La memoria a veces suele ser muy engorrosa, pues nos hace olvidar y distraer muchas veces de lo que es realmente importante, y en este caso, no era la excepción. Nuestra pequeña heroína, se había olvidado de lo que ocurrió dentro de ese campo (al menos por ahora). En cambio, Alik Reverse no lo había hecho. El pecho aún le palpitaba como si fuera un vehículo con mil caballos de fuerza, y la sensación de tener arriba a la muchacha, le hacía temblar las manos.
—¿Qué fue lo que pasó? —se llevó un dedo a los labios la joven mientras se sentaba sobre las caderas del catalizador. Sin notar la exaltación del antes mencionado por la posición tomada, miró entonces el cielo lluvioso. Si mal no recordaba, lo último que pasó fue que se separó de Zaid y Alik, para luego internarse en el bosque de lianas, de ahí, lo demás era un misterio.
—¡Quedaste atrapada entre unas enredaderas nya! —gritó la gata Persia a su compañera, en un intento de hacerle refrescar la memoria.
—Alik fue el que te salvó —informó Léa para agregar más detalles.
—¿Alik? —preguntó la más baja, y volteó a mirar al morocho de mechones dorados con cierta curiosidad, pero éste al percatarse de esos ojos azulinos empezó a los gritos.
—¡No me mires! —lo cual hizo sobre exaltar a Iris, e instintivamente se levantó de sobre él.
—¿Pero qué rayos le pasa? —preguntó algo sobresaltada.
—Ni idea —movió la princesa sus hombros con el mismo desconcierto que ahora poseía Ia chiquilla.
—Cómo puede ser esto… —un gruñido bajo se escuchó entre la lluvia que estaba empezando a ceder, y esto hizo que el grupo de su majestad volteara hacia el susodicho.
—¿Zaid? —preguntó la muchacha que tenía los cabellos como el sol.
La mirada del zorro, la cual solía ser tan cálida y dócil, ahora se hallaba envuelta en tinieblas, lo cual sacó de onda a sus allegados, quienes tuvieron los deseos de acercarse a su persona, pero no lo hicieron debido a un alarido que éste ahora bravo animal soltó.
—¡Qué te pasa! —exclamó algo asustada Léa.
—¿Qué me pasa? ¡Qué me pasa! —Zaid estaba frustrado, y su sombrío rostro se elevó de golpe dejando caer algunas gotas de la lluvia que se le habían pegado a sus cabellos—. ¡Ustedes no lo entienden!
—Quizás yo sí —dijo alguien desde el suelo; se trataba de Alik.
Tanto los lobos, los vampiros, los elfos, y el resto de su grupo de compañeros, ahora plantaron sus miradas sobre él guapo catalizador, quien también se encontraba empapado sensualmente por las lágrimas del cielo. El chico se fue incorporando lentamente, y apoyando una mano en su cadera se dirigió a su sirviente.
—Estás frustrado porque otra vez la he salvado, ¿no? —mencionó dedicándole una intensa mirada gallarda a su rival.
—¡Hum! —Zaid apretó los dientes, y afirmó contra la tierra sus pies.
—El que no digas nada significa que tengo razón —lo señaló con su dedo y sonrió.
—¿Zaid también intentó salvarme? —preguntó Iris dándose cuenta de ello, y Léa asintió a su interrogante.
—Sí, pero no lo logró por lo visto —le aclaró la joven guerrera.
—¡No tienen derecho a opinar! ¡Y mucho menos tú Alik! —declaró Zaid—. ¡Ni siquiera amas a Iris, y tienes la cara para decirme semejante cosa! —de repente, las siguientes palabras de su amo avasallaron al pobre zorro, quien no se esperó semejante respuesta.
—Sí que la amo —afirmó cerrando los ojos.
Al principio, todos se quedaron impactados, especialmente la enana del grupo, pues recordaba perfectamente que hasta hace nada, el otro estaba loquito por Léa.
—¡Qué! —alargó su grito la pelinegra sin poder creerlo.
—¡Qué va a pasar con Léa nya! —la gata gauchesca se llevó a sus mejillas las dos manos sin poder incorporar a su cerebro lo que allí escuchaba, pero entonces, algo se posó sobre el hombro de la de rulos y la sacó de sus dudas.
—No te preocupes, tarde o temprano este idiota tenía que darse cuenta que su amor no estaba bien infundado —la princesa se limpió unas lágrimas de emoción provenientes de su rostro por la gran noticia que recibía; no sólo se libraba de los acosos de Alik, sino que también su shipp se había cumplido, así que estaba feliz.
—¡No vengan con esas cosas! —reclamó Iris a Léa con las mejillas encendidas—. ¡Debe de ser una broma Alik! ¿Verdad? —se volteó a ver a su compañero de canto, quien ahora se frotó la nuca con su mano mirando a otro lado algo apenado, lo que hizo que la boca de Iris se abriera de la impresión.
—No estoy bromeando —explicó sutilmente.
—¡Eso es mentira! —insistió Zaid realmente furioso, y se acercó a Alik para encararlo, pues pensaba que le estaba tomando el pelo—. ¡Cómo puedes afirmar eso si nunca las has tratado como corresponde! —le reprochó.