Como un inmenso mar, las noticias golpeaban sin piedad a los habitantes de Acutis como a nuestros mismos aventureros, pero mientras tanto, desde el lado de sus enemigos, se llevaba a cabo otro tipo de situación a tener en cuenta. Hakim se había quedado a solas con aquel brujo oscuro, y al mismo tiempo sus dos lobos lo esperaban a fuera, y en esto, Belfry sacó a relucir un tema en concreto.
—Samael —le llamó la atención a éste.
—¿Qué es lo que quieres? —mientras Belfry estaba sentado debajo de la sombra de un árbol carente de hojas, le respondió.
—He estado notando que hay algo diferente en Zaid —le comentó—, es decir, en Zero —se corrigió. Aquel al que le dirigía sus palabras, levantó las cejas ante semejante inquietud.
—¿De qué vas? —le preguntó mientras se giraba hacia él con los brazos cruzados.
—Estoy seguro de que el micrófono que le introdujiste está quizás roto —mencionó en respuesta. Después de lo dicho, Samael de una forma impresionante se rió, aumentando así la tensión entre los dos.
—No sé a qué te refieres —dejó de cruzar los brazos, y abrió éstos en forma desentendida.
—¡No te hagas el tonto! —alegó con enojo—. ¡Estás ocultando algo! ¡Sé que ocultas algo! —lo señaló con su dedo.
—¿A sí? ¿Y qué te hace pensar eso? —se dirigió a él con un tono superior pero también sombrío.
—Zaid se interpuso entre tú y yo aquella vez —le dijo, cosa que provocó como reacción en Samael, que entre cerrara los ojos—. También cuando hice la misión con él, mostró preocupación —expresó e hizo un movimiento brusco con su brazo agitándolo en el aire como si cortara éste—. ¡Él está consciente!
—Aun cuando estuviera consciente, no afecta en nada a nuestros planes, ya que seguirá nuestras órdenes aunque no quiera —aseveró Samael, y mostró una sonrisa perversa.
—Como puedes ser tan… —dijo temblando en su lugar—. ¡Pensé que al menos tendrías una pizca de compasión por él debido a que eres inmune a los efectos de la ausencia de la Nota! —declaró—. Pero ya estoy harto de esperar algo de ti —él se empezó a acercar a su hermano, y le pasó de largo por su lado.
—¿A dónde vas? —interrogó a Belfry.
—Estoy hasta la coronilla —se detuvo, y giró su cabeza gritando a su hermano—. ¡Liberaré al joven Zaid de tu maldición! —terminó de volverse, y cerró los ojos con fuerza mientras seguía vociferando—. ¡Ya llegué a mi límite! ¡No puedo dejar que el amo, y tú sigan esparciendo la maldad sobre éste mundo! —pero apenas abrió los ojos, el peliceleste se encontró al pelirrojo invadiendo su espacio personal.
—¿Y crees que voy a dejarte hacerlo? —le susurró, y entonces Belfry sintió una presión en el pecho que le hizo bajar la mirada.
—¡Qué estás haciendo! —expresó alarmado al ver que su hermano había hecho aparecer uno de los cinco micrófonos, y empezaba a introducirlo en él en contra de su voluntad—. ¡Detente! —él intentó forcejear con Samael, pero sus fuerzas poco a poco se vieron superadas—. Por qué… haces esto… hermano…
—Creí que podría utilizarte siempre y cuando el amo Hakim fuera el que orquestara todo esto —mencionó con calma, cosa que dejó desconcertado a Belfry—. Pero tú… al ser pariente de un ángel, eres inmune a la ausencia de la Nota Vanguardista tanto como yo, y tu alma no es fácil de corromper, así que es mi deber usar esto en tu contra.
—Hermano —la mano tiritante de Belfry se sujetó al brazo de su pariente, y así intentó con todas sus fuerzas, mantenerse consciente de sus actos—. Así que, tu verdadero objetivo es otro… —mencionó aún luchando por evitar que sus ojos perdieran su estabilidad—. ¡Sólo… has usado a su majestad! ¡Uhg!
—¡Ja! ¡Tú y ese zorro son sólo parte de mi plan! —sonrió de lado al ver como el micrófono se adentraba al cuerpo de su hermano, quien empezó a retorcerse en el suelo por el dolor—.¡Muy pronto este mundo volverá a ser como era antes! ¡Nada de amistades entre seres de otras razas; sin ningún hada o bestia sobre la tierra, y los demonios pisando ésta mientras luchan contra sus peores enemigos; los ángeles! —se reía en lo que los gritos de agonía del lobo de agua, se mezclaban en el ambiente—. Que en el pasado hubiera existido una especie de unión, es lo más desagradable que puede captar mi cerebro —señaló con un dedo su propia sien.
—No… el amo… su majestad… —Belfry estiró su mano hacia Samael desde el piso, pero para cuando lo hizo, había caído finalmente bajo su hechizo, realizándose así unas cadenas que aprisionaron firmemente tanto su pecho, como el mismo micrófono; ese fue su final.