LA GUITARRA DE FLORES

Cap. 1

hola me llamo Paola soy de pelo café, ojos miel y piel blanca me gusta la música e incluso toco la guitarra que era de mi mamá esta es mi historia que cambio mi vida pues yo era una chica "normal" de casi quinces años que vive con su papá porque mi mamá murió cuando yo cumplí 4 años… bueno sigo con mi historia.

El primer día de  clases de año pasó algo maravilloso. Mi mejor y única amiga

A Natalia me fue a buscar a mi casa para ir juntas a la escuela como era la costumbre caminamos el camino a la escuela y cuando vi aquel carro rojo que yo quería ver con tanto entusiasmo porque era el carro de mi amor "imposible" porque el tenia novia a verlo yo me quede como yo fuese de yeso y lo peor es que él no sabía lo que yo sentía.

-hola-me dijo y sin yo responderle me sonrió

(no dije nada solo me metí en sus ojos azules como un lago cristalino)

-Pao ven-dijo nata 

-!ya voy¡-le respondí

-¿que paso?-me pregunto

-nada...nada solo que quede como una boba delante de Daniel-

-¿por qué?-

-por que me saludo y no le dije absolutamente nada !que boba soy¡

-!no¡ amiga tu eres muy dulce lo sé yo que soy tu hermana del alma-

-si tu exacto a eso me refiero-

-¿que quieres decir con eso?

-que tu y yo no somos nadie aquí-

-eso sí pero yo si soy alguien aquí soy nata la barbie mal hecha-

(jajaja...me reí pues así le decían a Natalia pues era muy vanidosa pero le faltaba algo que era importante para verónica la novia de Daniel y era dinero pues la familia de verónica era la dueña de la escuela y por eso ella era la reina.)

Entramos a el salón de clases Natalia y yo siempre nos sentábamos juntas pasaron las 2 primeras horas y sonó el timbre de descanso. de repente escuchamos la voces de verónica y Daniel discutiendo y la última frase de Daniel me asombro mucho -(se acabo)-

wow no lo pudría creer pues ya hace un año ellos eran novios y todas las chicas se fueron pegando la idea de que nunca tendrían la oportunidad de ser novias de el chicos más lindo de el campus y en esas chicas estaba yo. Pero la cara de tristeza de Daniel en la cafetería no me gusto ni un poquito.