Durante las noches en el brillante reino de Shion, sobre el viento pasean diversas melodías dependiendo de los sueños que sus ciudadanos tengan, así que, algunos escuchaban desde canciones épicas, hasta tonadas desgarradoras, pero la excepción era el castillo, en donde las sonatas siempre eran magistrales; muy propias de un elegante reinado, lo que nos lleva a la habitación donde se desarrolló el anterior capítulo, y en la que aún estaban: Léa, Alik e Iris. A todo esto, la primera recordó la razón de su imprevista visita.
—¡Es cierto! Amigos, antes de diéramos con esta conversación, quería comentarles sobre el viaje que nos espera —anunció la futura reina, quien ahora había captado la atención de ambos.
—Adelante, princesa, te escuchamos —aseguró Iris, y la rubia asintió.
—Como sabrán, nuestra misión es muy importante. La nota vanguardista se encarga de purificar los corazones de la gente para así mantener la paz en todo el planeta, como así también incluye la sanación de los territorios que posiblemente sean contaminadas por los seres de oscuridad —ella hizo una leve pausa para tomar algo de aire—. La realidad, es que nuestro viaje no será nada fácil, y estoy segura que ya han aparecido enemigos que se oponen a nuestra misión —la expresión en el rostro de la princesa, se ponía cada vez más seria.
—¿Eso significa que también habrá gente que desee obtener la nota vanguardista? —preguntó Alik.
—Así es, después de todo, ese objeto trae consigo un gran poder, y si se descubre la manera correcta de usarlo, entonces podría cumplir cualquier tipo de deseo —aseguró la princesa.
—Era de esperarse, es por eso que siempre se hace esta costumbre para elegir a un catalizador lo suficientemente poderoso como para hacer semejante misión —se cruzó de brazos la más baja.
—Espera un segundo, pero en esta nueva elección han sido dos los elegidos —interrumpió Alik.
—Tienes razón, y eso me deja un mal sabor de boca —aclaró Iris, quien entre cerró los ojos algo preocupada e inquieta.
—Estoy segura de que están pensando lo mismo que yo —anunció la rubia—. El mal que se aproxima para esta generación es muy poderoso, y que ustedes puedan usar más de una habilidad con sus voces, no es casualidad —y así lo planteaba la princesa del reino de Shion, dejando a ambos héroes con una inquietante sensación. No obstante, ellos no eran los únicos que tendrían que prepararse para una contienda inevitable, porque el mal también alzaba sus armas para poner sus garras sobre aquella pieza mágica, esa así, que nos inclinamos por los villanos ahora.
—¿Los preparativos ya están hechos? —preguntó un joven que se encontraba mirando por una ventana a espaldas de uno de sus más allegados sirvientes.
—Sí, su majestad. El carruaje está listo, y con él la noche trae una tonada dominante, así que este sería el momento adecuado para partir —el sujeto que estaba inclinado frente a la persona con aquel título ostentoso, le informó sobre la actual situación.
—El que puede interpretar el viento, puede usarlo a su favor —aseguró, y enseguida, se giró mostrando por fin su rostro. El muchacho, que poseía una larga y albina capa con capucha, tenía unas vestiduras poco comunes: sobre su torso se extendía un buzo de color blanco con un par cordones rojos que salían desde el cuello de su vestimenta, en cuanto a sus manos, éstas estaban cubiertas por unos guantes negros como la nada misma, y sus pantalones que compartían su tono umbroso, lo cubrían hasta llegar a sus botas de tinieblas.
—Sigo mirándolo, su majestad, y no puedo evitar maravillarme con su belleza —mencionó el esclavo, quien lo admiraba con la cabeza en alto, pues el color del cabello ajeno era muy único, dado que reflejaba el color de la crema, y esos ojos azules, despedían el brillo del cielo, el cual atrapaba a este lamentable sujeto.
—No es para tanto —mencionó el dueño de tanta magnificencia, quien con dos dedos se acarició un pequeño mechón de pelo trenzado, y luego empezó a caminar hacia su vasallo—. Vamos a movernos, Belfry —este hombre elevó su mirada hacia el cielo nocturno—. Recuerda agendar este día, ya que será la fecha en que yo, Hakim Vitali, habré hecho historia.
—¡Sí mi señor! —volvió a bajar la cabeza en señal de respeto, y a continuación se pusieron en marcha. A todo esto, la noche era la misma para todos, pero bailaba el son de diferentes maneras, así que, sin saber que otro tipo de calamidad se trasladaba por la tierra, Alik, Iris y Léa, así terminaban su charla.
—Bien, ya que tienen las cosas claras, y lo importante que es esto para nuestro mundo, me retiraré. Qué pasen una buena noche —mencionó entre risas la heredera, y levantó su mano para despedirse de ellos, desde este punto la vieron cerrar la puerta e inadecuadamente, otra vez, quedaron a merced de la incomodidad; la futura reina se había ido tan rápido, que no le dio tiempo a Alik a plantearse una estrategia para retenerla o irse con ella, de hecho, estaba tan iracundo, que se quedó mudo, hasta que logró mascar la obra e hizo que su mano pasará por su cara con evidente resignación, y al mismo tiempo, Iris, lo miraba con cierta sospecha, de modo que decidió preguntar.
—¿Y a ti qué te pasa? —le preguntó de forma descarada.
—No me pasa nada —se quejó el más alto, y se dirigió a la otra punta de la habitación, pero esta vez, con la intención de quedarse cerca del balcón; sin saberlo, o más bien, sin el más mínimo remordimiento, Alik ignoró que su leve comentario, había logrado despertar enojo en su compañera, lo que podría haber derivado en otra discusión, de no ser porque Iris, en lugar de confrontarlo como correspondía, simplemente optó por dar una leve respuesta, mostrando lo ofendida que se encontraba.