Capítulo 21- Un eco en el tiempo

Aiden

—No puedes seguir así, hermano.

Theo se dejó caer en la silla frente a mí, en el pequeño cuarto de hotel que habíamos alquilado por unos días. Yo estaba sentado en la cama, guitarra en mano, dejando que mis dedos recorrieran las cuerdas sin pensar. La melodía que había estado atormentándome toda la noche volvía a tomar forma.

—No sé qué quieres que haga —murmuré sin levantar la vista—. No puedo obligarla a recordar.

Theo suspiró y pasó una mano por su cabello despeinado.

—Lo sé, pero tampoco puedes simplemente esperar a que pase un milagro. Quizás nunca lo haga.

Levanté la mirada y le lancé una mirada dura.

—Si la esperé en otra vida, puedo hacerlo en esta.

Mi mejor amigo se pasó la lengua por los dientes, como si estuviera debatiendo si decirme algo o no. Finalmente, se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas.

—Escucha, lo que digo es que tal vez puedas ayudarla… sin que se dé cuenta.

Fruncí el ceño.

—¿De qué hablas?

Theo se encogió de hombros.

—Graba la canción. Graba una de las canciones que compusiste para ella. Si la escuchó en otra vida, si su alma la recuerda, quizás algo en su interior se despierte.

El aire pareció quedarse atrapado en mis pulmones.

—Eso es una locura.

—¿Más loco que todo lo que está pasando? —Theo me miró con una ceja arqueada—. Vamos, Aiden. No puedes perseguirla como lo hiciste en la otra vida, pero puedes hacer que tu música la persiga a ella.

Las palabras golpearon algo dentro de mí.

Hacer que mi música la persiga…

Tragué saliva.

Era una locura. Una absoluta locura.

Pero… ¿y si funcionaba?

Deslicé los dedos sobre las cuerdas y empecé a tocar la melodía que había compuesto para ella. Theo sonrió.

—Conozco a alguien que puede ayudarnos a grabarla.

Mi pecho se llenó de una extraña emoción.

Tal vez… solo tal vez… aún había una forma de hacer que mi mariposa recordara.