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Capítulo 21: "♫Pasando la tarde juntos♫"

Hoy los pueblerinos de Taizan se enfrentaban a un mal erróneo, donde cuya ideología era principalmente guiar por un camino falso a aquellos nobles de corazón. No obstante, sus habitantes no eran tontos, pues sabían a la perfección que lo que hacían por su pueblo no era nada más que por obligación, ya que la sonata que siempre escuchaban envenenaba sus tierras y las volvía aún más pobres, pero habían llegado hasta un cierto punto en el que a veces esa música (aunque proviniera de un joven esclavizado) los volvía adictos, por no decir, en desaventurados. A todo esto, en el reino de las hadas, el amanecer aclamaba a los dos catalizadores, aunque no solo éste, sino que también lo hacía el rey de ese castillo: Meos.

—Muy buenos días jóvenes guerreros —mencionó su alteza, quien había venido cortésmente a despertarlos, y para ello, entró sin la necesidad de tocar antes a la puerta.

—¿Hm? ¿Buenos días? —dijo un desorientado Alik, quien al parecer había dormido muy mal por su expresión.

—Buenos días —respondió Iris quien, por el contrario, parecía haber descansado de las mil maravillas, pues se levantó radiante—. ¿Qué lo trae por aquí su majestad Meos? —preguntó ella al ver que él mismo se tomó las molestias de importunarlos.

—Son mis invitados, y no puedo dejarlos a la deriva así como así en mis territorios —aseguró él—. De ahí que vengo a guiarlos un poco.

—¿Nos enseñará más a fondo su reinado entonces? —le volvió a interrogar la más baja.

—No necesariamente, pero sí hay algo que deseo hacer. Quiero que prestarles la biblioteca mágica de las hadas.

—¿Enserio? —dijo Iris con mucha emoción, pues se supone que casi nadie puede entrar a los dominios de las hadas por lo desconfiado que es su alteza (o al menos eso es lo que se rumorea).

—¿Por qué te emocionas tanto? —levantó una ceja ya volviendo a estar de mal humor el pelinegro de las mechas.

—Como siempre no entiendes nada Alik —suspiró pesadamente la chica.

—Parece que su compañero está desprovisto de muchos conocimientos —mencionó su alteza sin la intensión de juzgar—. Pero con más razón deseo invitarlos allí.

—¡No es que sea tonto si a eso se refiere! —aclaró el atractivo individuo.

—Ya solito te insultas —se le escuchó decir entre risas a Iris.

—¡Cállate! —le gritó el otro. A todo esto, el rey los interrumpió después de reír por su pequeña conversación.

—Disculpen, pero los estaré esperando a bajo. Así que por favor no tarden, y no peleen mucho tampoco —dejó escapar una leve risa y se retiró, pero apenas lo hizo, Alik dejó ver su molestia al hacer sonar su lengua.

—Ese sujeto me cae realmente mal —mencionó él.

—Yo creo que el rey de las hadas es bastante amable —opinó ella, pero Alik pareció molestarse aún más con su comentario.

—¡Ya deja de alagarlo! —le reprochó.

—Te estás comportando como un niño, Alik —le dijo ella entre cerrando los ojos algo irritada ya—. De cualquier forma… —Iris se levantó de su cama y fue por su ropa— no podemos quedarnos de brazos cruzados. Como él mismo lo sugirió, iremos a la biblioteca a ver si podemos averiguar algo que me interesa saber.

—¡No me estoy comportando como un crio! ¡La única persona con apariencia de uno en esta habitación eres tú! —la señaló sacado de sus casillas, pero aún sentado sobre la cama—. ¿Eh? ¿Qué vas a averiguar? —ella suspiró cansada, e ignorando la provocación de Alik le explicó.

—¿Recuerdas que Zaid dijo que quería servirme? Pues para eso, necesito saber el ritual para llevar a cabo aquello, así evitaremos cualquier problema a futuro —mencionó ella desde el baño, pues allí se estaba cambiando.

—Ah, ¿entonces quieres seguir con la idea de convertirlo en tu esclavo? —dijo Alik, quien también decidió hacer lo mismo que Iris, con la diferencia de que estaba en la habitación.

—¡Pero si serás idiota! —exclamó ella exasperada, y luego al terminar de vestirse, salió de ahí—. Te he dicho varias veces que no es un esclavo, es un como un vínculo entre señor y discípulo.

—Es lo mismo —le refutó.

—¡Qué no! ¡Ay! Mejor dejémoslo —se resignó. Cuando la paciencia de Iris se acabó dejando hasta allí la discusión, ambos salieron de la habitación para reencontrarse con el rey Meos, quien enseguida los llevó al sitio antes prometido; durante su ida, éste les explicó que la biblioteca era muy antigua, pero que se encontraba bien cuidada por las hadas que allí habitaban, demás, los libros de esa zona eran encantados en su gran mayoría para que permanecieran como si nunca hubieran sido usados, no obstante, como en todas las bibliotecas, existían los archivos prohibidos, cosa que por el momento no les interesaban a nuestros héroes.

—Ya llegamos —mencionó Meos deteniéndose frente a unas pequeñas puertas de no más de un metro que también poseían unos vitrales muy hermosos en los cuales destacaban unas preciosas rosas. En cuanto al resto de la estructura era blanca y el techo se componía de una gruesa madera de algarrobo.

—No es tan grande como me lo imaginaba —comentó Alik, quien luego recibió un codazo en su costilla por parte de Iris—. ¡Auch! ¿Podrías dejar de ser tan molesta por un minuto al menos? —se quejó sobándose la zona afectada.

—Tú deberías dejar de ser tan maleducado —le dijo ella irritada entre cerrando los ojos, y luego miró a su majestad más tranquila—. Estamos agradecidos de que nos trajera hasta aquí, aunque no se note por parte de este simplón.

—¡Ah! ¡Me has vuelto a llamar de esa forma! ¡Enana! —el rostro de Iris se ensombreció y pisó a Alik en el pie, ya que no podía alcanzarlo para cachetearlo debido a su altura, así que por lo menos otra opción tenía que tener—. ¡Ah! —gritó con angustia él—. Tienes suerte de ser una chica o te habría pateado —exclamó completamente enojado.

—¡Hum! —ella miró para otro lado cruzada de brazos evidentemente ofendida.

—Esta chiquilla me saca… —murmuró para sí mismo. Mientras tanto, el rey esta vez no rio y pasó por alto el acto al soltar una pequeña tos falsa.




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