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Capítulo 68: "♫El misterio del día del viento♫"

Era una lastima que los cálculos de la princesa hubieran fallado, y que peor aún, tuvieran que pasar la noche en semejantes condiciones. La rubia internamente se lamentaba por su suerte, pero más por sus amigos, quienes hicieron un esfuerzo en vano por conseguir un lugar donde pasar la noche, por lo que al echarles una mirada a la parejita con cara de cansancio, llegó a pensar: “Si Zaid estuviera aquí, él seguramente hubiera hecho algo para cubrirnos de la lluvia”, dijo a sus adentros.

—Nya —Diamant soltó un pronunciado bostezo tragando algo del agua de la lluvia, y exclamó casualmente lo siguiente—. ¡Ojalá Zaid estuviera aquí nya, así no tendríamos que mojarnos nya! ¡Cómo se le ocurre dejarnos a la deriva nya! —dijo lamentándose por la situación algo irritada. Y esa expresión hizo que Léa la mirara con sorpresa, cosa que notó la gata gauchesca—. ¿También extrañas a Zaid nya? ¿No es cierto Léa nya? —le preguntó descaradamente, y la dueña de los cabellos como el sol se sonrojó un poco, aunque ese mismo detalle no podía notarse por la tenue luz como también por la misma intensa lluvia.

La princesa guardó silencio sin decir una palabra, y ambos catalizadores, se miraron escuchando la charla de las dos chicas, por lo que el atractivo muchacho decidió hablar con amabilidad.

—Está bien si lo extrañas. Más de uno aquí echa de menos a ese zorro sarnozo —declaró el pelinegro empapado.

—Alik… ¿cuándo será el día en que te dirijas a él con amabilidad? —resopló Iris.

—¿Qué? Yo creo que ya se habrá acostumbrado a la forma en que lo trato a pesar de… aquella vez —Alik recordó cuando se pelearon por su enana; fue la última discusión que realizaron como compañeros. Un ligero e incómodo silencio se apoderó de los cuatro, no obstante, Léa decidió romperlo.

—¿A ustedes… no les gustaría hacer feliz a Zaid? —les preguntó a todos mientras su alteza miraba los azulejos empapados por la lluvia y que seguía siendo rociados por ésta. La increíble pregunta, los atrapó con la guardia baja a los tres, y todos entre sí se miraron, pues pensaban que Léa estaba con la mente medio nublada por el mismo aguacero.

—Puede ser… ¿que te guste Zaid, Léa? —Iris se atrevió a preguntar con un tono apacible.

—¿Gustarme? ¿A mí? —declaró extremadamente asombrada—. No puede ser… para mí este viaje es…

—Han pasado muchas cosas durante el viaje —dijo Alik, quien removió la mano que tenía sobre el hombro de Iris para ponerla en la cabeza de ésta—. Yo me quedé con esta mocosa aunque no me lo proponía —sonrió con amplitud—. No sería tan loco que tú te fijaras en ese zorro tan insoportable.

—¡No me llames mocosa! —le renegó la más baja.

—¡Yo también creo lo mismo nya! —informó Diamant levantando una mano con gran ánimo—. Cuando buscas hacer a alguien feliz, eso significa que esa persona realmente te gusta nya. Es… ¿cómo decirlo nya? —se llevó un dedo sobre el labio pensativa—. ¡Cómo si creyeras que siendo parte de su mundo nya, lograrías hacerlo algo más bonito nya!

Sus amigos, más que compañeros, se mostraron sinceros, y con grandes motivos para apoyarla en sus creencias como sentimientos, por lo que Léa en ese momento, algo anonadada, entendió que contaba con unos grandes camaradas a su servicio.  Sin embargo, también entendía que esa clase de deseos no estaban nada más ligados al romanticismo, así que estando aún insegura, preguntó:

—¿Y cómo sabes que no es simplemente amistad? Ustedes me aprecian, y desean mi felicidad, ¿no es así? —declaró ella. El agua empezó a mermar en intensidad volviéndose menos violenta, lo cual les daba un respiro a nuestros héroes.

—Yo lo sé —declaró Iris levantando suavemente su mano, y todos les prestaron especial atención—. Acaso cuando ves a Zaid, ¿no te dan ganas de abrazarlo?, es decir… ¿no te da un poco de inquietud estar cerca de él? —ella intentaba darle pistas a su alteza para aclarar sus ideas.

—Pues… —su majestad se llevó una mano a la barbilla, y se quedó pensativa. Era verdad, hubo una vez en que ella se sintió así, por lo que se sobre exaltó—. ¡Pero fue sólo una vez! —aclaró avergonzada.

—¡Nyhahaha! ¡Basta con una sola sensación nya! La que más piensa en Zaid aquí eres tú nya, ya van muchas veces que haces alguna referencia sobre él nya —cuando Diamant le dijo aquello, Léa cayó por fin en la cuenta.

¿Pensar en él?, ahora que se detenía a meditarlo, el muchacho había estado en su cabeza desde lo que pasó con Gaikoz, e inevitablemente, su pecho dolía cada vez que atinaba a recordarlo. Ese lindo zorro los había traicionado, pero… ese abrazo, esas lágrimas de las que fue testigo, hablaban de una sinceridad que se expresó sin miedos en Segmug.

—Puede que sí esté… enamorada de él —una vez más, la fuerza del cielo disminuyó de tal manera, que las mismas gotas que reflejaban la luces de las farolas en el “puerto”, creaban la ilusión de que lo que caía era un polvo estelar, iluminando así (muy apaciblemente) el rostro ardido de la princesa. La líder del grupo era la que menos se imaginaba que iba a ser atrapada por alguien en este viaje, así que, incrédula, se llevó sus manos sobre sus mejillas, y apretó éstas suavemente.

—¡Lo sabía nya! ¡Estás enamorada de él nya! ¡Felicidades nya! —dijo la gata gauchesca emocionada, y los dos catalizadores sonrieron por su alteza.

Mientras los chicos estaban tranquilos hablando en ese momento, unos ojos azules los interceptaban con cierto anhelo. Zero, el de oscuros cabellos, no podía evitar observar con encanto la expresión admirable de Léa. Había sido testigo de sus tiernos sentimientos por él, y no podía decirle nada. Oculto ahora entre unas ramas que apenas lo cubrían de la lluvia, se mantuvo al margen de la situación, pero pensando seriamente en lo que sucedía. Para estas alturas, Iris no estaba tan vigente en su pecho, ya que Léa había empezado a remover su interior provocándole una cierta confusión, la cual, no era tan profunda como la que experimentó Alik. Los pensamientos iban y venían, así cómo la espesa lluvia, que de a momentos no sabía si irse… o permanecer.




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