Como si de una corriente serpenteante se tratase, así se ataviaba el denigrante ambiente que rodeaba al único e inigualable enemigo de nuestros héroes, pues se encontraba en un trono que no podía denominarse como suyo, ya que su real dueño estaba besando el suelo debajo de la bota de Samael, quien lo presionaba para que se quedará arrodillado contra la alfombra roja, mientras que aquel individuo, temblaba de miedo por ese ardiente sujeto.
—Estos tipos, al parecer, no aprenden —anunció Samael ejerciendo presión sobre la espalda del jovencito.
—¡Por favor, no me lastimen! —anunció el desdichado chico que no tenía no más de catorce años.
—Samael, déjalo en paz —le ordenó Hakim a su compañero en lo que dejaba caer una bola de cristal que tenía sobre su palma, la cual al chocar contra la superficie que pisaban, terminó hecha pedazos, dejando también entre ver el mal humor de Vitali.
—¡Oh! ¿Por qué ha arrugado su bello rostro, majestad! —le exclamó Belfry estando a su lado completamente preocupado.
—Esos malditos derrotaron a Cruil aun con la trampa que les planté —cerró los ojos el albino.
—¡Eso es terrible! —volvió a decir con ese mismo tono de angustia y con un drama muy particular.
—Sin dudas son malas noticias joven Hakim —aseguró Samael, quien no le daba tregua al pobre a pesar de la orden dada.
—¿Qué van a hacer conmigo? —preguntó a base de llantos la pobre víctima de esos mal vivientes.
—¿Qué tal si te cortamos el cuello y se lo ofrecemos a la raza de los vampiros? Estoy seguro que se unirán a nosotros enseguida cuando se enteren de tu origen; será una oferta que no podrán rechazar —se rio con malicia el pelirrojo, y a la par, el muchacho palidecía con esa posibilidad.
—¡Eso es horrible, además, no podemos dejar que su majestad se manche las manos con sangre! —le reprochó a su hermano el peliazul.
—¡Silencio! —el rey de los zorros parecía perder su humanidad con cada segundo que pasaba, en consecuencia, el lugar se ensombreció junto al rostro de Hakim, quien ahora parecía estar otra vez maquinando cosas horrorosas para aquellos que deseaban oponerse a él, no obstante, el escenario en donde parecía haberse instalado la parca, pronto fue removido por su voz que se manifestó casi enseguida y en un tono solemne.
—Viendo las circunstancias, tendrás que hacer todo lo que nosotros digamos —anunció el dueño de las tierras de Taizan en lo que abría sus ojos—. Eso… si es que quieres mantener con vida a tus padres, príncipe Semaid, heredero de los licántropos —ante la amenaza de Hakim, el chico que era sometido, no podía hacer otra cosa que bajar la cabeza ante ese ser, pues sus habilidades eran más que limitadas, sin mencionar, que fue testigo de cómo fueron masacrados sus guardias por esos dos lobos que lo acompañaban, así que con la voz temblorosa y manchando el tapete con sus tiernas lágrimas, cedió con un movimiento de cabeza.
—Como usted ordene, señor Hakim Vitali —dijo con voz temblorosa.
—Así está mucho mejor —en el rostro del zorro se manifestó una sonrisa de satisfacción en lo que sus ojos brillaban con una indescriptible maldad.
***
Pobres son aquellos que viajan sin rumbo, pero peor es para los que tienen un objetivo y les cuesta alcanzarlo. Azotados por una feroz tormenta, justo entre Serdonía y Brinis, el pequeño grupo de Léa se movía con gran dificultad, pues sus pies se hundían en las fangosas tierras del tramo que surcaban, ya que después de haberse alabado entre ellos al arribar una calma momentánea en la batalla anterior, su encuentro con la Nota Vanguardista, una vez más, no pudo esperar, y de inmediato partieron en grupo hacia otra zona del globo en cuanto se despidieron de quienes los ayudaron en el anterior territorio.
—¡Esto está mal señorita Léa! —gritó Zaid para que lo escuchase, pues la ventisca que soplaba ahogaba sus voces y no les permitía comunicarse tan fácilmente.
—¿Qué has dicho Zaid? ¡Apenas puedo escuchar tu voz! —declaró la rubia.
—¡Oye, princesa, esta enana va a ser llevada por el viento! —señaló Alik con el nivel más alto en su tono, pues también le era imposible oírlos.
—¡Deja de decirme enana! —a pesar del ruido, Iris atendía perfectamente los insultos de su compañero, los cuales no dejaba escapar por algún motivo sobrenatural.
—¡Para eso sí escuchas! ¿Eh? —anunció el de mechones dorados que al parecer tenía las mismas habilidades sensoriales.
—¡Cállate!
—¡Chicos, eligieron el peor momento para pelearse! —aseguró Léa, que a pesar de que no entendía lo que decían, comprendía que detrás de ella estaban discutiendo, más que nada porque reconocía la voz chillona de Iris cuando Alik la importunaba, no obstante, apenas ella se volteó vio que ya no estaban—. ¡Desaparecieron! —gritó con desesperación la chica.
—¡Qué! —exclamó el zorro mirando a todos lados, pero no dio con ellos—. ¡Se nos perdieron otra vez! —dijo agarrándose la cabeza alarmado.
—¡Separémonos y busquemos! ¡No podemos dejarlos solos en esta tormenta! —le ordenó Léa y así lo hicieron. Sin embargo, a pesar de los descomunales esfuerzos, la pareja de catalizadores no fue hallada, y la principal razón de esto, era que habían salido volando como si fueran barriletes. De igual forma también se fijaba una duda en el ambiente, ¿cómo podía ser posible que los únicos arrastrados fueran ellos y no también sus compañeros? En sí, había un misterio que se ocultaba ante sus ojos, o más bien, entre el follaje, ya que un sombrero verde se escondió entre los arbustos pasando desapercibido por el resto del grupo e ignorando que esa cosa formara parte de su desgracia. Mientras tanto, desde una cierta altura, Alik quien había agarrado a Iris para evitar que fuera despedida, también cayó víctima de un vendaval que lo impulsó junto a ella, y así los dos terminaron por levitar a una altura poco segura, pero que sin dudas pondría en riesgo sus vidas.