El edificio se balanceaba, las luces sobre nosotros titilando por el ataque y los muebles deslizándose al compás del edificio. Mis sentidos seguían adaptándose de vuelta a mi cuerpo, mi cerebro encendiendo parte por parte hasta poder recuperar acciones básicas como deslizarme debajo de la cama con los otros dos cuando parte del techo comenzó a quebrajarse y caer de a pedazos.
Los sonidos vinieron después, la alarma de emergencia atacando mis oídos y paralizando todo mi cuerpo en un shock que no sentía desde hacía meses. El pelo de Claire se metió en mi boca cuando me apretujó contra el gemelo, que intentaba mantenernos a ambas debajo de la cama, y sólo cuando una mano de hielo se deslizó por mi mano fue que me giré por completo hacia él.
Los dos parecíamos perdidos, dudaba que él hubiese presenciado el encuentro con Noah o si había sabido que al menos lo había logrado, pero con nuestras mentes volviendo a una normalidad, lo único en que pudimos concordar en esos primeros minutos que habíamos vuelto a ese desastre, era que teníamos que salir corriendo de ahí. Ya.
Fui la primera en salir, cerrando los ojos con fuerza para evitar que el polvo de la destrucción llegara a mis ojos, y estirando uno de mis brazos hacia arriba, logré hacer un haz por sobre nosotros, cómo un paraguas, cubriéndonos de lo que caía. Grité para que salgan, mis palabras casi inaudibles con las explosiones que siguieron, lo que me hizo tambalear más en el temblor que causaban. Tuve que volver a agacharme, y con mi mano sobrante, tirar de Claire hacia afuera y que Tom la siguiera.
En mi mente tuve que empujar el recuerdo de Noah lejos, mi instinto de supervivencia tomando protagonismo y guiándome por el resto del departamento para que mis amigos estuvieran en mis talones y juntos saliéramos de ahí. A mi favor, lo hicieron, y cubiertos con mi escudo, logramos salir al pasillo. Sentí mis rodillas temblar al ver a Morgan en él, con Simo a su lado y abrazados en busca de protección mutua.
Me apuré hacia ellos, tomando sus brazos y levantándolos en un tirón tan fuerte que estaba segura de que habría dejado una marca sin querer. Volví a gritar, ordenándoles que corrieran fuera del edificio, y lo entendieron más por mis empujones hacia las escaleras que por mi voz. Una ola de residentes de ese edificio bajaba y corría por cada escalón, desesperados y sin importarle el de al lado. Tuve que tomar a mi hermana y a Simo en un agarre aún más fuerte que el anterior para no perderlos de vista. Sentía que tenía la cabeza aún dividida, guiándome únicamente por el instinto de salir de ahí lo antes posible, en lo que aún procesaba el haberme comunicado con Noah y ahora tener el ejército en la puerta de nuestra ciudad.
Al terminar de bajar, entre más explosiones y temblores, los gritos de agonía se filtraron en mi pecho hasta darme más que escalofríos. Me revolvieron el estómago.
La puerta de entrada había sido volada por una de las explosiones, el lobby todo desarmado y caído, sus objetos tropezando los pies de muchas personas que ni miraban por dónde iban. Habré levantado cada brazo que no hubiera sabido si ya antes lo había parado. Atravesamos la puerta con la misma desesperación del resto, mis manos empujando a los chicos frente a mí, y apenas salimos a la calle, pude ver cómo todos corrían en una sola dirección. Contraria a la entrada de la ciudad, dónde el ejército se estaba haciendo paso. Pocos iban en la otra dirección, todos ellos pertenecientes a las nivelaciones. Las únicas personas capaces de defender la ciudad. Iba a seguirlos, tenía qué, pero primero tenía que poner a salvo a los demás.
Comprendí que los demás, humanos o que no tenían con qué defenderse, estaban dirigiéndose hacia las escaleras del acantilado cuando seguimos la multitud, Julia parada cerca de la bajada y señalando a los demás para que continúen con su camino. Desde lejos, la frustración y desesperación se escondían detrás de su faceta de líder. Fácilmente reconocí el alivio de Claire a mi lado, viendo a su madre sana y fuerte al ordenar a toda su ciudad para mantenerlos a salvo.
Al acercarnos, pude oír lo que decía por sobre las alarmas que seguían sonando con fuerza y avisando del peligro, más allá que las explosiones eran avisos suficientes.
—¡A las cuevas! —exclamó—. ¡Bajen a la playa y métanse en las cuevas!
Brevemente recordé haberlas visto, aperturas angostas que debían tener una profundidad suficiente para que la líder quisiera usarlas cómo búnker. Sería más difícil atacarnos por un angosto paso que en el espacio de la ciudad. El ritmo en mi pecho aumentaba en lo que corríamos hacia dónde decía, pero sabía que yo no era de las personas que necesitaban ser protegidas. Yo era justamente lo que debía darles protección.
Una explosión a mi lado nos derribó, mis rodillas raspándose contra el ripio y tapando el cuerpo de mi hermana y Simo cuando otra cayó cerca nuestro. Tosí la tierra que entró en mis pulmones al respirar, y entrecerré los ojos al animarme a mirar el cielo oscuro. Pequeñas luces rojas titilaban por sobre nosotros, lo único que pude reconocer en la noche que se nos presentaba. No sabía ni qué hora era, ni cuánto tiempo había pasado en la mente de alguien más, pero estaba segura de que la emboscada habría sido planeada en madrugada. Con la luna mucho más lejos de en lo más alto, lo confirmé.
Un hilo de humo salió de uno de las avionetas por sobre nosotros, y fui rápida al cubrir la zona que calculé donde caería. En lugar de sólo protegerla, apenas deduje el contorno de lo que sería el misil, apoyándome en mis rodillas, hice fuerza para enviarlo hacia atrás, desviarlo de nosotros. El segundo avión estaba más cerca, el misil atrapándolo, y estallando en el cielo como un fuego artificial antes de caerse y desaparecer entre las olas del océano.
Con uno menos, el otro avión notó la defensa, y en lugar de enviar otro misil, abrió fuego en su delantera. Era como una lluvia de balas que empezó un camino derecho hasta dónde estábamos nosotros, mis manos listos al formar otro escudo aún más grande frente a nosotros, y una ráfaga de frío a mi costado me hizo jadear por el cambio de temperatura abrupto.