Nova Era

[̴11]̴

Esa noche, con los archivos frente a ella, le expliqué el cambio rotundo, lo que conllevaría. Lo que tendría que cargar de ahora en más. No tendría Nivelación todavía, no podía por sus tiempos en la escuela (fui yo quien insistió en ese ámbito) y tenía mucho a lo que adaptarse. A ser considerada supernova como yo.

Sentada en su cama y mirando su rostro escucharme, moverse y entenderme, me desesperó más a mí verla tomarlo con tanta calma. Como si parte de ella lo hubiera supuesto, sabido. Se rascó su cabeza por unos cuantos momentos, callada y escuchándome, no discutiendo. Supuse que reconoció mi incomodidad y cuán en desacuerdo estaba, sentía que le estaba sacando la niñez, su adolescencia, y, aun así, tenía qué. No podía protegerla sola si tenía que buscar a Noah, no podía dejarla atrás y desprotegida de esa manera.

Pero significaba que mi hermana pequeña sería entrenada para asesinar a alguien más, en caso de ser necesario, y vivir con eso. Que esta vez sí lo supiera y no pudiera escondérselo.

Fue ella la que se acercó cuando terminé, sentándose a mi lado, y tomando una de mis manos para aferrarla entre las suyas. No se enojó por estar en desacuerdo, no se enfadó por no alentarla a entrenar. Simplemente me sonrió, meciendo mi mano y asintiendo sutilmente.

—Está bien, Tay… entiendo —dijo, relamiendo sus labios y tomándose su tiempo para elegir las palabras. Hacía meses que no veía aquel lado racional de mi hermana, que meditaba su forma de hablar e iba más por el lado lógico. Era más fácil pensar desde el lado que ella tanto había buscado, dejando que su y mi miedo se encontraran, y ahora podíamos ver un mismo punto sin arrancar el pelo o lengua de la otra—. Voy a estar bien, estás haciendo bien…

Miré la carpeta con su nombre y apodo en mis manos, meneando la cabeza.

—Pensé que estaba haciendo las cosas como debía y, sin embargo, acá estás —murmuré, mis ojos pasando por su foto—. Cargando mi nombre y supuesta reputación.

—No lo puedes controlar todo…

—Pero se supone que tenía que cuidarte y ni eso hice bien —apreté la mandíbula y su agarre en mi mano—. Todo lo que planee, todo lo que hice-

Morgan tironeó de mi brazo, interrumpiéndome.

—Hiciste bien. Nada más que bien —murmuró, apoyando su cabeza en mi hombro—. No pienses lo contrario, no puedes hacer todo por todos… es momento de que entiendas eso. No puedes controlarlo todo y tampoco… tampoco a mí.

—Nunca quise controlarte —corregí y ella suspiró.

—Sé que no, quisiste cuidarme y esconderme de esto… —miró su carpeta apodada, soltando un suspiro—. Pero la verdad iba a salir de una manera u otra. Tomar responsabilidad de lo que también me tocó…

Yo podría pensar que, dada la circunstancia de cómo había salvado a mi hermana años atrás, ella tenía cierto valor y relevancia dentro de la militancia. No necesariamente porque hayan visto lo que podía hacer cuando la habían capturado, el poder que cargaba, sino porque su rescate se había llevado la vida de un coronel importante para General Gedeón. Su nombre estaba enlazado a esa muerte, que yo había causado, e incluso así, con un apodo robado de mi persona, ella era otra supernova. Hasta Samuel Reed lo había dicho meses atrás, seguramente habiendo visto el archivo de mi hermana. Éramos supernovas.

Pero yo había transitado un camino donde había tenido que aceptar lo que podía hacer, lo que podía causar. Mi hermana no tenía tan terrible carga, no por lo que conocíamos, pero pensar que ella tenía que aceptar eso me rompía el alma. El sacárselo de encima como si la vida de alguien más no importara…me daban ganas de llorar. Yo me había obligado a aceptarlo y tolerarlo en su momento, a que fuera algo no rutinario, pero necesario. No significaba, en lo absoluto, que quería que ella hiciera lo mismo. No quería que cambiara algo suyo solo por el hecho de tener que sobrevivir. De tener que pelear.

—Siento que te estoy fallando, An —murmuré, mi honestidad siendo más fuerte que yo—. Papá me pidió que te cuidara… y te estoy preparando para la guerra. No es- esto no es lo que ellos hubiesen querido…

Se rio sin gracia.

—¿En serio me estás diciendo esto? —murmuró sin creerlo—. ¿Que me estuviste fallando todo este tiempo?

Me giré hacia ella para acariciarle el pelo, empujando mechones rubios fuera de su rostro.

—Mereces tener una vida normal, sin este caos… es lo único que quería para ti.

—¿Y tú? ¿No mereces eso tampoco? —agarró mi mano en su pelo y la mantuvo en su lugar—. Todo lo que has hecho, aún si no estuve de acuerdo y peleamos… Tay, has hecho de todo por mí y para mi bienestar. No me fallaste jamás.

—An…

—No, no voy a permitir que pienses eso sólo porque las cosas no salieron como lo planeaste —se negó, parándose de la cama y frente a mí, tomando altura—. Has sacrificado mucho más de lo que tendrías qué, toleraste meses de miedo por los demás por la impulsividad de ir a buscarme y mi error de no haber mencionado el rastreador que nos siguió hasta el campamento de Sue —recordó al poner sus brazos a cada lado de su cadera—. Después te enfrentaste a Julia para que no me hostigara, te escondiste detrás de ella para que me dejara en paz con mi anomalía, y tuviste que ser una esclava para esta ciudad que no pudo verte bien hasta que… hasta que perdiste… —sus ojos se movieron hacia su escritorio, la carpeta de Noah por encima de las demás, y volvió hacia mí—. No hay momento en tu vida que no me hayas dedicado y no hayas triunfado. No hay mejor hermana que hubiese podido pedir y admirar.

La miré en lo que ella respiraba pesado, incredulidad en cada facción suya, y mi corazón se apretó y calentó de una manera tan cariñosa, mis hombros relajándose. Mis ojos picaron en lo que le sonreía sutilmente, sus palabras acariciando mi pecho de una manera que me dejó respirar un poco mejor, me dejó tragar pesado sin sentir que mi mundo se colapsaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.