Terminé de arruinar la noche, y también de entender qué tan grande había sido mi decisión de esconder mi malestar, cuando hasta los Benignos quedaron en silencio.
Doc había hecho que me sentara en una de las tantas sillas, más por mi pobre estado que seguía recuperándose, pero eso también me hizo sentir más pequeña. Inquieta en mi lugar, mi cabeza a vaya a saber cuántos kilómetros, pensando en mi hermana alejándose— y ahí, todas las miradas sobre mí. La líder, detrás de una mascara que escondía sus pensamientos y que había visto por muchos meses. Enzo, que claramente expresaba las ganas que tenía de convertirme en un escarbadientes y usarme. Dan, compartiendo una mirada pesada con su líder. Y Erik, con cierta sonrisa amarga en su rostro. Es la que más me enervaba.
Pensé que habría una discusión al instante, un dedo acusador en mi dirección. Habían ido hacia Costa Norte para presionarme, para apurarme, incluso amenazado a su manera para que cumpliera su palabra. Y ahí estaba, diciendo que no podría hacerlo, que no llegaría a hacerlo, y que encima iría detrás de mi hermana, también mitad de la Supernova que ellos buscaban, ahora poseída. No paraba de soltar y dar malas noticias a mi alrededor y mi estado empezada a reflejar más cómo me sentía emocional que físicamente.
El silencio en la sala se mantuvo por unos cuantos minutos. El Doc se apoyó a mis espaldas, usando el respaldo de mi silla y manteniéndose cerca por las dudas. Se lo agradecí con una mirada por sobre mi hombro en lo que dejaba que los demás procesaran las noticias.
Fue Dan el que rompió el silencio.
—...supongo que cierta estrellita vino con descuento —soltó con amargura, enojado. Frustrado—. Ofreciendo solo mitad de ella.
—Yo no lo sabía —me excusé. Enzo resopló.
—Pero sabías que no estabas en tu cien por ciento —gruñó. A diferencia de Dan, él solo se cruzó de brazos y agitó su cabeza. Más... decepcionado. No sabía por cual, de todas las noticias, se vio afectado. Parte de mi supuso que era tener que ir a contarle a su hermano pequeño lo que, a mi hermana, su amiga, le había pasado. Pasó una mano por su rostro—. De todas las estupideces que has hecho, Reed, esta es la ganadora.
De las pocas veces que podíamos concordar en algo. Asentí con él.
Julia mantuvo su silencio y se sentó en una de las sillas más cerca de mí. Conociendo mi historial, y de lo que ya había hecho alguna vez por salvar a mi hermana alrededor de dos años atrás, yo tampoco sabría como reaccionar. Mi impulsividad en su momento había llevado a la destrucción de mi viejo campamento. Esta vez estaba siendo más prudente, reconociendo la responsabilidad que mis acciones podrían tener, y con el trato en el cual se habían involucrado conmigo para traer a Noah de vuelta (otro requisito mío, como para seguir agregando a la lista), no me sorprendería que me hubiese gritado todo lo que le faltaba decirme meses y meses atrás.
Sin embargo, ella giró a mirarme. Ojos oscuros y analíticos, pesados; dándome lugar.
—¿Cuál sería tu plan? —quiso saber—. Ahora que la pequeña Reed es una poseída, con tu misma anomalía... ¿tienes algo pensado? ¿Cómo detener mitad de una supernova con otra mitad igual de débil que la otra?
No había ningún plan. Por eso mismo estaba ahí sentada, porque no quería volver a recaer en que mis emociones me guiaran. No esta vez, no cuando tanta gente dependía de mí y de lo que pasara conmigo. Las dos opciones que quedaban era; o salvar a mi hermana, absorber su anomalía y volverme una poseída con mi anomalía completa— algo que desconocía que tanto poder sería. O morir intentando salvar a mi hermana y, caso de ser así y no llegar a absorber su anomalía, que ella termine tomando el mismo camino que yo. No podía permitirlo.
Las manos del Doc se apoyaron en mis hombros, deteniéndome de cualquier cosa que estuviera por salir de mi boca.
—Nos guste o no, Taylin en este instante no está en ningún estado para ir a pelear a ningún lado sola. No va a llegar —dijo. Si ya antes me sentí pequeña, en ese momento me sentí de cristal—. Tendríamos que mandarla con su equipo.
Dan, a esto, rio.
—¿El que siempre anduvo con ella? ¿Sus mejores soldados que se vayan con la supernova y dejarnos a nosotros a perder nuestra oportunidad en la Ciudadela? —agitó su cabeza, mirando a su líder que no emitía ninguna palabra aún, y después volvió a nosotros—. No. Ellos vienen con nosotros.
Enzo literalmente le gruñó.
—¿Y a ti quién te prometió eso?
—Es lo mínimo que nos debe después de habernos mentido de esta manera. Nosotros cumplimos con nuestro lado del trato y ella no.
—Lo siento, no pensé que mi muerte o que mi hermana hubiese estado poseída iba a ser un impedimento —contesté yo, enojándome un poco. Sí, había estado equivocada en un montón de cosas, pero con ellos era con quien, injustamente, más planeaba cumplir con tal de mantenerlos lejos de Costa Norte—. Iba a ir con ustedes, iba a morir en batalla con ustedes...
—¿Por qué el término en pasado, supernova? —Erik al fin habló, apoyándose en la mesa al mirarme—. ¿Ya decidiste entonces un plan? ¿Sin nosotros?
Sí, no había plan. Pero la decisión estaba tomada.
—Es mi hermana —musité—. Y te aseguro que no querrás tener mitad de una supernova poseída y con la impulsividad de una adolescente como ella.
—Va a morir eventualmente —se encogió de hombros, frío, sin importarle que estábamos hablando de una niña de catorce años—. No lo veo como un peligro si encima está yendo en dirección contraria.
Tragué pesado la rabia consumiéndome.
—Más tendrías que preocuparte por mí si a ella le llegara a pasar algo.
Erik sonrió con ironía.
—¿Tú y tu mitad de poder? —ladeó su cabeza, sus ojos brillando—. No, supernova. Ya no tienes ese tipo de poder para convencer a nadie.
Me odié en ese momento por darle el poder en la conversación, porque tenía razón. Yo no iba a malgastar mi energía en Costa Norte, no por él, no por nadie, incluso si lo intentaran. No iba a poder tolerarlo y menos sabiendo que la estaría desperdiciando. Así que me quedé donde estaba, dejando que tome las riendas de la conversación, hasta que Julia suspiró a mi lado.