Aiden se quedó en la orilla del lago por un largo rato, la calma que lo había invadido después de la conversación con la señora mayor se mantenía, pero había algo más profundo, algo que seguía resonando en su interior. Las palabras de la señora se habían grabado en su mente con una claridad aterradora. El amor no se mide por el recuerdo, había dicho. Lo que importa es lo que tú sientes por ella.
Nunca había considerado que el amor podía ser tan trascendente, tan inmortal, incluso cuando no era correspondido, cuando la memoria de la persona amada desaparecía. La señora había hablado de un precio muy alto, de un sacrificio en el que el amor verdadero era la única recompensa. Aiden no sabía cómo seguir adelante con ese peso, pero la comprensión de que quizás no estaba solo en su sufrimiento le dio un respiro. No tenía que encontrar una salida, solo vivir con el amor, seguir amando, sin esperar nada a cambio.
Se levantó lentamente, con la mente llena de pensamientos y el alma algo más tranquila. No sabía si encontraría a Odett en esta vida, o si tendría que esperar más de lo que ya había esperado, pero algo en él había cambiado. Estaba dispuesto a ser fuerte, no por él, sino por ella, por el amor que sentía por ella.
Caminó por la orilla del lago, observando las estrellas reflejadas en el agua, sintiendo que la respuesta a sus preguntas aún estaba flotando en el aire. Se quedó allí, perdido en sus pensamientos, hasta que el sonido de unos pasos acercándose interrumpió su tranquilidad.
Era Theo. El amigo que había estado a su lado todo este tiempo, que lo había apoyado en sus momentos de dolor y desesperación, lo encontró ahí, pensativo, como si estuviera buscando algo más que respuestas.
—Aiden... —llamó Theo con suavidad, acercándose a él con una expresión preocupada. —¿Estás bien?
Aiden no dijo nada al principio. Simplemente miró a Theo, quien estaba de pie frente a él, con la mirada fija en el lago, observando las mismas estrellas.
—Estoy bien, —respondió finalmente Aiden, pero su voz sonaba diferente. Había una calma que antes no estaba allí. —Solo... estaba pensando en todo lo que ha pasado. Todo lo que... aún siento por ella.
Theo lo miró, sin decir nada por un momento. Sabía que la lucha interna de Aiden era algo profundo, algo que no podía comprender completamente, pero había aprendido a escuchar y estar allí para su amigo.
—A veces, Aiden, las cosas no suceden como uno espera, —dijo Theo, con un tono reflexivo. —Pero el hecho de que sigas luchando, de que sigas creyendo en ella, en el amor que sientes, eso es lo que importa. No tienes que entenderlo todo, solo tienes que seguir adelante.
Aiden lo miró por un momento, viendo en los ojos de Theo una comprensión que no había visto antes. Era como si, de alguna manera, su amigo entendiera que el dolor no siempre tiene explicación, que hay amores que trascienden el tiempo y que a veces uno solo tiene que aceptarlo, aunque no le guste.
—¿Y qué pasa si no lo logro, Theo? —preguntó Aiden, su voz temblando ligeramente. —¿Y si en esta vida nunca la recuerdo? ¿Y si ella nunca me recuerda?
Theo se acercó un poco más, colocando una mano en su hombro.
—Entonces, amigo, no habrás perdido nada. Habrás vivido tu vida, habrás amado, y eso es más que suficiente. No tienes que cargar con el peso de todo el universo. Si en algún momento ella te recuerda, entonces será el momento perfecto. Pero no te castigues esperando lo imposible. Hazlo por ti mismo, no por lo que podría haber sido.
Aiden cerró los ojos, sintiendo el peso de las palabras de Theo calar en su alma. La presión que había estado cargando sobre sus hombros, la sensación de que debía tener todas las respuestas y entender todos los misterios del destino, comenzó a desvanecerse. La liberación no estaba en encontrar respuestas a todas las preguntas, sino en aprender a vivir con las preguntas, aprender a vivir por el amor que sentía y no por el amor que esperaba recibir.
—Gracias, —murmuró Aiden, sintiendo una gratitud profunda por su amigo. —Gracias por recordarme que no todo tiene que ser perfecto para ser valioso.
Theo le sonrió y asintió, luego ambos se quedaron en silencio, observando el lago, como si el silencio también fuera una respuesta a todas las preguntas que no podían ser respondidas.
—No te preocupes tanto por lo que no puedes controlar, —dijo Theo, rompiendo el silencio—. Porque al final, el destino se encarga de lo que tiene que suceder. Tú solo sigue viviendo, amigo. Y si el amor de tu vida tiene que encontrarte de nuevo, lo hará.
Aiden asintió lentamente, mientras las palabras de su amigo se asentaban en su corazón. Era difícil dejar ir el control, pero entendió que había que confiar en el tiempo, en el destino, y en el amor que siempre había sido suyo, incluso cuando no podía recordarlo.
En ese momento, el ruido del viento y el murmullo del agua parecían armonizar con los pensamientos de Aiden. La vida no siempre sería fácil, pero él estaba decidido a seguir adelante, a vivir por el amor que sentía, aunque no recibiera nada a cambio. Al final, esa era la única forma de encontrar paz, y tal vez, solo tal vez, el destino lo sorprendería.
Y mientras se quedaba allí, junto al lago, con Theo a su lado, Aiden decidió que ya no importaba cuándo o cómo volvería a encontrarse con Odett. El amor seguía siendo su motor, y por ese amor seguiría adelante, sin importar lo que le deparara la vida.
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Editado: 14.03.2025