Querido diario:
Hoy lo escuchamos. Todo. De principio a fin. Las siete canciones. Las siete verdades. Las siete cicatrices que decidieron sonar sin maquillaje.
Martu nos citó en Sonaluz temprano. No para grabar. No para ensayar. Para escuchar. Para sentir lo que habíamos compuesto sin que el proceso nos interrumpiera. Una cita con lo que ya existe.
Nos recibió con una sonrisa cómplice y una frase que nadie esperaba:
—¿Listos para conocerse en audio?
El estudio estaba distinto. No se respiraba vértigo. Se respiraba cierre. Tomás ya tenía todo organizado en la consola. Un playlist con título: "A Dos Voces – Voces que no pedían permiso (orden oficial)" Lucio sostenía una libreta y un marcador, como si fuera crítico musical con corazón de fan. Tania tenía termo, snacks y esa energía de "voy a llorar pero no lo admito aún".
Nos sentamos en el sofá frente a los parlantes grandes.
Y empezó a sonar.
Track 1: Pasos que suenan antes de pisar el escenario Sofía sonaba como quien baila aunque no sepa la coreografía. Gabriel como quien se atreve a improvisar con seguridad frágil. El ritmo era contagioso. Imperfecto a propósito.
Lucio gritó: —Esto suena a comienzo sin miedo. Tania asintió: —Suena a verdad que se está calentando.
Gabriel me miró y sonrió. Yo arrugué la nariz. Obvio.
Track 2: Lo que no se canta también arde Se escuchaba como confesión al borde del piano. Cada verso parecía escrito al lado de una lágrima bien guardada. Tomás bajó el volumen al final y dijo: —La pausa final... fue exactamente donde debía estar.
Yo escribí en el cuaderno:
"Esta canción no se compuso. Se admitió."
Track 3: Versos sin filtro Lucio saltó antes del segundo compás.
—¡Este es el himno! Y nadie lo contradijo. Era lo que se canta cuando se deja de pedir permiso. Gabriel rapeaba sin gritar. Sofía rimaba sin fingir. Y el beat parecía escuchar en vez de guiar.
Martu agarró su cámara —no para grabar. Para fotografiar el momento.
Track 4: Temblar no es rendirse Silencio absoluto en el estudio. Hasta que Tania murmuró: —Esta canción se siente como cuando alguien te abraza sin entenderte... pero igual te sostiene.
Cada percusión sonaba a paso tembloroso. Las voces casi se quiebran, pero por eso mismo... se levantan.
Track 5: Esto que somos Lucio puso modo crítico:
—Esta canción no entra en ningún género. Y eso... es su fuerza.
Era una presentación emocional. Una carta abierta. Un "hola" sincero en forma de melodía.
Gabriel dijo bajito: —Suena como si estuviéramos diciendo "gracias por escucharnos" antes de que empiecen.
Track 6: Lo que ya no callamos Nadie se movió. Nadie habló. Fue el cierre perfecto de quienes aprendieron a hablar sin miedo.
Martu lo dijo al final: —Esta canción no pide aplauso. Solo pide que alguien la recuerde.
Yo escribí:
"No suena a adiós. Suena a eco."
Track 7: Esto que soñamos también se graba El cierre. Pero también el comienzo.
Gabriel y yo nos tomamos de las manos sin decir nada. Los respiraciones sincronizadas al final del track nos hicieron cerrar los ojos. Fue como volver a ese día donde la canción nació sin pedir permiso.
Tomás lo dijo cuando todo terminó:
—Este álbum no es solo un debut. Es un testimonio.
Querido diario:
Hoy escuchamos lo que somos. En orden. En ritmo. En verdad.
No sé qué dirá el mundo. Pero hoy, nos escuchamos como si fuéramos los oyentes que más lo necesitaban.
Y eso... ya es éxito.