Nova Star

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Pasé todo lo restante de la madrugada y mañana junto a mi hermana en el centro médico.

Ella seguía inconsciente, mi mano aferrada a la suya y la otra tirando de su pelo hacia atrás. Desde el rabillo del ojo, Troy estaba en otra camilla, contestando las preguntas que Olivia soltaba, sobre su bienestar, sobre dolores, sobre si necesitaba algo, en lo que flexionaba sus rodillas y las elongaba para él. Mucho tiempo quieto, sus músculos rígidos por los espasmos que sufría. Iba a tener unas cuantas sesiones así.

Crucé miradas con el genio, que me sonrió, el mismo agradecimiento en él, y miró a mi hermana por un pequeño momento antes de volver con las preguntas de Drea. Zafira, al lado de su hijo, tampoco le soltó la otra mano. Hablaban y hablaban. Se tocaban. Sin predicción por medio. No sabía cómo ni por qué, pero no era momento de preguntar. Sólo apoyé mi cabeza en la camilla de mi hermana, con mi rostro hacia ella, y cerré los ojos por un momento.

La paz mental que sentía había relajado todos mis músculos. Troy había vuelto, gran parte de nuestros amigos también, y mucha más gente que estaba tratando de obtener un nuevo hogar. No había visto a Julia desde que me había mandado con el Doc, la pobre líder estaba restaurando edificios como podía junto a unos voluntarios, una sobrepoblación de nuevos integrantes que desbordaba del comedor dónde ella los había puesto momentáneamente. Enzo y Anna se estaban encargando de eso, Tom y el Doc, en cambio, se habían encargado de ayudar a algunos anómalos adaptarse de vuelta con sus anomalías. Estaban por el centro también, volviendo a su trabajo.

Una mano cálida se apoyó en mi espalda, levantando mi cabeza anonadada por la sensación, y miré la taza de café que estaba siendo estirada en mi dirección. Claire la dejó en mis manos y arrastró otra silla para poder sentarse a mi lado.

—¿Dijeron algo de ella? —tiró de la manta que mi hermana tenía encima para taparle los dedos de los pies que se habían descubierto—. Lleva dormida mucho más tiempo del que estuviste tú.

—Es más pequeña de lo que era yo cuando me pasó. Todo en ella sigue desarrollándose —saboreé el café en mi boca tras un sorbo y me dejé caer contra mi asiento—. No es que no me preocupe, sólo sé que tengo que seguir esperando. Lo único que dijo Liv es que había comenzado a moverse dormida. Eso es un avance.

—Entonces supongo que está todo bien ahora.

Tragué pesado, bajando mi vista de vuelta a Morgan.

—Sí —mentí—. Todo va a estar bien ahora.

Nos quedamos en silencio, tomando el café que ella nos había traído. Más allá del cansancio que teníamos ambas, el sueño escaso y ni existente mientras que jugábamos a la adivinanza de Troy, pero una vez que él abrió los ojos, todos empezamos a sufrir del cansancio. Claire apoyó nuestras tazas en la mesada al lado de la camilla, e incluso con cafeína encima, se acurrucó en la silla para cerrar sus ojos y ceder al sueño. Tomé otra manta que había en una camilla recientemente dejada y la tapé con ella. Por más exhausta que estuviera, no pude conciliar el sueño.

Claire no sabía sobre lo sucedido con Aiko, Tom no se lo había dicho. Se lo agradecí, él sabía lo pesado que sería, aparte de que Claire la conocía de antes que yo, habían llegado casi juntas al campamento anterior. No sabía si podría decírselo, no sabría ni cómo lo haría. Tendría que en algún momento y adherirme a las consecuencias de haberlo ocultado, pero por el momento, no tenía las fuerzas.

Masajeé el centro de mi pecho, la sensación de ardor aún presente en mi pecho, y estiré el cuello de mi buzo y camiseta hacia adelante para mirar mi piel. Un hematoma residía en él, cómo muchos más en mi vientre, brazos y piernas. Tenía una extraña cicatriz también por la anti-navita, igual a la que Claire llevaba en el costado de su vientre, yo la tenía en mi espalda. Era como un semi círculo. Un recordatorio de haber sido inmune a ello, y que los demás lo pudieran sobrevivir.

Froté la piel en mi pecho, caliente como la sensación que la traspasaba, y suspiré. Había aparecido al día siguiente del ataque. Había expulsado mucha energía, hecho mucha fuerza con ella. Era un efecto secundario. Al haberla dejado de usar mucho, se había suavizado y ya no molestaba tanto. Tenía que mantenerle al margen hasta que eso se curara. Mi cuerpo había recibido demasiado golpes y dado muchos también.

Me colé en la camilla de mi hermana, deslizándome cerca de ella y abrazándola. Le dejé un beso en su cabeza antes de dejar caer mis párpados y permitir relajarme el cuerpo hasta desvanecerme en mis sueños.

Vi a Noah ahí, sin poder comunicarme. No pude verlo tan bien como lo había hecho días atrás al llegar a él, lo veía más nublado, más inquieto. Corría a toda prisa, la mochila colgando de su mano, y respirando pesado en cada paso. Mi corazón latió agitado, sabiendo cual era la intención de él y a dónde se estaría dirigiendo. La radio no habría dado ningún aviso de nuestra victoria. Y él no sabría qué habría sido de nosotros. Estaba volviendo hacia Costa Norte.

Quise adentrarme más al sueño para poder calmarlo, su semblante se fruncía en una desesperación que me partía el alma. El calor en mi pecho volvió al intentar deslizarme dentro de su cabeza una vez más, probando un nuevo camino para llegar a él, y terminé despertándome cuando una risa me trajo de vuelta a la realidad.

Lo primero que vi fue a Tom sentado en la punta de la camilla, cerca de mis pies, y a Claire entre sus rodillas, hablando en mi dirección. Apenas giré mi cabeza, mi hermana le sonreía a Claire en lo que acariciaba mi pelo. Me senté rápidamente y Morgan se giró hacia mí.

—Buen día para ti, bella durmiente —bromeó. Me lancé con mis brazos abiertos hacia ella, encarcelándola en un abrazo que sacó un quejido de ella. Los otros dos se rieron de mí, mi hermana palmeando mi espalda—. Tiempo, tiempo, espacio personal.




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