Viniste a mi casa.
¡A mi casa!
No podía procesar que estuvieras esperándome en la sala de mi hogar.
Por primera vez, en mucho tiempo me sentí bien.
Conversamos como si nada hubiera pasado.
Me alegró saber que retomarás todo y no te dejarás vencer.
Harás muchos cambios en tu vida, pero espero ser yo quien esté allí para alentarte.
Con cariño, Oswaldo.