Querido diario:
Yo sabía que no todo iba a ser fácil. Pero hay momentos en que el “difícil” no se siente como un reto… se siente como un golpe que no esperabas.
Hoy fuimos a hablar con los papás de Gabriel. Y lo que pasó… cambió las cosas.
No porque ya no haya canción. Sino porque ahora… hay otras preguntas que no sabía que teníamos que hacernos.
La idea era simple: contarles lo mismo que le contamos a mamá.
Explicar que queremos tener una reunión con una discográfica, sin firmar nada aún. Solo escuchar. Y que estábamos ilusionados, sí, pero cautos.
Gabriel me había dicho que sus padres no eran “cálidos”, pero que confiaban en él. Que seguramente preguntarían mil cosas… pero que lo escucharían.
Yo le creí.
Fuimos en la tarde, después del colegio. Una casa enorme. Blanca, impecable. Con columnas falsas que parecían querer imitar algo antiguo, aunque todo olía a nuevo.
El portón se abrió solo. Una persona vestida de uniforme nos saludó sin expresión. Y ya ahí, el silencio empezó a sentirse diferente.
Gabriel me tomó la mano antes de tocar el timbre de la entrada principal.
—No importa lo que digan —me susurró—. Te tengo a vos.
Yo solo asentí.
Nos recibió su madre.
Alta, delgada, elegante. Llevaba un collar que parecía más caro que mi bicicleta. Y una expresión como si siempre estuviera a punto de corregir algo.
—Pasen —dijo. Nada más. Nada menos.
En el salón había sillones enormes y una lámpara de araña que parecía hecha de hielo.
Su papá llegó dos minutos después. Traje sin corbata. Mirada estricta. Olía a colonia y a éxito congelado.
Nos sentamos. Yo con la espalda más recta que nunca.
Gabriel respiró hondo y habló.
—Queremos contarles algo. No es una decisión tomada. Pero creemos que es importante.
Explicó todo. La canción, el acto, el video, el interés de la discográfica. Dijo “con calma”, “sin compromiso”, “queremos escuchar primero”. Usó todas las palabras que uno usa cuando quiere que no parezca tan loco lo que sueña.
Ellos no dijeron nada mientras hablaba. Y eso… fue peor.
Al terminar, hubo un silencio tenso.
Y entonces su madre dijo:
—¿Esto es en serio, Gabriel?
—Sí —respondió él con firmeza.
—¿Después de todo lo que hemos invertido en tus estudios querés jugar a ser cantante?
Él tragó saliva. Yo apreté las manos entre las piernas.
—No es jugar. Es construir algo distinto.
Ella lo miró como si hubiera dicho “me uno al circo”.
Su padre habló entonces:
—Mirá, hijo. No vamos a frenarte. Pero no vamos a financiarte un capricho.
—No es un capricho.
—Y perdoname —agregó su madre, girando la mirada hacia mí—, pero no me parece que esta relación te esté llevando por el mejor camino.
Sentí la sangre irse a los pies.
—¿Perdón?
—Sofía. No lo tomes a mal. Pero desde que estás con él, dejaste de enfocarte en cosas reales. Gabriel tenía un plan. Y ahora está siguiendo canciones en lugar de una carrera estable.
Yo la miré. Sin responder.
No porque no tuviera palabras. Sino porque sentí que cualquier palabra iba a sonar chiquita ante esa pared.
Gabriel se puso de pie.
—Basta.
Su voz sonó firme. Más de lo que jamás lo había escuchado.
—No vine a pedirles plata. Ni permiso para soñar. Solo vine porque pensé que podían alegrarse por mí. Y por ella.
Se giró hacia mí. Y fue ahí que lo vi dudar.
Una duda como tormenta.
—Sofi… —No —dije—. Estoy bien.
—Capaz deberías irte por ahora.
Esa frase cayó como baldazo.
—¿Qué?
—Solo por ahora. Para que yo pueda calmar esto, hablar con ellos sin que te culpen. No es justo para vos.
Me quedé quieta. Muy quieta.
—¿Estás seguro de eso?
Él bajó la mirada.
—No.
Y con eso… supe que era hora de irme.
Caminé hasta la calle sin mirar atrás. Sentía la respiración trancada. Como si la canción que habíamos escrito ahora tuviera ruido de fondo.
En el portón, Gabriel me alcanzó.
—Perdón —dijo.
—No me pidas perdón por ellos.
—No. Te pido perdón por dudar.
Yo no hablé.
Solo lo miré. Y en silencio, me fui.
Querido diario:
Hoy entendí que no todos van a celebrar lo que somos. Algunos, incluso, van a pensar que nos hace mal lo que nos hace fuertes.
Pero aunque duela… eso también forma parte de cantar con la voz entera.