Notas de un amor olvidado

CAPITULO 39

Odette despertó sudorosa, el corazón acelerado y con una sensación extraña en el pecho. Se frotó los ojos, tratando de despejar la niebla que envolvía su mente. Había tenido otro sueño. El mismo hombre aparecía, pero esta vez estaba más cerca, más real. Sus ojos, aquellos ojos tan intensos, la miraban fijamente, como si supieran algo que ella misma no comprendía.

Se levantó de la cama y caminó hasta la ventana, mirando el paisaje gris de Vallesol. Había algo en ella que no podía comprender, una inquietud que no se iba. Algo le faltaba. Algo que no lograba identificar, pero que se volvía más fuerte con cada día que pasaba. Era como si estuviera buscando algo, pero no sabía qué.

Su amiga Carla entró en la habitación, rompiendo el silencio.

¿Otra vez con esos sueños, Odett? —preguntó con una sonrisa burlona. Sabía que Odett había estado extrañamente distraída últimamente, como si algo estuviera rondando su mente sin cesar.

Odett asintió, sus dedos apretando el borde de la ventana.

Sí... Pero no entiendo, Carla. No puedo dejar de pensar en él, en esa imagen, en ese hombre... Hay algo en él que me está llamando.

Carla la miró con curiosidad, frunciendo el ceño.

¿Pero qué te pasa? Estás obsesionada con un sueño. Es solo eso, Odett. Un sueño. —su tono era ligeramente sarcástico, como si no pudiera comprender por qué su amiga se aferraba tanto a algo tan intangible.

Odett cerró los ojos por un momento, apretando los dientes, intentando entender lo que sentía. Había algo dentro de ella que la estaba impulsando, algo que no podía ignorar.

No lo sé, Carla. Es como si... como si hubiera algo más. Como si lo conociera, pero no lo reconozco. Como si no pudiera recordar algo que ya viví... Y eso me asusta.

Carla la observó con preocupación, pero también con una pizca de incredulidad.

Eso no tiene sentido, Odett. Los sueños no son más que eso. Pero si sigues así, te vas a volver loca. No dejes que algo tan raro controle tu vida. Tienes que dejarlo ir.

Pero Odett no pudo. Sabía que no podía. Esa sensación, esa conexión inexplicable con ese hombre, era más fuerte que cualquier intento de racionalizarlo. ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? ¿Por qué sus sueños eran tan vívidos, tan reales, como si él estuviera a su lado incluso cuando no lo estaba?

De repente, como si un impulso irrefrenable la invadiera, Odett salió de la habitación sin decir nada más. Carla la miró con sorpresa, pero no dijo nada. Sabía que no podía detenerla cuando Odett se ponía tan decidida.

Odett caminó sin rumbo por la ciudad, perdida en sus pensamientos. Sentía como si algo estuviera por suceder, algo que cambiaría todo. De alguna manera, sentía que ese hombre estaba cerca, que sus destinos estaban a punto de cruzarse una vez más.

Se detuvo frente a un café. No sabía por qué, pero una extraña sensación la impulsó a entrar. Se sentó en una mesa cerca de la ventana, mirando al pasar a la gente en la calle. Los recuerdos de sus sueños volvieron a ella, la figura de aquel hombre, sus ojos, su sonrisa, su dolor... Era como si todo estuviera a punto de encajar.

El sonido de una guitarra la sacó de su ensueño. Era una melodía suave, familiar, como si hubiera escuchado esa canción antes. La sensación de déjà vu la invadió, y sin pensarlo, siguió el sonido hasta su origen.

Al fondo del café, estaba él. Aiden. Tocando su guitarra como si estuviera tocando para ella, aunque no lo sabía. La melodía era profunda, cargada de emoción, y su corazón comenzó a latir más rápido, un nudo formándose en su garganta. No podía apartar la vista de él. La conexión que sentía, esa conexión inexplicable que había experimentado en sus sueños, estaba frente a ella, en carne y hueso.

Se acercó lentamente, como si no pudiera evitarlo, y se sentó en la mesa más cercana, intentando no ser notada. Cada nota que Aiden tocaba parecía resonar en su alma, como si estuviera despertando algo dentro de ella. Algo que había estado dormido durante tanto tiempo.

Aiden no la vio, estaba completamente inmerso en su música. Pero Odett podía sentir la intensidad de lo que él tocaba, el amor y la tristeza que transmitía a través de cada acorde. Su corazón se aceleró aún más. ¿Cómo podía ser esto tan familiar? ¿Por qué su alma reaccionaba de esta manera?

Se inclinó hacia adelante, atrapada por la melodía, y sin darse cuenta, comenzó a tararear suavemente la canción. Sus labios murmuraban las notas, como si su cuerpo estuviera recordando algo que su mente había olvidado. De repente, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se detuvo, avergonzada, pero no pudo evitarlo. Algo en la melodía la había cautivado.

En ese momento, Aiden levantó la vista y sus ojos se encontraron. La shockeó el ver cómo sus miradas se cruzaron, como si el universo hubiera hecho todo lo posible para que este momento sucediera. Y en ese instante, Odett sintió algo profundo y palpable. Algo que le decía que tal vez este hombre era mucho más que un desconocido, que su vida estaba a punto de dar un giro que no podría controlar.

Pero lo que más la sorprendió fue la expresión en los ojos de Aiden. Un dolor profundo, como si él también estuviera luchando con lo mismo que ella.

Odett tragó saliva, su corazón latía tan rápido que pensó que podría escucharlo a través de la música suave que aún resonaba en la habitación. Estaba a punto de decir algo, algo que rompiera el silencio que había entre ellos, pero las palabras se le atascaban en la garganta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.