Novia Comprada

Capitulo diez: Lejos

El avión volaba tranquilo en el cielo despejado. La luz suave del atardecer se filtraba a través de las ventanas, tiñendo todo de un tono cálido que contrastaba con el torbellino de emociones en mi interior. Sentada junto a Pietro, que estaba absorto en su teléfono móvil, apenas podía concentrarme en el libro que había traído. Todo se sentía irreal. Solo unas horas antes, había pronunciado los votos que me unían a él en una ceremonia breve y sobria. Mi madre lloró, mi hermana parecía emocionada, pero yo… yo solo sentía nervios y un abrumador vacío de certezas.

Estoy segura de que lloraba llena de hipocresía y lloraba, cargaba la emociones que no tenían nada que ver con el acontecimiento que se estaba dando ante sus ojos. Lloraba porque estaba obligando a su hija mayor a casarse con un completo desconocido. Lloraba porque se había visto seducida una vez más por los arranques de mi padre, por sus malas decisiones, por pensar con la cabeza caliente, por refugiarse en la muerte de sus padres a destiempo para cometer sus estupideces.

Mi madre estaba buscando salvación en la persona en la persona incorrecta.

Así que cuando Pietro me dijo que nos iríamos en su avión privado para otra ciudad, para así comenzar nuestra vida como un matrimonio; No me opuse.

¿Qué más podía perder?

Fue cambiada como una carta, como una baraja, como un objeto fue intercambiada para que así se pudiera cumplir con lo que mi padre necesitaba; aquí, aparentemente el único importante es el.

¿Vas a ser feliz? Murmuró mi hermana cuando me tuvo entre sus brazos. Prométeme que vas a ser feliz.

No puedo prometerte algo que no lo sé. No tengo idea de a dónde voy a ir, no sé a dónde me lleva este hombre fácilmente. Nuestros padres pudieron haberme vendido a un traficante de órganos.

Por favor…Susurró mi hermana mientras sonreía. Sabes muy bien que no es el caso. Sin embargo, vi la preocupación en sus ojos. Creo que esto puede ser bueno para ti el salirte de tu zona de confort. El ser ahora la señora Vanderweed….

No me acostumbro…

Es muy temprano para acostumbrarte. Te aseguro que te va a ir bien. Eres una mujer fuerte, luchadora, una mujer. Comentas claras, pero también así mismo eres una mujer con un corazón enorme que tiene demasiado amor para ofrecer.

Mis ojos se humedecieron de inmediato, mi hermana jamás me había hablado con tanta claridad.

Mira. Me dijo ella. Quizás esta no sea la forma idónea de contraer matrimonio. Estamos en pleno siglo 21. Sé muy bien que esta no es la manera correcta, pero considerando las situaciones que se nos han presentado, entiendo que quizás pueda sacar el mayor provecho de esto.

Me ha puesto a firmar un acuerdo. Un acuerdo que nuestro padre ya había leído. Uno que tuvo entre sus manos.

¿Y qué dice el acuerdo?

Dice que…

Disculpa, Sierra. La voz de Pietro hizo con mi piel se erizara. ¿Me permites a mi esposa?

Mi hermana no objetó absolutamente nada. Sencillamente dejo que mi ahora esposo me tomara adelante brazo y me condujera a un lugar aparte fuera de la oficialía.

Las personas caminaban sin ningún tipo de preocupación.

Por supuesto que a ninguno sabía lo que se habría dado dentro de lo que sería.

Me abracé a mi misma, sintiendo que inclusive el vestido me molestaba.

—¿Por qué me has sacado así de la Oficialía?

Debo de recordarte que los acuerdos que se han colocado dentro del contrato matrimonial no se discuten con ningún tercero. Ese acuerdo solamente se discute entre tu y yo que somos las partes involucradas. Su voz bastante diferente, su tono bastante fuerte.

¿Como decirle que no a ese hombre?

Habíamos salido directamente de Assos, mi pequeño pueblo natal, sin detenernos a mirar atrás. Fue idea de Pietro evitar la recepción habitual o las despedidas largas.

—Tendremos tiempo para eso más adelante, dijo. En su lugar, me trajo a este avión, rumbo a una mansión en la ciudad de Lesbos que nunca había visitado, un lugar del que apenas sabía más allá de las historias que él había mencionado con entusiasmo.

En el hotel donde mi ahora esposo se estaba esperando que mi abuelo cuarto en el cual nos subimos al avión privado y me topé con una maleta llena de mis cosas personales, un espacio que presumo mandó a organizar Pietro, con diferentes outfits para cambiarme el vestido.

Y así lo hice.

Ni siquiera le pregunté.

Total…¿a que otra mujer estaría el esperando con esa cantidad de ropa?

Era un despilfarro de dinero andante. Ese hombre parecía poder comprarlo todo con un chasquido de sus dedos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.