Notas de un amor olvidado

CAPITULO 9- El Árbol de los Recuerdos

Aiden Blackwood

El teléfono seguía en mi oído, pero mi mente estaba lejos, viajando de nuevo hacia el sueño. La imagen del árbol, sus ramas extendidas hacia el cielo, sus hojas susurrando al viento… todo estaba claro en mi mente.

—Theo… —mi voz salió un poco rasposa, como si no hubiera dormido en días—. Era un árbol grande, con ramas fuertes. No como esos árboles del centro de la ciudad. Este era diferente.

Theo suspiró del otro lado de la línea, y pude escuchar cómo se sentaba frente a su computadora. Sabía lo que iba a hacer.

—Aiden, descríbeme el árbol. Quiero que lo describas con cada detalle.

—¿Qué? —respondí confundido.

—Quiero saber cómo es. Si lo ves en tu mente, tal vez podamos encontrar algo parecido.

Me quedé en silencio un momento, dándole vueltas a la idea.

—Bien... —dije finalmente. —El tronco era grueso, oscuro, como si estuviera cubierto de cicatrices del tiempo. Era… viejo. Muy viejo. Las ramas eran largas, extendiéndose hacia el cielo, como si quisieran alcanzar las estrellas. Las hojas eran grandes, pero no de esas que caen fácilmente. No, estas eran fuertes, fuertes como la memoria. Y estaba lleno de luz, Theo. Había luces pequeñas, titilantes, como si fueran estrellas bajando al suelo.

—¿Luz? —La voz de Theo se alzó con curiosidad. —¿Luces alrededor del árbol?

—Sí. Como si fueran luciérnagas, pero más brillantes. No sé, Theo, pero me sentí como si estuviera en un sueño, rodeado de todo eso.

Pude escuchar los sonidos del teclado de Theo mientras tecleaba rápidamente. Estaba buscando algo.

—Voy a ver qué encuentro. —dijo él. —¿Era el tipo de árbol que te acuerdas de ver en algún lado, o es algo más… único?

—No lo sé. —Respondí, tratando de organizar mis pensamientos—. Nunca vi un árbol así antes. Aunque, en el sueño, me parecía tan… familiar, como si siempre hubiera estado allí.

—Interesante… —murmuró Theo, y el sonido del teclado continuó por un par de minutos—. Ok, encontré algo.

Mi corazón empezó a latir con fuerza, sin saber qué esperar.

—¿Qué encontraste?

—Bueno, hay varios tipos de árboles antiguos que podrían coincidir con tu descripción, pero uno en particular se destaca. —Theo leyó algo en voz alta, su tono era serio. —Este tipo de árbol es conocido como ‘El Roble de los Deseos’. En algunos lugares, se dice que es el árbol bajo el cual se realizan bailes de la vida y la muerte. Y, en algunas culturas, se cree que aquellos que bailan bajo su sombra pueden recordar vidas pasadas.

Mi respiración se detuvo por un momento, como si las palabras de Theo hubieran golpeado directamente mi pecho.

—Eso… eso suena a una locura. —Dije, aunque algo en mi interior me decía que no era coincidencia.

—Lo sé. —Respondió Theo con tono pensativo—. Pero, Aiden, esto es lo que encontré. Y si el árbol que viste es como el ‘Roble de los Deseos’, tal vez este sueño no sea solo un sueño.

Yo no podía responder de inmediato. Mis pensamientos se confundían entre lo que sabía y lo que estaba descubriendo. ¿Qué significado tenía esto? ¿Por qué un árbol, y por qué en mis sueños?

—Aiden, si esto es real… si lo que has estado soñando es algo más que eso, tal vez deberíamos investigar más. —Theo pausó—. Tal vez deberías ir a buscar este árbol.

Mis pensamientos volvieron a la imagen del árbol. La sensación de estar bailando, tocando el violín, y esa sensación de felicidad profunda y tranquila.

—¿Crees que debería ir a buscarlo? —pregunté, aún dudando.

—Aiden, tienes que ir. —Su voz estaba llena de determinación. —Si el árbol realmente existe, tal vez te ayude a recordar más cosas. Y si no lo hace… entonces al menos sabrás que lo intentaste.

Un suspiro se escapó de mi boca mientras me echaba atrás en la silla.

—Está bien. Iré. —La decisión salió de mis labios con más firmeza de la que sentía en mi pecho.

—Voy a ayudarte a encontrarlo. —dijo Theo, su voz volviendo a la normalidad—. Te mandaré la información sobre el lugar. Y tal vez sea un buen momento para investigar un poco sobre este “Roble de los Deseos”.

—Gracias, Theo. —respondí, mientras me quedaba mirando al techo, pensando en lo que acababa de descubrir.

La sensación de que algo grande estaba por suceder era palpable.

—Nos vemos luego. —dijo Theo. —Y Aiden… cuidado con lo que encuentres.

Colgué el teléfono y me quedé allí, pensando en ese árbol, en las luces, en ella. En la bailarina.

¿Quién era realmente?

Y, más importante aún, ¿por qué estaba regresando a mí?




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