Notas de una maldita sinfonía

Capítulo 5

La llovizna continúa, las brisas húmedas siente al rozar la piel de una chica, su capa negra cubre la mayor parte de su cuerpo, camina cabizbaja con audífonos inalambricos que la inunda de música. 
El ambiente está lóbrego, las luces de los autos apenas iluminan las calles, el reflejo de las gotas descender son percibidas cerca de los focos que simulan una noche, solo que está alejado por varias horas, el día apenas inicia aunque para muchos termine.

Se aproxima a la institución, un coche azul ingresa al estacionamiento, ella gira para ver y un paraguas es lo primero que aparece pero le ignora.
Antes de entrar se quita momentáneamente los audífonos y deja la capa la deja al suelo, su cuerpo está empapado; porta una sudadera negra, jeans del mismo color, su cabello lacio obscuro en un corte bob desmechado, sus zapatos blancos están mojados y sucios. Mientras avanza va dejando huellas de humedad, se aproxima al tercer salón más próximo, está entreabierto y solo empuja un poco para poder entrar, toma asiento en la última fila se coloca de nuevo los audífonos, saca su teléfono y cambia de canción, revisa la hora, 5:40 a.m., corrobora con el reloj por encima de la pizarra, sube su gorro y deja sus manos sobre la paleta de la silla y se recuesta hacia al frente dejando su rostro oculto.

Ha pasado una hora, el clima tomó calma, el sol continúa oculto aunque solo quedaron las brisas frías. Dos chicas se encuentran conversando en un sofá de una sala principal.

– ¿Por qué tarda tanto en bajar?, ¿Será que se volvió a quedar dormida de nuevo? –preguntó con desesperación, sacó de su bolso una pequeña bola antiestrés y la apretó con suavidad; era de color gris– ¡Apresúrate!

– ¡No seas impaciente! –le quita la bola de la mano– ¿Y desde cuándo tienes esto? –dijo con sarcasmo, mientras la hacía a rebotar.

– ¡Liss déjalo! –le arrebata la pelota y la vuelve a guardar– Reprime mis impulsos por querer golpear a alguien, aunque es más aburrido.

Pasan pocos minutos hasta que Fer se pone de pie y se va corriendo directo a las escaleras, Liss va detrás de ella intentando detenerla, se queda viendo desde la puerta de la habitación haciendo señas para que se detenga, pero continúa hacia Shelly; ella está dormida en la orilla de su cama. 
Fer rodea la cama del lado contrario, ve a Liss y solo se ríe, sube haciendo el menor ruido posible y se acerca al oído de Shelly haciendo muecas de burla.

– ¡Wey, levántate! –le gritó junto con un empujón que la envío al suelo, se soltó a reír. Shelly quedó tumbada al suelo doliendose.

– ¡Auch!, ¿Qué pasa? –su voz aún débil por el sueño, se giró y quedó viendo a Liss que se acercaba a ayudarla, escuchaba una risa desde arriba.

– ¡Dah! Te acabo de levantar, vamos tarde –pronunció con ironía, se acostó y saco su teléfono enseñándole la hora– ¡Ves! Debemos estar en 15 minutos allá –su teléfono suena aunque no toma la llamada, escribe un texto y lo arroja a un almohadón.

– ¿Te duele mucho? –Liss se aproxima a ayudarla, le da la mano y la levanta. Ambas se sientan sobre la orilla del colchón.

– Algo, mis brazos son los que recibieron de inicio al suelo –se remueve y gime por el dolor– ¿A dónde vamos? –está confundida, intenta sobarse los brazos y las piernas.

– En vez de preguntar debes apresurarte, mientras te alistas te diremos –Fer se levanta y se dirige al armario, saca algunas prendas al azar y se las arroja a su regazo–, no tardaremos así que ponte eso y luego regresamos a cambiarte.

– ¿Esto? –dice disgustada Liss, revisa y todo era de color negro– No, entra al baño mientras busco lo que te pondrás –le dirige una mirada de desaprobación a Fer. Shelly toma una ducha rápida y cuando sale encuentra a ambas sentadas en la cama y su ropa preparada.

– ¿Cómo entraron? –cuestiona Shelly mientras se seca el cabello, toma la ropa y se vuelve al baño; una playera blanca con un cerezo en el centro y unos jeans de mezclilla. Sale arreglada en poco tiempo, queda viendo con firmeza– Respondan, ¿Hace cuánto...?

– Hice un duplicado para cuando yo quisiera venir –se apresura a interrumpir Fer–, para venir a levantarte como hoy. Espero te haya gustado –esboza una risa burlesca– Ya es las 7:10, vamos tarde.

– No es cierto –le da un golpe en el hombro–, encontramos a tu mamá justo antes de salir, ellas nos dijo que ya te había levantado y que pronto bajarías, ¿Olvidaste que iríamos al instituto? –pregunta con asombro.

– ¿A qué?, Si no tenemos clases –se coloca los calcetines y después sus tenis blancos con bordes negro.

– ¡Vámonos! –se apresura a la puerta y la cierra con fuerza.

– ¿Qué le sucede a Fer? –termina de poner sus zapatos y se apresura a la puerta.

– Quizá amaneció enojada. ¿No te llegó el correo? –ella negó, seguían descendiendo las escaleras–, Nos enviaron a todos los alumnos que debíamos ir mañana porque nos darían avisos y no sé que más.

– ¡Joder, apúrense! –se escuchó desde la puerta principal.

Bajaron lo más rápido que pudieron y Fer ya estaba esperando junto con un taxi, sé subieron en dirección al instituto, ninguna habló durante el viaje y la música del conductor era tan sonora, algo antigua.
Liss pagó y las demás salieron a prisa, se quedaron esperando fuera del salón, estaban preocupadas por la impuntualidad, ya habían pasado 20 minutos, tocaron la puerta y la primera en asomarse fue Fer, alguien desde dentro les indico que podían pasar, quedaron viendo el aula, los asientos estaban en su mayoría vacíos y los pocos ocupados están dispersos haciendo ver aún menos, las tres se van al fondo y se sientan alrededor de la chica que está recostada.
Al frente está el director queda viendo a las que apenas se integran y escribe en la pizarra, Liss y Shelly murmuran lo que creen que sucede, aunque no entienden mucho de lo que ocurre; sus compañeros ausentes, la situación tan apremiante. Ambas guardan silencio cuando él se gira.



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En el texto hay: miedo, thriller, terror

Editado: 14.08.2020

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