Venus.
Hoy era tu segundo día en clases.
Usabas una preciosa diadema de perlas de fantasía, resaltando la belleza de tus ojos al quedar libre de cualquier cabello rebelde.
Tu presencia me puso demasiado nervioso.
Pero fue peor cuando decidiste tomar asiento a mi lado. Al inicio creí que ya no había lugares disponibles, pero no. Tu decisión fue sentarte conmigo.
Al iniciar la clase me miraste y con tu voz angelical me pediste un bolígrafo ya que se te había olvidado el tuyo en casa, yo con nerviosismo te presté uno que llevo de reserva, y de agradecimiento me sonreíste.
No cabe duda que mi mundo tienes los ojos color miel más hermosos.
Oswaldo.