Nova Star

[40]̴

No pude soportar cómo sacaban el cuerpo de Aiko. La imagen frente a mí fue dolorosa, con Jacob y Anna tomándola de los brazos y deslizándola fuera del caño de hierro que la mantenía ahí arriba. La gente miraba horrorizada la escena, era la única con una muerte así de sangrienta, a comparación de otros que en realidad no estaban muertos. Eran más caídos. Más bajaban de los buses y camionetas, y más se espantaban ante el cuerpo que era bajado con suavidad.

La gota que colmó el vaso fue ver a Luna. Apenas Julia había mirado en nuestra dirección tras la terrible escena, señaló a las compañeras de habitación de ella para que se acercaran. Luna corrió confundida, y apenas levantó su vista y vio a Aiko, nunca la había visto tan perdida en lo que la conocía, tan débil hasta desplomarse en sus rodillas.

Cuando la bajaron a Aiko, ella recibió a su amiga en su falda, llorando a gritos por ella. Le sacaba el pelo del rostro, diciendo su nombre y agitando su cuerpo en horribles espasmos al sollozar con fuerza. Cerré los ojos y caminé lentamente hacia atrás, buscando a mi hermana que estaba en brazos del gemelo. No podía quedarme ahí, tenía que salir de ahí hasta saber qué hacer.

Miré a mi hermana, aún inconsciente y sin saber el resultado de sus acciones. Tenía que sacarla de ahí.

La levanté con cuidado de sus brazos, mi haz rodeándola, y presionando el calor que seguía presente en mi pecho, empecé a levantar más cuerpos. Quería irme de ahí, más que nada sacar a mi hermana de esos ojos que empezarían a cuestionar qué pasó, y en lo que levantaba tanto a Enzo entre el montón de caídos, con mucha suavidad los dirigí hacia la enfermería.

Tom me miró extrañado por mi gesto, más seco de lo que en realidad era, y sin preguntar, levantó sus manos en una ráfaga de frío, que llamó la atención de gran parte de las personas ahí.

—¡Heridos, personas caídas, o quien necesite atención médica...! —la ráfaga de frío se movió por el aire hasta llegar al centro médico y abrirme la puerta—.¡...por favor, hacia ese edificio! ¡Sanadores, a trabajar!

Habló tan alto y claro que la gente obedeció. En lo que las heridas y en necesidad de atención médica, junto a los sanadores, siguieron mis pasos hacia el centro, las demás empezaron a recoger personas caídas y trasladarlas también. Otras empezaron a revisar los escombros, Julia manteniendo la calma con su orden en gritos de cómo y a dónde ir, que los anómalos que tuvieran alguna habilidad útil para la ayuda, estuvieran acompañando y así. Yo me escondí con mi hermana y algunos de los caídos en las camillas que encontré en el centro. Las que había logrado vaciar días atrás de caídos, volvían a estar llenas.

Dejé a mi hermana en una de ellas, sentándome a su lado y analizando bien su rostro. Sólo tenía hinchada la mejilla, su pómulo tomando un poco de color, y raspones del ripio que yo también debía de tener. Reconocí algunas sanadores hacerse paso entre toda la gente que entraba, empujando camillas, creando otras con lo que había a mano, y actuando sobre las heridas para tratar de liberarse de más personas lo antes posible. Yo tendría que encargarme de los caídos, pero primero necesitaba calmar un poco la sensación abrumadora en el pecho que seguía sintiendo.

Claire apareció entre el montón de gente, otras que reconocía como agricultoras detrás de ella, y repartían lo que parecía ser prendas, mantas, lo que sea para poder tratar heridas graves o que seguían sangrando. Analicé el aspecto de las personas nuevas, más allá de sucias, otras se veían en mejor estado. Otras heridas, recientes o de al menos unos días, otras viejas, cicatrizadas en formas no sanitarias. Claire se acercó y me dio una manta para mi hermana, la cual tapé con cuidado y acaricié su cabeza.

En lo que repartió las que les quedaba, después se volvió a acercar y acomodó el pelo de mi hermana, trenzándolo rápidamente para que no volviera para su rostro.

—¿Tom está afuera aún?

—Sí, está con Julia y Anna. El Doc había refugiado otros en su casa, entre ellos Olivia y otros más. Están llegando para ayudar —dicho y hecho, divisé a Olivia llegando al centro y comenzando a hacer malabares para cumplir su trabajo. Claire me tomó del rostro y analizó la sangre que había bajado por mis oídos—. ¿Qué te causó eso?

Tragué pesado, y en lo que estaba por contestar, Olivia había aparecido frente a la camilla de mi hermana. Me sonrió, dándome un rápido abrazo, y miró a mi hermana, pasando sus manos rápidamente por sobre ella, la luz blanca iluminándola, y asintió.

—Su estado me suena familiar. El mismo que vi en ti después de tu primer estallido —acotó, segura. Claire le señaló mis oídos, y no preguntó mucho al chasquear en ambos lados. Sólo escuché de uno y ella lo notó—. Se dañó uno de tus tímpanos, no es nada.

En un pasar de su mano, la calidez de su luz sanó tan rápido mi oído que me terminé alejando de la sorpresa, todo sonido apareciendo en mi lado izquierdo tan rápido como para espantarme. No me había dado cuenta de cuánto extrañaba oír en ese lado y sólo habían sido unas horas. Había disminuido mi rango de audición, y en lo que por fin escuchaba de ambos lados, un extraño sonido rítmico me llamó la atención.

Me acerqué a una de las ventanas, abriéndolas, y el sonido entró como una ola sísmica de sonido que me tomó por sorpresa. Debajo, celebraban, sacando personas, se abrazaban entre sí, reían y suspiraban de alivio. Otras lloraban, emocionadas, conmocionadas por todo, y seguían abrazándose entre todos.

Claire apareció a mi lado—: ¿No lo estabas escuchando antes?

—No, no podía oír bien al parecer... —murmuré, aun mirando la escena. Yo sentía que no podía celebrar aun, no con mi hermana, con Luna, con Aiko. Fruncí mi boca en una fina línea—. Se ven contentos.

—Salvaste a toda la ciudad, Tay, y nos protegiste a todos. Como siempre —acarició mi espalda—. Van a estar agradecidos contigo por mucho tiempo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.