El aire fresco de la mañana me rodeaba mientras caminaba por el parque, buscando algo de paz en medio de la agitación constante que había estado marcando mis días últimamente. Sentía la presión de las representaciones, los ensayos interminables, la carga de ser siempre la mejor. Pero algo extraño sucedió cuando pasé por la pequeña plaza donde Aiden estaba tocando. De alguna manera, la melodía me atrapó.
Lo escuché antes de verlo, esa guitarra que parecía hablar directamente a mi alma, como si no fuera solo una canción cualquiera, sino algo mucho más profundo. Mis pasos se detuvieron involuntariamente. No estaba segura de por qué, pero algo me impulsaba a quedarme allí, en la sombra de un árbol cercano, escuchando cada acorde, cada nota que salía de sus manos. Cerré los ojos por un momento, dejándome llevar por la melodía que parecía tan familiar, como si hubiera escuchado esa canción en algún otro lugar, en algún otro tiempo.
Sin pensarlo, mis labios comenzaron a moverse, de forma casi inconsciente, siguiendo el ritmo de la música. La melodía fluía de mí sin esfuerzo, como si mi cuerpo recordara algo que mi mente no podía alcanzar. Me sentía extraña, como si estuviera conectada a algo más allá de mi control.
—¿Qué está pasando? —murmuré, mientras me apartaba de la sombra y trataba de recomponerme. Mi mente comenzó a llenarse de dudas. ¿Estaba loca? ¿Cómo podía recordar una canción que nunca había oído?
Me sacudí los pensamientos. No, esto no tiene sentido. Tal vez era solo una coincidencia, una melodía que mi cerebro había asociado con algo más. Quizá simplemente me estaba dejando llevar por la música, como siempre lo hacía. Pero algo en mi interior me decía que había algo más, algo que no podía explicar.
Me di la vuelta, decidida a irme antes de que me dejara envolver por esa sensación extraña, cuando vi a Aiden por primera vez. Estaba allí, sentado en el banco, con su guitarra en las manos, mirando al frente como si estuviera perdido en sus propios pensamientos. Era curioso cómo nunca lo había notado antes, a pesar de que siempre había estado en la misma ciudad. No entendía por qué ahora parecía ser tan importante.
Respiré hondo y sacudí la cabeza. No lo pienses más, Odette. Tomé una decisión rápida. Debía regresar al teatro. Había ensayos que me esperaban, y no podía perder el enfoque. La música y el baile eran todo para mí.
Horas más tarde, ya en el camerino, me encontraba preparándome para la siguiente función. El maquillaje estaba en su lugar, el vestuario listo, pero mi mente seguía vagando hacia esa melodía. Sin poder evitarlo, comencé a ensayar, dejando que el movimiento de mis pies siguiera el ritmo de una danza que no había planeado. Cada paso parecía encajar con los recuerdos borrosos que habían comenzado a invadir mi mente.
Miré al espejo, vi mi reflejo, pero no reconocía completamente a la persona que veía. No era solo la bailarina que el público aclamaba, ni la Odette que todos conocían. Era algo más profundo. Algo que había olvidado, algo que estaba a punto de descubrir. Sin darme cuenta, estaba moviéndome con una gracia que no recordaba tener, siguiendo una coreografía en mi mente que no estaba escrita en ninguna parte.
¿Por qué todo esto se siente tan familiar?
El eco de la melodía que había escuchado en el parque volvió a mi mente, y no pude evitar sonreír mientras giraba y saltaba, casi como si estuviera bailando con alguien más. Unos pasos hacia adelante, luego giraba, como si una presencia invisible estuviera guiando mis movimientos. Mis ojos cerrados, mi cuerpo dejándose llevar, todo parecía tener sentido. Me sentí completa en ese instante.
La puerta se abrió de repente, y una de mis compañeras de danza entró, interrumpiendo mi trance.
—Odette, ¿te encuentras bien? —me preguntó, mirando mi rostro lleno de concentración.
Me detuve inmediatamente, abriendo los ojos y regresando al presente.
—Sí, solo... estaba ensayando. —respondí, algo desorientada. —Tengo que estar lista para el show.
Mi compañera me sonrió con comprensión, sin preguntar más. Mientras ella se preparaba para salir, yo me quedé allí, mirando al espejo, preguntándome por qué esa canción, esa melodía, no dejaba de rondar mi mente.
¿Qué significa todo esto?
Mi cuerpo reaccionó de manera instintiva, y aunque mi mente se resistía a aceptar lo que estaba pasando, no podía evitar la sensación de que algo más grande estaba ocurriendo. Algo que tenía que ver con Aiden, con esa melodía, con esa conexión inexplicable.
Lo único que sabía con certeza era que, aunque no lo entendiera aún, debía seguir buscando las respuestas.
#1227 en Fantasía
#147 en Paranormal
#52 en Mística
reencarnación, dioses romance fantasia, reencarnaciones dioses maldiciones
Editado: 14.03.2025