Notas de un amor olvidado

Capítulo 14 - La Duda del Encuentro

El aplauso resonaba en el teatro, una ovación que parecía no tener fin. Yo seguía en el centro del escenario, mi cuerpo aún tembloroso por la intensidad de la danza y la música. Las luces parpadeaban a mi alrededor, y aunque las miradas de la audiencia me acariciaban, mi mente seguía perdida, como flotando en un mar de preguntas. El chico, Aiden, me miraba con una intensidad que no entendía. Había algo en sus ojos, algo familiar, pero la confusión me envolvía.

Me acerqué lentamente, mi corazón latiendo a mil por hora. La última nota se desvaneció en el aire, y el murmullo de la multitud parecía diluirse. La única persona que existía para mí en ese momento era él. Pero, ¿por qué? ¿Por qué me sentía tan extraña?

—¿Nos conocemos? —pregunté, mi voz apenas un susurro.

Mis palabras flotaron en el aire, pero antes de que Aiden pudiera responder, una mano firme lo agarró del brazo.

—¡Vamos! —Theo, su amigo, lo había alcanzado y, en un parpadeo, lo estaba arrastrando hacia los pasillos del escenario.

Mi corazón dio un vuelco. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué huían?

—¡¿Qué estás haciendo?! —grité, mirando a Theo, pero él ya había arrastrado a Aiden por completo, perdiéndose entre las sombras de la parte trasera del teatro.

La seguridad empezó a acercarse rápidamente, sus pasos resonando contra el suelo de mármol. ¿Cómo se habían colado aquí? ¿Quiénes eran? Mi mente comenzó a girar, pero no pude pensar en nada más cuando vi a Theo girarse una última vez y dirigirme una mirada fugaz.

—¡No los sigas! —me dijo, en un susurro que alcanzó mis oídos mientras se alejaban.

La confusión me envolvía, y en un impulso, decidí quedarme donde estaba. Algo dentro de mí me decía que no debía seguirlos, pero una sensación extraña me decía que tal vez debería haberlo hecho. Miré hacia el escenario vacío, los ecos del violín aún resonando en mi cuerpo. Algo no encajaba.

Y entonces, en un intento por calmar mis pensamientos, traté de ignorar esa sensación de familiaridad que se había apoderado de mí. Pero no pude. Porque, aunque intenté racionalizarlo, algo dentro de mí sabía que esa respuesta, esa conexión inexplicable, seguía ahí, a pesar de que mi mente la rechazaba.

Me sentía incómoda, incómoda con lo que había sucedido. La forma en que mi cuerpo había respondido a la melodía, la manera en que lo había mirado. Todo era extraño, y me sentía vulnerable. Había algo en Aiden que no me gustaba, algo que me hacía pensar que este encuentro no era accidental.

—¿Por qué tengo que sentirme así? —murmuré para mí misma, mientras mi respiración comenzaba a calmarse.

Miré hacia la multitud, ahora dispersa, y me obligué a sonreír. No podía dejar que algo tan ridículo me desconcertara. “Es solo un chico raro”, pensé, decidiendo ignorar la extraña sensación que persistía. Lo que acababa de ocurrir, lo que había sentido… No quería darle más vueltas.

Sin embargo, algo en mi interior seguía diciendo lo contrario. Algo en mis entrañas me decía que, a pesar de mis esfuerzos por ignorarlo, este chico, Aiden, no era alguien que pudiera simplemente dejar ir. Pero no quería pensar en ello. No podía.

Así que, con una última mirada hacia la oscuridad en la que Aiden y Theo se habían desvanecido, volví a la realidad. Me dirigí al vestidor, donde la calma me envolvió momentáneamente, y me obligué a no pensar más en lo que había pasado. Sin embargo, algo seguía latiendo dentro de mí, algo que no podía callar. Pero, por ahora, preferí ignorarlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.