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Capítulo 18: "Cuando las campanas suenan"

El planeta, ese basto mundo que vio nacer a cada uno de sus habitantes, ahora se encontraba narrando un enigmático viaje; uno que sonaría casi como un paso hacia su liberación, y brindaría un futuro altamente comprometedor. No obstante, faltaba mucho para que eso fuera real, por lo que, en estos momentos, era vital seguir a la pareja de catalizadores en su conveniente aventura en busca de amor y motivos.

—Listo —una vez la herida de Alik fue sanada, el joven rey, Meos, se puso de pie y caminó a una dirección en concreto, pero no dio más de cinco pasos, ya que se detuvo para pedirle a los forasteros que lo siguieran.

—¿A dónde nos lleva? —preguntó la joven pelinegra aún sentada al lado de su compañero, quien se levantó un poco antes que ella.

—A mis tierras. Este lugar solo es el comienzo de la barrera que nos protege —el hada reina que estaba sobrevolando alrededor de ellos junto a sus pequeñas sirvientas, fueron ahora a iluminar el camino de Meos con el polvo que liberaban de sus alas. Y de este modo fue que, por unos instantes, ambos se miraron con dudas, pero la mano de aquel ser, les insistió con mucha dulzura a que lo acompañaran, así que finalmente lo hicieron. De ahí, las cosas se volvieron un poco más impresionantes, pues aquel sujeto, removió unas grandes hojas con el dorso de su palma, las cuales revelaron un increíble paisaje. Bien cubierto por la espesura, y protegido por la noche, un pequeño lago de estrellas se extendía frente a ellos como un sendero, demostrando además en su brillante decoración unos árboles que encendía y apagaban las luces de sus flores, para colmo, las constelaciones casi jugaban el papel principal de un espejo sobre sus cabezas, pues no podían distinguir bien si sus pies estaban ahora en el cielo o en la tierra.

—¡Wow! ¡Esto es hermoso! —mencionó impresionada Iris tal y como una niña lo haría.

—Sí que lo es —respondió Alik con un poco menos de ganas puesto que aún seguía descontento por el anterior acontecimiento.

—Esto es solo una parte del reino —aclaró Meos, y señaló con su mano hacia un lugar no muy lejano, más concretamente el final de lo que era ese paso de estrellas. Momentos posteriores, el rey hada pisó el sendero estelar sin hundirse en el proceso.

—¿Nosotros también podremos caminar ahí? —preguntó Iris con evidente desconfianza, pues entendía que él era un ser sobrenatural, pero no sabía si esa regla de andar sobre ese líquido cósmico se aplicaba a ellos también.

—Por supuesto —le contestó el soberano, quien se detuvo a esperarlos. De hecho, este comentario dio pie a que Iris mostrara una enorme sonrisa que expresaba su evidente emoción, y desde luego, arrastrada por una renovada confianza, tomó a Alik del brazo para llevarlo consigo sobre la superficie estelar en donde ella pudo pisar firmemente. No obstante, y a pesar de la buena intención de su compañera, a este muchacho no le agradó aquel contacto porque aún andaba de mal humor, por lo tanto, la empujó para apartarla.

—¡No me toques enana! —ante semejante respuesta, y a pesar de que se mantuvo de pie unos segundos sobre la vía láctea, el morocho se hundió en ese lugar, para luego salir nadando a la superficie ahora completamente empapado por un brillo poco común—. ¡Qué diablos es esto!

—¿Qué ha pasado? —miró sorprendida Iris llevándose una mano a la boca, pues hace minutos nada más también estuvo a punto de insultarlo, pero no lo hizo por ese imprevisto.

— Oh, me olvidé de aclararlo —dijo el gobernante de ese reino, mientras tanto, le echó una mirada al desafortunado Alik—. Sí se insultan, caerán en las aguas del sendero de estrellas —anunció él—. Ya que este es un lugar muy sagrado como para que calumnien.

—¡Y ahora se te da por decirlo! —se quejó el de los mechones dorados, quien se estaba ensañando con él, puesto que no solo le había jugado la mala pasada anterior, sino que en esta ocasión tampoco advirtió sobre lo que podría pasar si se comportaba mal, aunque Meos ignoraba el hecho de que no congeniaran para nada, después de todo, no los conocía.

—Bueno, eso te servirá para aprender buenos modales por fin —agregó Iris a la conversación.

—Esta mocosa… —murmuró a regañadientes—. ¡Quién te crees que eres! ¡Eh! —aclamó nadando junto a ellos, pero Iris esta vez no quiso ayudarlo como lo hizo posteriormente, pues estaba ofendida, así que él tendría que salir por sus propios medios, y claro, para evitar caer ella en lo mismo, lo ignoró. Es así que estando ante tal situación vergonzosa, el joven Reverse no le quedó de otra que calmarse, pues el noble le explicó que hasta que no lo hiciera no podría salir del agua estelar, de ahí que pasaron unos cuantos minutos, hasta que al fin el otro halló la suficiente paz como para poder escapar de aquella tan desdichada trampa. Al retomar la senda junto a los otros, Alik caminó en silencio sacudiendo sus ropas, las cuales estaban llenas de polvos muy chispeantes al igual que su cabello, mientras tanto, Iris no podía dejar admirar sus alrededores, pues se encontraba completamente encantada con el fantasioso panorama.

—Ya hemos llegado —mencionó su guía, quien ahora estaba parado justo en la entrada del pueblo de las hadas, la cual estaba justo a un lado de un pozo al cual posteriormente el gobernante se asomó—. Detrás de estas aguas se encuentra una verdad que ustedes, viajeros, necesitan obligatoriamente saber para ser los héroes de este mundo —les anunció él, por lo que, tanto la pequeña Iris como Alik se miraron mutuamente ante esta novedad, y se acercaron sin decir nada producto de la curiosidad, después de todo, la intensa sensación de ansiedad por saber de qué trataba todo aquello, los obligaba a quedarse en silencio—. Místicos guerreros, observen la superficie por favor —a Meos le bastó con tocar con las yemas de los dedos el líquido, para que en la misma empezaran a verse imágenes, en las cuales se podía distinguir a True cantando—. Actualmente el mundo está en gran caos, y su deber tendrá que ver con salvar vidas, tales como la de este joven: True Elevis.




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