La noche había caído como un manto oscuro sobre la mansión, y con ella, los recuerdos de lo que había sucedido entre Pietro y yo. Era solo mi primera noche en esta casa, nuestra noche de bodas, y ya el peso de mi decisión se sentía insoportable. Ahora, al amanecer, no podía evitar cuestionarme si había cometido un error irreparable.
Si en verdad, no debí dejarme seducir por lo fuerte de sus brazos. Por su torso desnudo. Por su mirada acerada y atractiva y sus labios suaves pero fuertes.
Quizá no debí haber tomado tanto vino y así mantenerme dentro de mis cabales.
Ahora no sol estoy casada con un hombre que no amo son que soy su esposa por enero.
La mujer a la cual vendrá a buscar cada vez que quiera descargarse.
Literalmente.
¿Qué diablos habré hecho para merecer algo así?
¿en que momento mi vida pasó de ser una monotonía cada día a volverse este matrimonio vacío?
Estaba sentada junto a la ventana, viendo cómo el tenue resplandor de la luz matutina comenzaba a colarse entre las cortinas. A lo lejos, el silencio de la madrugada daba paso al leve bullicio de la ciudad, una sensación extraña para alguien que acababa de entrar en una nueva vida, en un lugar que no sentía como propio.
La vida en la costa siempre me había parecido atractiva.
En mi pueblo, teníamos el mar bastante cerca, pero la belleza de Lesbos era magnifica y la mansión y sus lares mucho más.
Procuro ducharme y busco entre mis cosas algo que ponerme.
Un vestido simple de color blanco con pequeños detalles bordados en la parte baja de la falda. Unas rosas rojas diminutas que parecen puntos, unas sandalias de tacón corrido y mi cabello dorado atado en una cola.
Mis ojeras describen la noche fatal que he tenido donde apenas he podido conciliar el sueño durante escasas horas.
Había algo en mí que no podía ignorar. En la intimidad de anoche, había sentido algo más profundo que el mero contacto físico. Pero ahora, mirando el vacío que había entre nosotros, me daba cuenta de que ese algo solo había existido para mí. Pietro, con su indiferencia habitual, no me había dado ninguna señal de que nuestra unión significara algo más que un contrato.
Intenté no llorar, pero la sensación de soledad me embargó por completo. ¿Cómo podía ser posible que alguien estuviera tan cerca y al mismo tiempo tan distante? Mi cuerpo y mi mente parecían estar en guerra, una parte de mí añorando algo más mientras la otra aceptaba la fría realidad.
Pero el día había comenzado, y no podía permitirme quedar atrapada en pensamientos que no cambiarían nada. Me levanté del asiento y respiré hondo, enfocándome en lo que debía hacer. Este era mi nuevo hogar, y aunque no lo había elegido, tenía que adaptarme. No podía simplemente rendirme al vacío que me consumía.
Decidí explorar la casa, familiarizarme con cada rincón de la mansión que ahora compartía con Pietro. A pesar de su majestuosidad, había algo frío en ella, algo que reflejaba perfectamente nuestra relación. Cada habitación parecía estar decorada para impresionar, no para acoger.
Las paredes están pintadas en un tono lila suave, creando un ambiente sereno pero moderno. Para acentuar la elegancia, los zócalos y molduras del techo están en blanco brillante, añadiendo un contraste limpio y clásico.
El suelo es de madera pulida en un tono claro, como roble, que aporta calidez y equilibra la frescura del lila.
Un gran ventanal deja entrar luz natural, cubierto con cortinas de lino en un tono crema, con un segundo juego de cortinas opacas en un tono gris plata para las noches.
El mobiliario es minimalista pero sofisticado: una cama con cabecero tapizado en terciopelo gris perla, vestida con ropa de cama blanca y cojines decorativos que combinan tonos lilas, grises y dorados. Mesas de noche de mármol blanco con patas doradas sostienen lámparas con pantallas de cristal ahumado.
En una esquina, hay un sillón estilo Chesterfield en terciopelo lila oscuro junto a una mesita auxiliar con una planta de interior, como una orquídea blanca, para un toque natural.
Un espejo de cuerpo entero con un marco dorado y un cuadro abstracto en tonos pastel cuelgan en la pared opuesta, completando el diseño.
El techo lleva una lámpara de araña moderna con cristales que reflejan la luz suavemente, añadiendo un toque de lujo.
Tanto lujo.
Demasiado.
Mucho mas de lo que he tenido, o de lo que ninguno de mis familiares han tenido.
Definitivamente, la diferencia económica entre ambas partes, es astronómica.
Sigo caminando a través del pasillo, decido no abrir ni una puerta mas, no puedo seguir husmeando y que Pietro me atrape y piense que invado su espacio.
Al fondo del pasillo, veo una puerta, veo de reojo como esta entreabierta.
Miro hacia las escaleras.
Mi destino esta abajo.
Pero mi instinto de estupidez me hace caminar hacia el fondo del pasillo.
Dos segundos después, me siento estúpida.
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Editado: 27.01.2025