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Capítulo 39: "♫Montaña Dragón♫"

Detrás de toda lucha, siempre está el motivo que viene sujeto a ésta, por lo tanto, no debemos olvidar bajo ninguna circunstancia la razón que acompaña al combate; la razón de la rebelión. Así como mencionamos en un comienzo, la idea de esta travesía, proviene de las raíces que expande la Nota Vanguardista, aquella que es capaz de purificar los corazones de los corrompidos, y mantener la paz que tanto desean los habitantes de su mundo. Otros, por otra parte, anhelan la destrucción y que el inminente caos que se está instalando a paso indiscriminado, se desate de inmediato en los poblados más nobles. No obstante, no hay que dejar de lado, a aquellos firmes guerreros que no creen en la derrota.

—¡Por aquí! ¡Estoy segura de que está por aquí! —indicó Léa sin detener su trote.

—¡Espérenos princesa! ¡Va muy rápido! —le rogó Alik, quien al parecer mantenía un poco el ritmo, aunque el aliento lo estaba perdiendo por la acelerada situación.

—Señorita Léa, esto es una muy mala idea —Zaid expresó a duras penas, aunque nadie lo escuchó debido a lo débil su tono.

—¡Alto! —ante esta orden, todo el grupo se detuvo abruptamente frente a unos tres picos, en los cuales, justo sobre ellos, descansaban otros tres dragones. Aun con su llegada, las criaturas de aspecto dantesco, permanecieron inmóviles, es decir, ajenas al conjunto de aventureros, quienes no podían evitar echarle un ojo a su aspecto con más detalle. Los orbes de las bestias, se encontraban encendidos en un fuego eterno, casi tan atractivo como lo era la chispa de la vida. De sus hocicos salía su aliento; uno que se fusionaba con el aire convirtiéndose así en neblina, y llegando de esa manera, fácilmente a los pulmones de los viajeros como a los de los acunados en aquel lugar.

—¡Qué asco! ¡Esto quiere decir que desde que nos topamos con la neblina estuvimos respirando el aliento de estas cosas! —Alik gritó aquello con una debida sensación de repugnancia, mientras que los demás simplemente fruncieron el ceño con asco.

—Por favor, no nos hagas ser conscientes de ello… —pidió Iris con un tono preocupante.

—Chicos, la realidad es que ya sabemos el origen de la neblina, por lo tanto, hay que enfrentarlo —aseguró la rubia en lo que se volvía hacia los dragones.

—¿Qué piensa hacer princesa? —preguntó Reverse.

—¡Esto! —ella se arrancó una vez más el collar y lo arrojó al aire—. ¡Yo, la princesa Léa Milenios, la principal heredera del reino de Shion, convocó tu poder! ¡Gran báculo de Sir Syrkei! —estirando ahora su mano hacia el firmamento, el objeto brilló con intensidad, cegando a los allí presentes, como también a los monstruos que por fin lograron cerrar sus fauces de la impresión. Es así como el dije cambió a su forma original con aquello, volviendo a ser un bastón con doble empuñadura, donde en cuyos enlaces se encuentra una calavera de oro añejo, mientras que lo demás era decorado por un hermoso grabado en espiral que llega hasta el punto más alto del arma, específicamente hablando, el orbe de fuego que está en su punta; apenas finalizó su transformación, el báculo aterrizó en la palma de su dueña.

—¡Ahora sí! ¡Es hora de la purificación! —señaló a los engendros con su bastón mágico, no obstante, una voz que salió desde lo profundo de las montañas, interrumpiendo el accionar de su alteza.

¿Quién es el descarado que ha venido a irrumpir en mi reinado? —en la tierra tembló con ese tono, y a los pocos segundos, una sombra cubrió parte de las dos lunas que dominaban sobre sus cabezas.

—¡Qué pasa nya! ¡Mi pelaje se eriza nya! —la piel, como la cola y cabellos de Diamant, se levantaron estrepitosamente mientras dejaba salir un bufido, e incluso, se escondió detrás de Alik sin olvidarse de mantener su defensa bien altiva.

—¿Qué es eso? —preguntó alarmada Iris en lo que señalaba más allá de los picos; de inmediato, una figura tan enorme; casi tan amplia como las mismas montañas, empezó a asomarse entre las cumbres, las cuales se convertían en algo insignificante ante la criatura, dejando así en evidencia la diferencia de alturas una vez en vista. Llegados a este punto, el cuerpo de ese lagarto, era tan escamoso como el de cualquier dragón, sin embargo, no se podía ver al detalle dado a que su sombra cubría la mitad de su longitud. A todo esto, los dientes tan vivamente afilados, más sus garras que firmaban con su huella la tierra, dejaban en evidencia la potencia de sus características, sin mencionar, el temido brillo de sus ojos, los cuales se dirigieron a los atemorizados héroes.

—Ustedes, viajeros, ¿son los que se han atrevido a incordiarme? —sin labios, pero sí con las fauces entre abiertas, liberó aquel enorme dragón sus palabras, queriendo ver así las verdaderas intenciones de los aventurados.

—Ese debe de ser el dragón Gaikoz nya —mencionó temblando la peliazul.

—Entonces… —Léa, en un gesto de respeto, bajó su báculo, y lo apoyó en el piso, seguido de eso sin soltarlo, se inclinó ante ese ser.

—¡Qué está haciendo princesa! ¡No debería…! —exclamó Alik realmente impactado, sin embargo, no fue el único en tener esta reacción.

—¡Está segura de hacer esto! —preguntó Iris en voz alta también.

—Nunca me imaginé que ella podría hacerlo —declaró Zaid mirando desde el hombro de su amo, pues le parecía un acto conmemorativo.

—La más poderosa de las herederas del reino de Shion… está bajando su cabeza nya —susurró asustada Diamant.

—Has dicho… ¿la heredera del reino de Shion? —repitió aquel dragón. De improvisto, hubo un silencio que hizo encoger a todos, pero no a la princesa, la cual, por un momento, fue iluminada por el vasto cielo gracias a que Gaikoz se hizo a un lado.

—Eleva tu mirada, jovencita —ordenó el feroz ser que tenían delante de ellos.

—Sí señor —apenas atinó a su pedido, sus ojizarcos orbes reflejaron las constelaciones como también la luz de la noche, mientras que sus cabellos solares, se movieron por el viento, y destacaron la esplendorosa extensión que poseía de su trenzada cabellera. En cuanto a la armadura que portaba (la cual era ligera) también hacía destacar su solemne figura.




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