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Capítulo 46: "♫Como mi único elemento♫"

El viento a veces suele tener la habilidad de realizar un silbido cuando un objeto cae rápidamente o, también cuando rebota frente a ciertas superficies, provocando así semejante resultado, y hablando de velocidad, estábamos frente al caso de una posible colisión entre la tierra y el barco de algodón. Atrapados entre las paredes del pánico, tres de nuestros héroes se encontraban imposibilitados flotando sobre el aire, ya habían tenido un intento fallido por detener semejante aterrizaje. No obstante, aún quedaban esperanzas, y ésta se encontraba a bordo de la nave.

—¡Prepárense para el impacto! —gritó Melba, mientras que Diamant se mantenía agarrada de la pared del barco ya que no había logrado alcanzar a su contrario.

—¡Nya! ¡Vamos a morir! —empezó a lloriquear desesperadamente la Gata Persia.

—¡Nos vamos a estrellar contra un lago! —declaró uno de los marineros que apenas y se asomaba al borde para verificar la situación.

—¡En ese caso todos acérquense lo más que puedan a los botes! —pidió Melba.

—¿Un lago? ¡Eso es! —gritó animada Léa, quien inclinó un poco su báculo en la superficie de madera, y ahí, poco a poco empezó a aparecer un círculo dorado debajo de sus pies, e inmediatamente, estrellas dibujadas por la luz se esparcieron, mientras que su voz se transformaba en eco—. ¡Dios bondadoso que has creado los elementos, déjame a mí, tu sirvienta, crear un milagro purital! —de la nada, una maravillosa canción rítmica sumada a un arcoíris de luces, explotó esparciendo una gama de estrellas sobre los individuos y las aguas que se encontraban debajo de ellos se sumaron a ésta creando una red acuática, luego ésta ascendió atrapando así el arca en una sábana mágica.

—¡Bien hecho! —gritó Alik al ver que todo estaba bajo control, pero su festejo no duró mucho debido a que el mismo hechizo, hizo que él saliera volando al igual que el zorro e Iris.

—¡Ah! ¡Nos ha empujado con esa ráfaga! —exclamó la más baja.

—¡Rayos! ¡No ha medido su fuerza! —hizo saber Zaid, y entonces para remediar semejante inconveniente, volvió a usar uno de sus hechizos, logrando así encapsular a sus amigos como a él mismo en una burbuja. Ahora podrían soltar suspiros de alivio mientras flotaban en el aire e iban en descenso paulatinamente cerca de un extraño pero espeso laberinto de enredaderas, el cual estaba entre los reinos, es decir, entre el licántropo y el vampírico. En cuanto a Léa, el control de los elementos no eran su fuerte, pero al menos, se permitía dominar uno solo, y por obviedad, se trataba de ese líquido vital; por fortuna para todos los que estaban en la nave, el inconveniente logró resolverse exitosamente, justo después, el vehículo se plantó sobre la superficie transparente, pero posteriormente la desesperación volvió a regir, ya que la nave se estaba hundiendo por el hueco.

—¡A los botes! —ordenó por segunda vez el capitán, y tanto los que estaban lejos como cerca se subieron a éstos y empezaron a evacuar sobre las aguas. Mientras tanto, su alteza, se encontraba buscando con la mirada a sus demás amigos, a quienes no encontró—. ¿Qué sucede princesa Léa? —la interrogó Melba.

—¡Iris, Zaid y Alik, no están por ninguna parte! —anunció ella algo alarmada.

—Seguramente decidieron dar un paseo para hacer sus lazos más fuertes, ¡nya! —alegó Diamant ya mucho más calmada, e ignorando lo ridículo de su comentario. Segundos más tarde, entró en pánico al ver que el líquido empezaba a acariciarle los tobillos—. ¡Está entrando el agua nya! —se llevó sus manos sobre la cabeza.

—Podrán concentrarse en ellos una vez salgamos de la nave. ¡Vamos! —el enmascarado empujó a sus invitados a uno de los botes y se los llevó consigo. Y hablando de invitados, por el lado de los catalizadores y el zorro, aún se encontraban flotando levemente en el aire, hasta que las burbujas que los envolvían los depositaron finalmente en tierra firme, pero no antes de explotar suavemente como lo hacen las pompas de jabón.

—Por fin bajamos —mencionó más relajada Iris.

—Pude hacer el conjuro a tiempo, gracias a Dios… —declaró con cierta alegría Zaid.

—Pueden hablar de eso más tarde. ¿Dónde se supone que está la princesa Léa?, ¡y para colmo tampoco veo el barco de ese patán! —gruñó con molestia el pelinegro de mechones dorados.

—Al parecer la onda expansiva del viento hizo que termináramos lejos de los demás, por lo tanto, debemos estar separados… otra vez —informó el lacayo del catalizador.

—Entonces hay que movernos —se apresuró Alik empezando a caminar por delante de ellos.

—¡Espere amo Alik, no es por ahí, es hacia el otro lado! —señaló con un dedo y alzando la voz el zorro.

—¿Eh? ¡Ah, sí, eso ya lo sabía! —mencionó haciéndose el tonto.

—Cuando se trata de la señorita Léa no puede mantenerse quieto, ¿no? —expresó Zaid soltando un suspiro, pero manteniendo una sonrisa en los labios. No obstante, su compañera, Iris, se veía un tanto afligida, ya que liberó su aliento de forma diferente, en otras palabras, con pesar—. ¿Princesa?

—Ah, sí, lo siento —se expresó algo distraída, aunque aun así no dejó de lado el proceder de la marcha.

—¿Qué le ocurre? —preguntó el rubio mientras le seguía el paso estando los dos detrás del desesperado de Alik. El muchacho pelinegro, se veía agobiado; de ahí que les llevara una cierta ventaja.

—Bueno, sabes… le prometí a Alik que iba a ayudarlo a conquistar a Léa, pero… ya no sé si quiero hacerlo —se sinceró Iris.

—¿Qué? —la confesión de la pelinegra dejó perplejo al zorro mágico, más que nada porque se había dado cuenta (antes que ella) que probablemente desarrolló sentimientos por Alik Reverse, es por eso, que quizás la muchacha había hecho tal declaración; si estás enamorado de alguien, no es de sentido común ayudarlo que para que se quede con otra persona.

—Es que… no sé cómo explicarlo, pero últimamente, después de lo pasado con Gaikoz en las montañas… no ha dejado de latirme el pecho con desesperación cada vez que estoy muy cerca de él, incluso, hay veces donde comienza a dolerme el pecho cuando se refiere a Léa —afirmó ella mientras una mano se le acomodaba en el torso, lo que hizo que Zaid, disimuladamente, fijara los ojos en el camino, pero no precisamente hacia el frente, sino al suelo; ahora mismo el rubio se encontraba en una encrucijada; en una, que era implementar el papel de amigo (con Iris) o de rival (para Alik). No obstante, la meditación del muchacho fue leve, más que nada porque la pequeña seguramente esperaba una respuesta conmovedora de su parte y, además, no podía poner en duda sus propios sentimientos hacia ella. Al final, esto era una competencia, porque lo que se jugaba aquí, era el amor de la más baja.




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