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Capítulo 4: "♫Atrapados como idiotas♫"

Dentro del gran castillo de Shion, se estaba desarrollando una hermosa y elegante tradición, la cual consistía en elegir al catalizador más apropiado para la futura gobernante de esas tierras, y que, además, tendría el deber de acompañar a esa persona a una misión que involucraba al planeta entero. Para estas alturas, ya teníamos a nuestro elegido, o más bien, seleccionados, debido a que se trataban de dos catalizadores. Uno de ellos pertenecía a la desdichada familia Reverse, y otro, a la renombrada familia Lux. Ambos fueron aceptados por la princesa Léa, y aunque ella se encontraba contenta por su elección, no se podría decir lo mismo de los voluntarios, por lo que, volviendo con dicho evento, y de realizar el formal anuncio de quienes habían sido los ganadores, los demás testigos se retiraron poco a poco con un peso en sus almas, pero no antes de repartir unos cuantos aplausos para felicitar a los electos. Mucho más tarde, la resignación se plantó como si fuera una semilla entre Alik e Iris, la cual se regó tan cuidadosamente, que terminó por juntarlos, para su desgracia, en la misma habitación; estaban obligados a soportarse mutuamente esa noche, después de todo, el viaje no empezaría tan rápido como ellos lo hubiera deseado por las creencias populistas de la región. Es así que, impotentes como estaban, no le dejó de otra al chico que estar de pie yendo y viniendo por todo el cuarto, para entonces, repetir cuidadosamente el mismo patrón como un mantra, es decir… caminaba hasta el balcón para luego girarse, y volverse hasta el ropero que estaba del otro lado; al menos, tenían la fortuna de no compartir sabanas.

—¡Esto es tu culpa! —los brazos de Alik que estaban cruzados, ahora se estiraban hacia el cielo expresando su enojo.

—¿Ah? ¿Mi culpa dices? —interrogó con una mueca la joven.

—¡Sí, tú culpa! —el guapo muchacho se giró a verla, y al mismo tiempo, acomodó sus manos sobre su propia cintura.

—¡Tú estúpida canción fue la que nos trajo a esta absurda situación! —Iris, que por lo general era una chica muy calmada, se vio en la obligación de elevar su tierno tono de voz, después de todo, el pelinegro con mechones dorados le estaba reclamando por lo alto.

—¡Mi canción no fue estúpida! Gracias a ella estoy aquí ahora —mencionó con arrogancia. Pero la chica, quien sostenía un peluche de un conejo negro entre sus manos, acarició éste, e hizo provecho del comentario ajeno para usarlo contra él.

—¿Ahora te contradices? —respondió con una sonrisa pequeña.

—¿Eh? ¡No es lo que yo quería decir! —se quejó el chico inclinándose con indignación un poco hacia delante.

—¡Hum! —si no fuera porque Alik se comportaba como todo un idiota, seguramente Iris hubiera sido víctima también de ese atractivo individuo, pero lamentablemente, su personalidad era desastrosa, y eso le impedía admirarlo superficialmente. Por otro lado, ella optó por mirar a otra parte con la intención de ignorarlo.

—¡Ah! Tenías que ser una mocosa —se enderezó él, y luego chasqueó la lengua remarcando su molestia. Sin embargo, no se esperó que ella se levantara del lugar donde se encontraba para luego lanzarle el peluche que tenía entre sus manos, el cual apenas logró esquivar Alik—. ¿Qué crees que haces? ¡Estás loca! —le reprochó un tanto sorprendido.

—¡Eres un simplón, y un descarado! ¡No sabes tratar a una dama, imbécil! —le reclamó señalándolo con su dedo.

—¿Qué dijiste? —el rostro de Alik oscureció, hizo que Iris sintiera algo de miedo, lo que produjo que flaqueara un poco, sin embargo, se rescató enseguida, y reafirmó su mirada para sostener la del bárbaro que tenía en frente.

—Lo que escuchaste, ¡tonto! —aclaró.

—¡Escúchame niña! —Alik se acercó a ella, y se inclinó a su altura queriendo parecer aún más imponente, pero apenas abrió la boca, se escuchó como golpeaban a la puerta, interrumpiendo así su tremenda discusión.

—¿Quién es? —preguntó amablemente Iris, quien se acercó a la entrada, restándole así importancia al reciente conflicto. Sin embargo, el morocho no parecía estar contento por esto.

—Soy Léa —anunció una voz del otro lado de la puerta. Sin dudas el arribo de su majestad, fue toda una sorpresa y, en consecuencia, cambió el ambiente entre los dos, e inesperadamente, el más alto fue quien apartó a Iris de la entrada de una forma cómica, para así abrir apresuradamente la puerta.

—Muy buenas noches, mi reina —la voz de Alik de repente se volvió más carismática y agradable, es decir, todo lo contrario a lo que pasó con la veinteañera de Iris, además, este cambio repentino no fue pasado por alto por la más baja del trio, quien luego se cruzó de brazos un poco irritada por semejante diferencia de tratos.

—Muy buenas noches Alik; buenas noches Iris —saludó con energías a ambos, y claro, con una preciosa sonrisa.

—¿Qué la trae por aquí hoy, princesa? —preguntó el morocho haciendo una pequeña reverencia ante ella, lo produjo que, a su compañera de canto, le provocara un malestar estomacal dada su hipocresía, de modo que se llevó una mano a la boca, disimulando para nada sus nauseas. Si bien la itinerante forma de ser del muchacho le desagradaba a más no poder, el saludo amable de la señorita le dio un cierto equilibrio a la horrorosa situación.

—¡Oh, por favor! No estemos con formalidades, ya que, de ahora en adelante, viajaremos por todos los reinos, y quiero que nos llevemos muy bien los tres —mencionó para después agregar—. En especial espero que sus lazos se transformen en algo más cercano —lo dijo refiriéndose a la "amistad" recientemente formada entre los dos catalizadores, después de todo, entre más cercanos fuesen, más fuertes se volverían. Dadas las circunstancias, la cara de ambos catalizadores volvió a deformarse por instinto, y en esta ocasión fue Alik el que no pudo controlar su descontento, por lo que no pasó desapercibido.




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