Notas de una maldita sinfonía

Capítulo 4

18 de Septiembre del 2019

Un día de cielo nublado y lluvioso, lleno de corrientes de viento que hacían estremecer el clima.
En un estación de policías un dúo de investigadores se encuentran sentados viendo fijamente sus teléfonos, tienen una expresión de incertidumbre y amplia desesperación.

Él sostiene un móvil, un hombre de unos 52 años, con cabello corto oscuro y algunas canas, el rostro demacrado por la falta de sueño que provoca el trabajo excesivo, ojeras rodeando en la parte inferior de sus ojos, arrugas alrededor de su rostro, cejas pobladas, una barba de candado bien definida, con el uniforme impecable, un poco robusto. Aún con 50 años ella conserva su belleza, sus rizos castaños surcando su cintura, aquellas largas pestañas profundizando sus ojos color miel, labios carnosos con un labial de un tono rosa tenue, deja su móvil sobre la mesa y se queda angustiada.

– Eddy... –dijo ella haciendo una pausa, él suelta su teléfono y la ve fijamente– ¿Aún no tenemos algún sospechoso? –preguntó con firmeza, él negó y se puso de pie– ¿Qué nuevos indicios tenemos?

– Los mismos que tenemos desde el inicio... –caminaba impaciente en círculos, moviendo sus dedos desesperados e intentando calmarse, se quedó quieto– ¡Ninguno! –exclamó con furia, retomó su asiento y recorrió su rostro con una mano en señal de decepción– Ana, ¿Cuántos muertos van hasta el momento?

– Hay 3, dos de ellos fueron hombres y la restante mujer –su voz es suave aunque firme, un silencio los atrapó y un trueno resonó– El último fue el maestro encargado de impartir clases de música.

– Sí, la escuela ha buscado un remplazo de inmediato. Lo sé porque fue publicado en algunas redes sociales y me parece que mañana llegará –toma de nuevo su celular y empieza a buscar, delizando y presionando hasta ingresar a una página oficial– Lee –le cedió el móvil a su compañera, ella revisa con prisa todo el contenido.

– No olvides todos los ataques que sufrieron los estudiantes, pensé que se había acabado. Los primeros fueron continuos, después estuvo pacífico hasta hace pocos días –se levantó y fue directo a una cafetera que se encuentra al fondo, junto a una pizarra llena de imágenes de sujetos, lugares y notas de periódicos; está marcada por completo con líneas que están interconectados, aunque una parte se encuentra cubierta por una manta que abarca la parte superior y recorre en línea diagonal hasta la punta inferior– ¿Quieres un poco de café? –cuestiona ella.

– Claro, necesitamos mantenernos despiertos lo suficiente para retomar la investigación y añadir esta nueva víctima al historial –se levanta y se dirige al lado opuesto, en un archivero introduce la llave que saca de su bolsillo, abre el primer cajón y revisa las carpetas hasta encontrar la necesaria, la extrae y revisa con rapidez.

– ¿Cuántas de azúcar? –pregunta mientras revuelve en su taza las que ella desea. Él levanta dos dedos para indicar su respuesta, Ana le añade dos cucharadas a la otra taza, después se dirige a la mesa con ambas– ¿La encontraste? –dice mientras deja en la mesa los cafés.

– Encontré una similar, quizá lo recuerdes –le dirigió una mirada de ironía, regresó la carpeta y continuó buscando, pronto encontró la que era, dice "Caso N° 323, EDM", la dejó sobre la mesa– ¡Ahí la tienes! –dió un sorbo y sopló un poco, estaba más caliente de lo que pensó– Esperaré a que esté tibio –lo dejó.

– ¿Aún guardas el anterior? –dijo molesta, él asintió y señaló hacia el archivero– ¡Joder!, Debiste deshacerte de él hace años, pero no es momento de discutir eso.

– Hay que revisar el expediente y tratar de comprender que es lo que ocurrió, además tratar de averiguar quién es el culpable –abrió la carpeta y sacó algunos documentos e imágenes–. Es media noche, vamos a iniciae de imediato, quizá se pueda dormir una hora, el primer caso fue del joven Rosberg.

Mientras tanto...

Una mujer se encuentra durmiendo, un sueño tan profundo que ignora lo que ocurre a su alrededor, está cubierta con una frazada de los pies a la cabeza, la lámpara en el buró se encuentra encendida iluminando la habitación, la decoración es mínima, las paredes pintadas con un color azul y detalles en plateado, algunos pequeños dibujos sobre las notas musicales hay en la pared detrás de la cama. En el suelo hay muchas hojas de papel hechas bolas tiradas al lado de un pequeño cesto de basura, hay un lápiz dentro y una libreta pequeña libreta café con la inscripción de Notas en letra cursiva. Del otro lado de la cama hay una guitarra acústica, está recostada hacia la pared.
Su teléfono se enciende en una notificación, el tono permanece en una continua repetición, el volumen varía y se descontrola, ella sigue sin percibirlo, la lámpara se apaga, un pequeño corto circuito provoca una chispa que llega hasta el papel, empieza a encenderse y a desintegrar hasta quedar cenizas, no queda marca de haber sido incinerados, el humo se comprime y toma dirección, sube lo suficiente y después recorre hasta llegar a la cama, se desliza por debajo de la frazada, se introduce en la nariz de ella, apenas se remueve y no siente como se introduce su sistema respiratorio.
Ella se encuentra entre sus sueños vagando mientras descansa, se percibe en un cuarto cerrado, quizá sea su antigua casa, recorre el lugar con gran alegría, las cosas empiezan a ser borrosas. Ve una guitarra es igual a la suya, se aproxima y la coge, toma asiento en el suelo y la coloca sobre sus piernas, una suave armonía deja escucharse al recorrer las primeras notas, se queda sería y la deja sobre el suelo. La guitarra empieza a cambiar de tamaño, se sube en ella cuando la ve lo suficientemente grande, el tamaño siguió aumentando hasta que solo quedo un vacío interminable a su alrededor, empezó a recorre con lentitud, veía enorme la extensión, sus pasos eran inseguros, primero se acercó a donde terminaba la superficie, vió que se encontraba en un precipicio, le causó estremecerse ante aquella vista, después intento esbozar una sonrisa aunque no pudo mantenerla, quedó en incertidumbre, continuó con su recorrido en dirección a las cuerdas. Se agachó para sentir la textura de madera que cubría su nuevo suelo, la luz apenas recubría la superficie marcando pequeños detalles, siguió avanzando, hasta llegar a su destino. Recorrió las cuerdas con los dedos suavemente, una vibración le hizo estremecer, se subió sobre ella, sus pies se sostenía con cierta dificultad, el equilibrio no era un problema, la gravedad no funciona de la misma forma.



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En el texto hay: miedo, thriller, terror

Editado: 14.08.2020

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