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Capítulo 26: "♫¡Explosiones!♫"

El clima daba la sensación de que el tiempo se había detenido en un tierno momento, uno que realmente no era lo que podría describirse como tal, pues… al estar en una situación en la que muy pronto tu cara quedaría llena de moretones, no generaba el ambiente anteriormente descrito, más bien todo lo contrario.

—¡Prepárate! —le gritó la encantadora pelinegra con ansias de venganza.

—¡Detente, creo que podemos llegar a un acuerdo! —dijo retrocediendo el más alto de los dos, y fue en ese momento en que Alik tropezó con un tronco enmohecido y cayó de espaldas—. ¡Ah!

—¡Oh! —miró divertida el reciente acontecimiento, pero dejó de reír cuando vio algo tallado en aquel tronco—. ¿Qué es esto? —preguntó curiosa, y se acercó al dichoso soltando las piedras que traían consigo, lo cual significaba para el chico que había logrado escapar de su castigo.

—¡Ah, que daño! —mencionó Alik sentándose detrás de aquel trozo de árbol y vio a la chica que estaba examinando éste—. ¿Qué estás haciendo?

—Léa nos ha dejado una pista, bueno, más bien Zaid, pues aquí hay una inscripción que dice “sigan por aquí” —ella señaló con su fino dedo la marca.

—¿A ver? —Alik terminó de levantarse y se acercó también para verificar lo que decía su compañera, lo cual resultaba ser una verdad—. ¡Bien, entonces ya no nos perderemos! —exclamó revitalizado.

—¡Sí! ¡Ahora solo hay que seguir! —aseguró Iris, y sin perder más tiempo, ambos retomaron el sendero para el reencuentro con sus amigos, mientras tanto, Zaid y Léa se encontraban en la entrada de Serdonía, en donde estaban esperando a sus camaradas. A todo esto, su llegada fue menos belicosa que la de sus amigos, no obstante, eso no significaba que les hubiera tomado menos tiempo, pues esperar a que pasara la tormenta, les entregó cierto aburrimiento acompañado de horas perdidas.

—Están tardando mucho. ¿Crees que en verdad han encontrado el mensaje que les dejamos? —Léa frunció su ceño con evidente preocupación, al mismo tiempo, se encontraba de brazos cruzados.

—Sí, estoy seguro de ello, además, Iris es una chica inteligente, seguramente se dará cuenta antes que Alik —aseguró el rubio creyendo fervientemente en sus suposiciones.

—Vaya que le tienes una estima impresionante a Alik —le dijo ella con ironía.

—Realmente no lo hago, eso, a pesar de que es mi nuevo amo —suspiró con pesadez—. Me hubiera gustado que la princesa hubiera sido quien me tomara de esa manera —la futura reina rio con fuerza por las palabras tan sinceras que provenían de parte de aquel zorro.

—¡Eres tremendo! Pensé que le guardarías un poco más de respeto a Alik por eso —ella le dio una pequeña palmada en su hombro a su acompañante, a quien no dejaba de mirar con una sonrisa muy amplia.

—No exactamente —le informó algo incómodo encogiéndose de hombros.

—Bueno, mira el lado bueno, podrás competir por ver quién es más capaz —le notificó la princesa.

—¿A qué se refiere? —le dijo él con algunos signos de interrogación que circulaban por su sien.

—Me refiero a quién es más apropiado para Iris, obviamente —le aclaró ella.

—Me estoy preguntando si esto es realmente una competencia como usted lo hace ver, ya que él no parece interesado en ella deforma genuina, ni tampoco es el caso si lo vemos al revés —le respondió.

—Las cosas no son siempre lo que parecen, Zaid, recuerda eso —le recordó, aun así, el chico no se veía del todo convencido por la exhaustiva y un tanto deprimente charla, más la princesa, al ver en él reflejadas aún las dudas, estaba dispuesta a seguir con el debate, no obstante, a los pocos minutos desde el horizonte, lograron sorprenderse al ver a los dos integrantes que faltaban de su grupo acercarse, así que una enorme alegría se esparció entre los chicos dispersando el ambiente estoico.

—¡Ahí vienen! —exclamó emocionada Léa, quien no pudo esperar y se lanzó con los brazos estirados hacia Alik e Iris—. ¡Estaba súper preocupada! —declaró la rubia después de abrazar a la pequeña, quien inmediatamente se quejó por ser estrujada con violencia.

—¡Agh! ¡Léa, no me dejas respirar! —le advirtió la más baja.

—¿Y yo? ¿No me vas a dar un abrazo a mí también? —se señaló a sí mismo Alik esperando con ansias el recibimiento de la hermosa princesa.

—No puedo hacer eso Alik, Iris se pondría histérica —mencionó la dueña del báculo deteniendo un momento sus movimientos.

—¡Yo no me pondría histérica por eso, y deja de shippearme con este descerebrado! —le reclamó la joven.

—Se lo dije… —murmuró Zaid para sí mismo mientras se acercaba a ellos.

—¡Deja de llamarme de esa manera! ¡Plana! —le regresó el insulto Alik.

—¿Cómo me llamaste? —volteó Iris para ver a su pareja, a quien miró con odio.

—Chicos, ya es suficiente —volvió a tratar de calmar las aguas la princesa, pero entonces una enorme explosión sacudió la tierra debajo de ellos, y enseguida dirigieron todos la mirada al lugar donde creían haber escuchado el estruendo.

—¡Qué fue eso! —dijo Alik alarmado.

—¡Fue dentro del reino! —señaló con su dedo Zaid la dirección en la que se manifestaba una densa nube de humo.

—¡Vamos! —ordenó la princesa, e inmediatamente arribaron al lugar, y así, como si estuvieran patinando a través de una pista de hielo, todo el grupo se trasladó con gran velocidad a la accidentada comarca. Más adelante, justo cerca de las orillas de un pequeño canal donde anidaban unas casas, se encontraban una mujer con unas llamativas y coloridas vestimentas que, con un busto prepotente, portaba una corona sobre su cabeza; esta chica poseía largos cabellos rosados y sus ojos reflejaban el azul del mar, e igualmente, su altura no era tan considerable, sin embargo, su personalidad demostraba ser imponente.

—¡Te dije miles de veces que no te metas con nuestras tierras, príncipe de pacotilla! —exclamó la chica señalando descortésmente a un muchacho que no parecía superar su edad, es decir, la de dieciséis años, a lo que, muy por el contrario, él poseía unas ropas rojizas que destacaban por lo simplistas que resultaban ser, ya que podrían asemejarse a las vestimentas deportivas, y sobre sus hombros, el desconocido cargaba una chaqueta como si fuera una capa. Por lo demás, sus ojos eran violáceos, y su cabello corto pero castaño con algunos mechones que caían sobre su rostro, lo cual le daba un aspecto más altivo.




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