En muchas ocasiones, las lágrimas dicen más que las palabras, ya que cuya existencia, señala el fin o el comienzo de una agonía, pero aquí, podemos ver que adquiere el significado de una nueva lucha. Léa Milenios se limpió el rastro que había dejado esa agua salada en su rostro, y se preparó con su báculo para entrar en batalla. Estando en clara desventaja gracias al plan de su enemigo, nada más quedaba rezar por algo de suerte y esforzarse al máximo para derrotarlos.
Las puertas del salón vibraron por última vez, y la entrada explotó haciendo volar una impresionante humareda, de ahí, ambas mujeres tuvieron que esquivar los proyectiles provenientes de la puerta, mientras que las burbujas se alzaron para evitar ser golpeadas con ambos catalizadores adentro.
—¡Escucha mi intensa chacarera nya! —gritó la gata, quien volvió a hacer uso de su guitarra apenas aterrizó con éxito en el suelo. Sus maravillosos hilos se amarraron contra la bestia que se asomó entre la nube de polvo, no obstante, no conformes con este problema, Zero no aguantó las ansias de atacar tampoco, y utilizó su arma contra la gata, quien descuidaba sus espaldas.
—¡Diamant! —gritó la princesa que llegó a cubrirla con su maravilloso escudo a su amiga, repeliendo así el ataque del zorro.
—¡Gracias por la ayuda nya! —mencionó la más baja, pero entonces, el feroz ser la tironeó de sus hilos arrastrándola hacia él por el aire.
—¡No! —exclamó la princesa al ver que Diamant estaba por caer en las fauces de la bestia víctima de esa terrible acción, y aunque quiso tomar su mano para evitarlo, ni siquiera llegó a rosarla—. ¡Diamant!
—¡Será mejor que me prestes más atención! —gruñó Zero. El muchacho formó un círculo delante de él, apuntando así a su alteza, y liberando contra la dichosa un hechizo—. ¡Orreitne! —una espesa masa negra chocó contra la barrera de la rubia, y empezó a contaminar su protección.
—¡Qué clase de magia es esta! —gimió la princesa, quien intentaba purificar con su propio poder aquella masa oscura, pero al mismo tiempo, no lograba centrarse, gracias a la desventura que vivía su amiga. Sin embargo, en ese momento, cuando la gata Persia estuvo a punto de acariciar la garganta del hombre lobo, una de las ventanas de la sala reventó, y entonces una silueta difusa atrapó a la pequeña de cabellos azules.
—¿Estás bien? —dijo el héroe de turno: Seiran, el vampiro. Su estado parecía ser óptimo a pesar de estar manchado de sangre.
—¡Nya! ¡Muchas gracias nya! —mencionó felizmente la de ojos verdes.
—¡Menos mal! —expresó aliviada su alteza, pero se percató de inmediato que esa oscuridad la estaba a punto de engullir, por eso mismo dio un salto hacia atrás observando como su escudo mágico desaparecía junto a esa cosa. En cuanto a Zero, al ver llegar al líder de los chupa sangre, no hizo más que chasquear la lengua.
—No importa que él esté aquí ahora, ¡ya que no va a cambiar los resultados! —afirmó el pelinegro, e inmediatamente volvió a arremeter contra la chica de los cabellos como el sol, repitiendo el primer hechizo que les lanzó en conjunto. Aunque Léa no contara con sus catalizadores, ella poseía aún nobles dotes que la ayudaban a enfrentar el peligro, por eso con gran eficiencia, podía esquivar los ataques de Zero, y mientras tanto, buscaba una abertura.
La batalla era intensa, y tampoco se veía fácil luchar contra un amigo, menos darle frente a un lobo feroz, el cual tiró a bajo las cuerdas de la gata previamente, e inmediatamente después, buscó arremeter contra el chico y la muchacha, no obstante, a pesar de la tremenda batalla que tuvo Seiran contra aquella manada, tenía las suficientes fuerzas como para tratar con otro más. El de ojos color miel, mantuvo a la felina entre sus brazos, y con habilidad, dio un giro en el aire que les permitió evitar la enorme garra que intentó golpearlos. El puño de la criatura se quedó atascado en el concentro, por lo que Seirán aprovechó para decirle rápido su plan a la chiquilla.
—Ataquemos juntos —bajó a la gata Persia luego de aterrizar—. Inmoviliza sus movimientos, y yo me encargaré de la transformación del príncipe —declaró poniéndose en posición de pelea.
—¿Ese es el príncipe nya? —mencionó sorprendida la gata en lo que sujetaba con algo de nervios su guitarra, pero en ese momento, la terrible bestia se liberó.
—¡Hazlo, no hay tiempo! —le gritó Seiran, y Diamant asintió rápidamente varias veces.
—¡Sí nya! ¡Escucha una vez más el ritmo del gato zapatero nya! —Diamant hizo una pose, y tocó su guitarra con esmero, atrapando de nueva cuenta al aterrador ser. Mientras la de ondulados cabellos se centraba en su poder, no pudo evitar notar que Léa estaba levantando una gran cantidad de polvo del suelo, y eso se debía no sólo a su vehemente manera de esquivar los ataques, sino también a los mismos que producía Zero, así que éste en determinado momento tuvo que parar, pues su visión se vio afectada, así como la de los presentes, excepto la del vampiro.