Hoy intentamos grabar la canción. Esa que escribimos con más corazón que técnica. La que dice algo que no sabemos si el mundo entenderá... pero nosotros sí.
Llegamos a casa a eso de las tres y media. Mamá nos dejó el comedor libre y se fue a su cuarto con una taza de té, diciendo que "no iba a espiar... pero que dejaría la puerta entornada por si el talento se escapaba al pasillo".
Gabriel sacó su guitarra. Yo, el cuaderno con la letra. Y en el centro de la mesa, como si fuera un oráculo improvisado: su celular, con la app de grabación abierta.
Primer intento. Todo sonaba bien... hasta que mi voz tembló más de la cuenta y me olvidé la tercera línea.
—¡No era ahí! —grité riéndome, tapándome la cara con el cuaderno. Gabriel solo dijo: —Pausa artística.
Segundo intento. Todo iba bien. Demasiado bien. Hasta que el perro del vecino decidió que era buen momento para recordar su existencia. Un ladrido justo en la transición del coro.
Nos reímos tanto que lloré un poco.
Tercer intento. Yo canté bajito. Demasiado. Y Gabriel se detuvo a la mitad:
—Sofia, cántala como cuando la escribiste. Como si no hubiera nadie. —Es que ahora hay alguien.
Él no dijo nada. Solo bajó la mirada. Pero esa frase quedó flotando entre nosotros como una verdad tímida.
Cuarto intento. Esta vez todo fluyó. No perfecto. Pero real.
Mi voz quebrada en el segundo verso. Su guitarra con una cuerda que zumbaba un poquito. Ambos sin mirar el celular, solo mirándonos entre frases. Cuando terminamos, hubo silencio.
Y después él dijo:
—No fue la mejor toma... —Pero fue la que dijo la verdad —agregué.
La escuchamos juntos.
La canción no sonaba como en nuestra cabeza. Sonaba más... humana. Más nosotros.
Después nos tiramos en el piso de madera, mirando el techo.
—¿Y si no les gusta? —pregunté.
Gabriel giró la cabeza hacia mí.
—¿Y si sí? —respondió.
Me quedé en silencio. No porque no tuviera respuesta. Sino porque por primera vez, el miedo no tenía tanto volumen.
A las siete, mamá salió de su habitación. Nos encontró terminando el archivo, con la canción guardada como: "Lo_que_me_tiembla_final_definitivo_de_verdad_ahora_sí.mp3"
—¿Y? —preguntó.
—Es nuestra mejor imperfección —dije yo. Gabriel sonrió. Mamá también.
Y aunque nos falta enviarla, hacer la reflexión, y dar un millón de pasos más... algo adentro de mí siente que ya cruzamos un puente.
Grabamos la canción. Y lo hicimos juntos. Con miedo. Con errores. Con verdad.
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