Aiden se quedó en su cama por un largo rato, las sombras de la noche abrazándolo mientras las imágenes del sueño seguían danzando en su mente. No podía entenderlo. ¿Por qué no podía escapar de esta condena? ¿Por qué cada vez que creía haber encontrado la paz, el destino lo arrastraba de nuevo al mismo dolor?
Pasaron horas antes de que finalmente pudiera levantarse. Se sentía agotado, como si el peso de las vidas pasadas lo aplastara. El sueño lo había dejado emocionalmente exhausto. Miró por la ventana, viendo cómo las primeras luces del amanecer iluminaban lentamente la ciudad de Vallesol.
Quizás es hora de seguir adelante... tal vez nunca la recuerde, pensó, pero la idea de perderla nuevamente le cortó el aliento. No quería rendirse, pero ¿qué otra opción tenía? El destino ya lo había marcado, y parecía que no importaba cuántas veces intentara luchar contra él, siempre sería el mismo ciclo.
Mientras pensaba en todo esto, recordó las palabras del rey en su sueño: "Te maldigo, Aiden. En cada una de tus vidas, siempre recordarás lo que has perdido, pero nunca podrás tenerla."
Se dejó caer en el sillón cercano a la ventana. Su mente daba vueltas, tratando de encontrar una salida, pero todas las respuestas parecían desvanecerse antes de poder alcanzarlas.
De repente, escuchó el sonido de su teléfono vibrando sobre la mesa. Era un mensaje de Theo.
—Aiden, tenemos que hablar. Te he estado observando últimamente. Parece que algo te está atormentando... y no me gusta verte así. Te espero en el café a las 4 p.m. No me hagas esperar.
Aiden sonrió débilmente. Theo siempre había sido así, directo y sin rodeos. Tal vez era lo que necesitaba, alguien con quien hablar. Tomó su guitarra, sin saber muy bien qué más hacer. Necesitaba salir de su cabeza, de este maldito ciclo, y aunque no tenía respuestas, al menos podría encontrar algo de consuelo en la música.
A las 4 p.m. llegó al café que Theo le había indicado. Entró y vio a su amigo esperándolo en una mesa en la esquina. Theo levantó la mirada al verlo y hizo un gesto con la mano, invitándolo a sentarse.
—¿Cómo estás, Aiden? —preguntó Theo, sus ojos escrutando su rostro, buscando alguna pista sobre lo que realmente sentía.
Aiden no respondió de inmediato. Se sentó lentamente, con el peso del mundo sobre sus hombros. Luego, suspiró.
—No lo sé, Theo. Todo esto me está matando. Las vidas pasadas, la maldición… No sé cuánto más pueda soportarlo. Cada vez que creo que estoy listo para seguir adelante, algo me recuerda a ella. Y entonces todo el dolor regresa.
Theo lo miró con una mezcla de compasión y preocupación. No podía imaginar lo que Aiden estaba viviendo, pero sabía que su amigo estaba atrapado en algo mucho más grande que él mismo.
—Escucha, Aiden. Tal vez no lo entiendas ahora, pero lo que estás viviendo, este tormento, no tiene que ser el fin. Podrías tratar de vivir en el presente, incluso si ella no te recuerda ahora. Tal vez... tal vez eso sea lo que te está pidiendo el destino. No lo forces. Haz lo que te haga feliz, lo que te dé paz. No lo puedes controlar todo.
Aiden levantó la vista y miró a Theo, como si por primera vez en mucho tiempo, estuviera considerando seriamente sus palabras.
—Pero... —Aiden comenzó, pero se detuvo. ¿Qué iba a decir? ¿Que no podía vivir sin ella? ¿Que sentía como si estuviera perdiendo una batalla que nunca podría ganar? No podía expresar todo lo que sentía, todo lo que llevaba dentro.
—Lo sé. Sé que parece imposible. Pero, ¿qué tal si en lugar de intentar cambiar el destino, lo vives? —Theo continuó. —Hazlo por ti mismo. Hazlo por los recuerdos que aún puedes crear. Y si ella tiene que volver a tu vida, que sea cuando el momento sea el adecuado.
Aiden asintió lentamente, sintiendo una pequeña chispa de esperanza. Tal vez Theo tenía razón. Tal vez era hora de dejar de luchar contra algo que no podía controlar y empezar a vivir para él mismo.
—Tienes razón... Tal vez me he estado aferrando demasiado a lo que no puedo cambiar. Necesito encontrar algo de paz... Algo que me permita avanzar.
Theo sonrió ligeramente, satisfecho con la respuesta de Aiden.
—Eso es todo lo que te pido. Solo da el siguiente paso, Aiden. Y si alguna vez ella se cruza en tu camino, será por una razón.
Aiden se quedó en silencio por un momento, procesando lo que Theo había dicho. Había algo en sus palabras que resonaba profundamente en él. Tal vez lo que necesitaba no era una solución rápida ni respuestas definitivas, sino simplemente el valor para vivir, sin importar las sombras del pasado.
Con una leve sonrisa, Aiden dejó la guitarra sobre la mesa y miró a su amigo.
—Te prometo que lo intentaré, Theo. Gracias por estar aquí.
Theo asintió, levantando su taza de café en señal de brindis.
—Para el futuro, Aiden. Y para los recuerdos que aún podemos crear.
Aiden levantó su propia taza y chocó suavemente con la de Theo. En ese momento, se sintió ligeramente más ligero, como si una parte del peso que llevaba consigo se hubiera desvanecido, aunque fuera por un momento. Tal vez el camino hacia la paz no sería fácil, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que tenía la posibilidad de encontrarla.
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Editado: 14.03.2025