."
El eco de mi voz quedó suspendido en la habitación.
Cuando abrí los ojos, Theo me miraba como si acabara de ver un fantasma.
—Dime que eso no acaba de pasar. —Su voz era apenas un susurro.
Mi garganta estaba seca, mi corazón golpeaba contra mi pecho.
—Acaba de pasar.
Theo bajó la mirada al cuaderno donde había garabateado la letra.
—Aiden… —Pasó una mano por su rostro—. Esto es una locura.
Yo solo podía asentir.
Porque en ese momento, supe que no había vuelta atrás.
tenía que encontrarla.
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Editado: 14.03.2025