Nova Star

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            Los días siguientes podrían haber mejorado, de no ser que todo seguía de mal en peor en cuestión de noticias sobre los demás. No había nada nuevo.

Julia todavía no había reunido el valor de que se presentara la votación, lo cual me parecía estúpido, porque tampoco decidía nada sobre qué haríamos con los secuestrados o si mínimamente había podido averiguar sobre a dónde los habían llevado. El Doc estaba tratando de curar y cuidar de Troy, que no tenía ningún avance, y en lo que Tom trataba de lidiar con las responsabilidades de su hermano, las cuales eran demasiadas, tampoco era que tenían el tiempo de hacerlo.

Lo primero que tomaron en cuenta de vuelta, fue el entrenamiento. Con los pocos que quedaban, tenían que seguir trabajando, y nuevos anómalos y humanos de la ciudad empezaron a sumarse al equipo. Mi nombre no fue llamado, la líder se lo había expresado claramente a Tom: Todavía no, primero la votación y después será reinsertada. Ella esperaba que yo no fuera parte de la votación, peleaba porque no lo fuera. Y, ¿la verdad? Ya entendía por qué, más allá de lo tarado que fuera. No me costó entenderlo.

No, no era sólo la situación con Claire, o el poder que mi anomalía tenía. O bueno, sí tenía relación con ello, porque a comparación mía, Julia era humana. Había vivido, suponiendo que era la ex mujer del coronel Romero (de quien me había hecho cargo yo para eliminarlo), debajo de la sombra de un militar que vaya a saber qué había causado en ella. Aparte de que, si me ponía a pensar un trasfondo más simple, Claire no compartía apellido con ella; Julia era Finch, su hija Eastwood. Tenía el apellido del padre biológico, ¿Acaso había más historia ahí? ¿Habría sido eso un granito de arena más que afectaba la moralidad y autoridad de Julia una vez que pensó que había quedado sola?

Tenía un sentido... raro y lógico al mismo tiempo. ¿Cómo iba a rendir el poder que había conseguido sobre la gente a una adolescente como yo? Equivocada, resentida, o lo que fuera; ¿cómo dejaría el único puesto con liderazgo sobre gente que podría desterrarla en un brillar de ojos?

Le permití que atrasara la votación y lo que fuera, pero yo no iba a bajarme. La gente ahora me miraba, me hablaba, me sonreía, algo que por meses había pensado que no volvería a pasar. Incluso si fueran pocos, si la soledad de la situación fresca oscurecía sus humores, ellos me habían vuelto a tratar como una persona. No iba a dejar ir eso tan fácil, menos que menos si me pedían ser parte del equipo a cargo de toda su protección.

Y había algo que Julia tenía razón, y era que yo no estaba lista para ser líder, porque no lo quería. Nunca lo quise. Lo único que siempre pedí era respeto, ser parte y proteger, que era lo que mi anomalía representaba. Protección. El puesto de líder no me importaba en lo absoluto, no quería esa responsabilidad. Ya tenía demasiada con mis amigos.

Tom se había mudado del todo con mi hermana y conmigo, algo que a Morgan le alegró muchísimo. Mi hermana era una luz en la situación, había sido afectada por el suceso con Noah (y la relación que habían entablado), pero veía un reflejo de mí en ella cuando se esforzaba por hacernos reír, nos mostraba algunos dibujos que hacía y que iba mejorando al paso que seguía trazando esos benditos lápices. Haberle dado ese cuaderno meses atrás había valido la pena.

Después del suceso en el departamento de Tom, habíamos traído todas sus cosas para que se instalara en el cuarto extra. Al principio parecía dudoso de quedarse en la habitación que sabía que era para alguien más, alguien que él también esperaba, pero no le permití que volviera a encerrarse en un lugar sólo donde sus dos compañeros ya no estaban. No hizo falta que agradeciera, podía verlo todas las mañanas en las cuales desayunábamos los tres qué tanto mejor le hacía estar acompañado. Que nos apoyáramos uno a otro.

Muchas mañanas habíamos hablado sobre la decisión de Julia, y en cada momento que mi hermana preguntaba, de curiosa, si sabía algo de la votación, los ojos almendrados del gemelo se estancaban en mí. Los dos sabíamos por qué lo atrasaba, ya lo habíamos hablado incluso las primeras noches que todos habían vuelto a entrenar menos yo. Él había supuesto lo mismo que yo. Contárselo a Morgan era delicado, era amiga de Simo, el hermano de Enzo, y conocía la emoción de mi hermana. Tom simplemente le contestaba que aún no.

Parte mía le envidiaba el que pudiera cansar su cuerpo, aprovechar la actividad física hasta agotarlo y que en la noche lo consumiera el sueño tan pesadamente que no le dejaba ni lugar a que un sueño o pesadilla lo consumiera. Yo no tenía esa suerte, en las madrugadas despertándome con el corazón en la garganta. No, no eran pesadillas como las que había tenido meses y meses atrás, no eran nada de ese tipo de susto. Al menos no mío.

Era una mezcla de sonidos e imágenes que no terminaban de formarse alrededor de la persona que sabía que era él. Lo veía de cerca, otras veces de lejos, corriendo o incluso también durmiendo en el piso en una posición incómoda. Eran visiones extrañas, no sabía ni lo que estaba viendo en realidad o porqué mi cabeza decidía armar algo así. En uno de esas noches, hasta su fuego apareció y empezó recorrerle sus brazos, una expresión seca en su rostro, y tontamente me había acercado para tocarle el rostro, relajarlo, y que sus llamas me consumieran el frío vacío en el corazón. Mi mano había terminado chocando inconscientemente con mi pared, despertándome en el proceso y deshaciendo aquella visión.

Soñar con Noah era una pesadilla, por más bueno que fuera lo que viera. Era su ausencia la que escarbaba el dolor en mi pecho en las mañanas cuando trataba de olvidarme de lo que había visto e intentar de bajar mi ritmo cardíaco por alguien que no estaba ahí.

En muchas de esas madrugadas había terminado sentada en la cocina o caminando, aprovechando mi invisibilidad, por toda la ciudad. El aire fresco me distraía, mis pisadas iban sin rumbo, y en muchas ocasiones me había encontrado corriendo. Desde la playa hasta el centro, por los puestos del mercado y cruzando la enfermería, hasta que mis pulmones ardían y mis mejillas estaban lo suficientemente rojas como para preocupar a cualquier persona que estuviera cerca. Tenía que cansar mi cuerpo y hacerlo colapsar de la forma en la cual no pudiera atormentarme con algo que no podría recuperar. No por ahora.



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En el texto hay: poderes, revolucion, evolución

Editado: 10.07.2023

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