Hola, Venus.
En este preciso momento estas durmiendo recargada en mi hombro.
El maestro ha faltado a su hora de clase y tenemos tiempo libre, así que simplemente te pusiste tus audífonos y te recargaste en mí. No te culpo, últimamente el cansancio es lo que adorna lo que alguna vez fue unos ojos llenos de fulgor.
Ya no comes tus chocolates de mente.
Tal vez sea un tonto al decidirme el revelar mis sentimientos hacía ti justo ahora, pero no puedo seguir fingiendo que lo que siento por ti es amistad. No me importa si sí o no son correspondidos, créeme si te digo que eso es lo menos que me preocupa, sólo quiero que me escuches.
Oswaldo.