Hola, Venus.
Hoy tampoco me quisiste ver. En verdad no sé qué es lo que estés sintiendo en estos momentos ni cuáles sean tus pensamientos, pero sé que no son agradables, ya que tu notoria ausencia lo dice todo.
Tu madre me permitió ir a tu habitación, pero no quisiste abrirme. No me importó, me senté junto a tu puerta y te relaté lo sucedido en los últimos días; las clases, los profesores, los malos chistes de los compañeros, los próximos proyectos, las tareas e incluso conté una que otro suceso vergonzoso de mi niñez... te dije todo.
Miento, me faltó decirte que te quiero.
Oswaldo.