—No voy a seguir detrás de ella, Theo. —Dije con una voz que no sonaba tan firme como querría, pero que al menos no estaba llena de dudas.
Theo me miró, claramente confundido.
—¿Qué? Aiden, ¿por qué? ¡Eso fue una señal, una oportunidad! Ella estaba ahí, te estaba escuchando, ¿no ves? —Exclamó, frunciendo el ceño mientras se ponía de pie, dejando caer su teléfono sobre la banca.
Suspiré y me apoyé en un árbol cercano. Sentía la brisa suave acariciar mi rostro, pero no podía escapar de la sensación de estar atrapado en este juego de recuerdos y esperas. ¿Por qué no podía recordar todo? ¿Por qué no podía simplemente ir hacia ella y decirle todo lo que sentía? Pero no, no podía.
—No puedo hacer eso. No ahora. —Respondí, tomando una respiración profunda. —Ella no me recuerda, Theo. No puede. No sabe nada de mí. No sabe quién soy. Y no quiero ser ese tipo de persona, el que la persigue sin razón. No quiero ser un acosador, no quiero que piense que soy extraño.
—Pero Aiden, todo lo que viviste con ella, todo lo que sientes… ¡Ella tiene que recordarte! —Theo insistió, caminando hacia mí, visiblemente frustrado por mi decisión.
—Lo sé, lo sé… —Suspiré de nuevo, mi voz ahora más baja, como si no quisiera decir lo que sentía en voz alta. —Pero yo ya la esperé en otra vida. No voy a forzar nada. Si el destino quiere que lo recuerde, lo hará. Así como esperé por ella antes, voy a hacerlo ahora. Porque no importa cuánto me duela… Yo sé que ella es mi mariposa.
Theo se quedó en silencio por un momento, sus ojos mirando el suelo mientras procesaba mis palabras. No era fácil para él entenderlo, ni siquiera para mí. Pero sabía que mi corazón ya lo había decidido.
—Aiden, no puedo decir que lo entienda, pero… —Theo comenzó, su tono algo más suave. —Si lo que haces te hace sentir bien, si eso te da paz, entonces… tienes mi apoyo.
Lo miré, agradecido por su comprensión. Sabía que era difícil para él verme sufrir, pero también entendía que este era algo que debía hacer por mí mismo. No podía apresurar las cosas, no podía correr hacia algo que todavía no estaba listo para suceder.
—Gracias, Theo. Lo aprecio. —Le dije con una pequeña sonrisa, aunque mi corazón seguía agitado.
Nos quedamos en silencio por un rato, observando el sol ponerse lentamente. La ciudad a nuestro alrededor seguía viva, las personas caminando, charlando, sin saber lo que estaba sucediendo en mi interior. Yo tenía esta esperanza silenciosa, un sentimiento de que, en algún lugar del futuro, ella también sentiría lo que yo sentía.
—No te preocupes, Aiden. Si alguna vez lo recuerda, sabrás que fue porque estaba destinado a ser así. No te desesperes. —Dijo Theo finalmente, con una sonrisa amistosa.
—Lo sé, pero a veces, Theo… siento que estoy perdiendo algo muy importante. —Respondí en voz baja, más para mí mismo que para él.
Theo me dio una palmada en la espalda, el gesto reconfortante que siempre sabía que me ayudaría a seguir adelante.
—Bueno, ya veremos qué pasa. Pero por ahora, ¿qué te parece si vamos a tomar algo? Mañana es otro día, y tienes que descansar.
Asentí, sabiendo que a veces la mejor opción era dejar las cosas en las manos del tiempo. Ya no tenía sentido obsesionarme. Ella aparecería cuando tuviera que aparecer, y si me necesitaba, yo estaría ahí, como siempre lo estuve.
El resto de la tarde pasó tranquilamente, pero mi mente seguía revoloteando alrededor de lo que acababa de vivir. Lo cierto es que la había visto, la había escuchado, pero aún no sabía cómo todo eso encajaba. Todavía me quedaba un largo camino por recorrer.
—Si el destino quiere que te recuerde, lo hará. —Me repetí en silencio mientras caminábamos juntos por las calles tranquilas de la ciudad.
Mientras tanto, el eco de la melodía seguía sonando en mi cabeza. Sabía que no importaba cuánto tiempo pasara. Yo la esperaría.
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Editado: 14.03.2025