Novia desafortunada

La oscuridad dentro de la luz

Rafaela

 

Apenas llegué a mi departamento dejé caer las llaves sobre la mesa y me recosté en el sofá sin aun entender nada de lo que está pasando, o no queriendo entenderlo. El señor gerente y yo, Leonardo y yo. Tengo tanto miedo de repetir mi historia… tanto miedo.

 

Beep, beep, beep

 

El ruido de la alarma me despertó de golpe. Adolorida me puse de pie sin creer que he dormido tantas horas y en el sofá, con razón me duele todo el cuerpo. Además, he tenido el sueño más extraño. Me reí con torpeza mientras entro al baño a darme una ducha.

 

—¡Que boba eres! —exclamo mirándome al espejo—. Sí claro como si realmente el gerente y yo hubiésemos empezado a ser novios reales.

 

Me cepillo los dientes aun riéndome de ese sueño hasta que mi teléfono me anuncia que me ha llegado un mensaje:

 

“Buen día, Rafaela, nos vemos en la oficina. Besos <3”

 

Escupo la pasta dental al sentir que me ahogo al toser repentinamente ¿Este es el número de Leonardo Almendarez? ¿O sea no fue un sueño? ¿Él y yo? ¿Esos besos? ¿Y de cuando alguien tan frio y seco como él pone un corazón en sus mensajes? Pero calma, Rafaela, calma, el gerente es lo suficientemente serio para mantener esta relación en la intimidad y más si se trata de la oficina, solo debes fingir que todo está como antes.

 

Entré con cautela al edificio apenas llegué al trabajo, avanzando por el pasillo sin actitudes extrañas que puedan delatarme.

 

—Ridícula —musitó Sofia con gesto aburrido apoyada en su escritorio—. ¿Qué te crees? ¿La ardilla detective? Te estoy mirando que andas con esos lentes oscuros, ese sombrero, y caminando por los pasillos como si te estuvieran persiguiendo.

 

—No digas eso —mascullé herida en mi amor propio—, solo intentaba pasar desapercibida.

 

—Pues parecía todo lo contrario ¿En que líos te metiste ahora, Rafaela?

 

Hice una mueca antes de sentarme en mi lugar.

 

—Me hablas como si mi vida fuera una metida de pata —refunfuñé.

 

Me tocó la cabeza en forma cariñosa antes de reírse.

 

—Es que siempre que andas extrañas es porque algo te ha pasado, vamos confiésalo a tu mejor amiga —me sonrió con inocencia.

 

—Eres mi única amiga…

 

—Vamos, no me has contado nada como fue tu trabajo como asistente de gerencia, pensé que no te volvería a ver, pero te he extrañado tanto, y llorado, mientras tú te paseabas con el gerente de arriba hacia abajo y ni pensar en mi —replicó dolida cruzando los brazos.

 

—Exageras —murmuré y al escucharme se echó a reír. Malvada amiga que me mando Dios.

 

—Viene el gerente para acá —anunció una chica que pasó casi corriendo por el pasillo.

 

Todos empezaron a ordenar sus escritorios, a arreglarse, a borrar la cara de sueño de día Lunes y se sentaron en sus lugares fingiendo trabajar. Tragué saliva pensando cómo será este encuentro con él, aunque nos vimos solo ayer, no sé cómo actuar. De seguro, Leonardo va a actuar como siempre, frio y sereno, y debemos todos saludarlo con cortesía, y debo evitar mostrar cualquier atisbo que delate nuestra oculta relación.

 

Siento sus pasos acercarse y mi corazón empieza a saltar como si estuviera loco, los zumbidos atosigan mis oídos y siento que la sangre caliente se me sube al rostro ¡Debo mantenerme tranquila! ¿Qué pasara si cometo el estúpido error de que nos descubran? Aunque tarde o temprano podrían ver las revistas de las fotos de cumpleaños de su hermano, pero ahí luzco bien vestida y maquillada que puedo fingir no ser la novia de Leonardo Almendarez que aparece en las fotos.

 

—Buenos días —saludó el gerente a todos los presentes con su actitud típica y sería.

 

Todos respondieron el saludo de la forma más cortes posible, e hice lo mismo evitando su mirada, pero ni siquiera parece interesado en mirarme pues su atención se mantiene alejado de todos. Suspiré aliviada en cuanto vi su atisbo de seguir su camino, pero no sé si me escuchó o me vio que se giró hacia mi cuando no me lo esperaba.

 

Abrí los ojos, espantada, cuando se acercó a mi lado ¿Qué es esa frialdad en sus ojos? Parece un cazador a punto de devorarse a su presa. Se inclinó frente a mi tomándome de la barbilla y sin más besándome en los labios frente a todos.

 

¡Frente a todos! ¿Qué? ¿Acaso se ha vuelto loco?

 

—Te espero en la oficina —musitó con gesto seductor mientras siento como el calor se concentra en mis mejillas y no logró reaccionar hasta que está lo suficientemente lejos y todos mis compañeros se me lanzan encima con preguntas que no puedo responder.

 

¿Por qué el gerente te ha besado? ¿Hay algo entre ustedes? ¿Pero él se acaba de comprometer en el cumpleaños de su hermano? ¿No que eras su asistente personal? ¿Qué significó eso? ¿Quieren jugarnos una broma?

 

—¡Basta! —gritó Sofia bastante molesta tomando del brazo sacándome del tumulto de forma poco amable.

 

Me arrastró hasta el baño apoyándome contra la pared. Luce tan enojada que me intimida.

 

—¿Cómo puede estar pasando esto? —me interroga apretando los dientes.

 

—Sofia… —murmura.

 

—¡Que emoción! —chilla de inmediato dándome un fuerte abrazo—. Estoy molesta porque no me habías dicho nada, pero tan feliz, mi amiga es la novia del gerente de la empresa ¡Que alegría! Eso tenemos que celebrarlo, de seguro a tu novio no le molestara que tomemos algunas copas…

 

Alce mis manos intentando corregir la situación.

 

—No, no, él y yo no somos… —me rasqué la cabeza complicada, sí, lo somos, pero como explicar esta situación cuando yo misma sigo confundida.




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