Notas invisibles

Día 43 - Risas, pasos, y una salida que no es cita (¿o sí?)

Querido diario:

¿Es posible que una canción te duela en los glúteos?

Porque yo... no puedo caminar normal.

Cada músculo de mi cuerpo está haciendo huelga, pero la buena, esa con pancartas que dicen "¡Estoy cansado, pero satisfecho!"

Hoy fue uno de esos días que no tienen grandes giros, pero sí pequeños temblores que te sacuden el alma con sonrisa incluida.

Y al final... terminamos compartiendo papas fritas y algo más. No, no amor... pero algo que se le parece cuando uno todavía se hace el distraído con el corazón.

Ensayo, 9:31 a. m.

Gabriel llegó con una bufanda mal puesta, dos cafés (uno ya a medio tomar), y una cara de "dormí poco pero mi dignidad tomó vacaciones".

—¿Sabés cuál es la parte más difícil del arte? —dijo, mientras se tiraba en la alfombra como si fuera una declaración de paz emocional.

—¿Inspirarse? —le pregunté.

—No. Ponerse medias después de bailar durante cuarenta días seguidos.

Nos reímos. Valentín apareció detrás como salido de un musical off-Broadway, con su clásico entusiasmo exagerado:

—¡Vamos, criaturas del compás! Hoy quiero lágrimas, sudor y pasos que me hagan decir "¡esto merecería un spin-off!"

Calentamiento:

Clara puso la canción y empezamos la secuencia intermedia. Yo estornudé en medio del pasito de hombros. Gabriel hizo un mini salto con tanta intensidad que se le salió la plantilla de la zapatilla. Y Valentín, entre gritos de emoción, dijo:

—¡Amamos la imperfección con ritmo! ¡Esto es arte versión blooper de gala!

Y así siguió todo:

Gabriel inventó un movimiento nuevo accidental mientras intentaba recordar la entrada al coro.

Yo me reí tanto en una parte que solté un "¡upsi!" en plena grabación.

Pero curiosamente, eso... nos soltó. El ensayo siguió como si el cuerpo ya supiera a qué vino.

Post-ensayo:

Ya transpirados, despeluchados y medio derretidos, me acerqué a Gabriel mientras guardábamos las mochilas.

—Tengo hambre —dije.

—Yo tengo ganas de algo frito y grasoso que me haga replantear mis decisiones de salud.

—¿Querés... salir a comer algo?

—¿Tipo cita o tipo "mi cuerpo necesita grasa y compañía urgente"?

—Tipo amigos que comparten papas y miran el mundo como si tuviera banda sonora propia.

—Acepto. Pero si hay música de fondo y me mirás raro... voy a sospechar.

15:42 – En el barcito "El Susurro" (sí, otra vez)

Nos sentamos en la mesa de siempre. Esa al lado de la ventana con servilletas poéticamente dobladas.

Pedimos papas rústicas, limonadas gigantes y un postre que se llamaba "delirio emocional en 3 capas".

Charlamos de todo. Y de nada.

De cómo la canción del puente ya no nos da miedo. De cómo Valentín dice frases como "conectá tu clavícula con el deseo".

En un momento, me reí tan fuerte que el limón casi se me va por la nariz. Gabriel me miró y dijo:

—Hay algo hermoso en verte reír cuando no estamos ensayando. Como si el cuerpo también se aflojara por dentro.

Silencio.

De los lindos.

Y entonces dijo:

—No es una cita, ¿no?

—No.

—Pero se siente especial.

—Sí.

—Bueno. Guardémoslo así. Como un ensayo de algo que todavía no sabemos cómo bailar.

Querido diario:

Hoy no descubrí un nuevo paso. Pero descubrí que hay momentos en que el alma se acomoda sola.

Y a veces, comer papas fritas con alguien que te hace reír hasta dolerte... es lo más cerca que uno puede estar de bailar sin música.

Y eso... también merece canción.



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En el texto hay: cantantes, inspiracion, sueño

Editado: 16.09.2025

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