Novia desafortunada

La sombra del pasado

Rafaela

 

Me levanté apenas el sol se asomó. Leonardo duerme pacíficamente. Le dejé un mensaje para que no se asusté por mi ausencia y salí. Creo recordar que hay una tienda de regalos y quiero comprar algo para él. Aunque ¿Qué podría faltarle a un rico empresario como él? Además debe ser algo especial no como esa conchita de mar que le di solo por niñería. 

 

Bajé el ascensor con calma sin dejar de pensar en eso, y cuando las puertas se abrieron me encontré de frente con Giorgio Santoro ¡¿Qué mierda hace este tipo aquí?! Nuestras miradas se cruzaron y de inmediato hice el atisbo de bajar pero me agarró del brazo obligándome a devolverme hacia el ascensor. La puerta se cerró a su espalda antes de que pudiera salir. 

 

Nos quedamos en silencio. Su sería expresión contracta con la molestia en mi rostro. Se quitó su guante y sentí como su mano se deslizaba por mi mejilla. Lo aparté de inmediato refunfuñando. Debería estar en la cárcel luego de su secuestro ¿Cómo puede andar como si nada y además tener el atrevimiento de acorralarme de esa forma. 

 

—No vuelva a tocarme o gritaré —señalé amenazante.

 

No dijo nada, guardó silencio hasta llegar a su piso, pero antes de bajar retuvo la puerta con su mano, mirándome con fijeza.

 

—No será fácil, luego de todo el escandalo dudo que su familia apoye lo vuestro. Pero si necesita una mano amiga venga a buscarme.

 

Lo miré confundida sin entender sus palabras, pero no pude evitar el sarcasmo al escucharlo decir "mano amiga". 

 

—Usted sigue interesándome, no lo negaré, por eso aunque solo me busque por conveniencia la aceptare —entrecerró los ojos, sonriendo.

 

—No lo buscaré —le respondí seriamente. 

 

—Usted no sabe con quien se esta metiendo, es solo una muchacha inocente, nada comparado a Rosario Gaona, ella con solo mover un dedo puede destruir todo lo que tiene. Solo alguien tan o más fuerte que ella podrá salvarla y ese no es Leonardo Almendárez que toda su vida no ha sido más que un títere de sus padres.

 

Y dicho esto presionó el botón en el piso uno antes de soltar la puerta del ascensor y permitir que se cierre. Me mordí los labios intentando no pensar en sus palabras, tal vez solo lo hizo con esa intención. Causarme más incertidumbre. 

 

Al final no pude comprar lo que quería, me preocupa lo que pasara con Leonardo si eso es cierto. Su madre sé que es una mujer extraña, capaz de causar daño. Y eso me inquieta pero ¿Sería capaz ella de dañar a su propio hijo? 

 

Volví al departamento solo con algunas golosinas típicas del lugar y al abrir la puerta escuché a Leonardo moviéndose inquieto por la sala. Parece hablar por teléfono. 

 

—No me importa —exclamó molesto—, ya te dije que por muy buena que sea esa mujer no me interesa. 

 

Apagó el teléfono y lo lanzó a la cama antes de sentarse y tomar su cabeza con ambas manos. Luce preocupado. Me acerco con cautela, no ha notado mi presencia. 

 

—Leonardo ¿Todo bien? —le pregunté y al escucharme se sobresaltó. 

 

Me sonrió a la fuerza rodeándome con un fuerte abrazo. 

 

—¿A donde fuiste? —me recriminó—. Desperté solo y pensé que el haberte encontrado solo había sido un sueño. Fue una sensación horrible. 

 

Me miró preocupado y no supe que decir, es claro que no se dio cuenta de mi nota, o el telefono lo despertó. Ni siquiera veo necesario preguntarle, de seguro era su madre. Su desanimo es evidente. 

 

—Compré algunas cosas para que desayunemos...

 

—Tenemos que volver ahora —interrumpió mis palabras y lo miré confundida. 

 

Suspiró sin alzar la cabeza. 

 

—¿Hay algo urgente? —le pregunté intentando no asustarme.

 

Se colocó de pie acariciándome la mejilla. Para luego tomarme de ambas manos. 

 

—Un amigo trabaja en el registro civil y acaban de cancelarle una hora, volveremos a la ciudad y nos casaremos...

 

—¡¿Qué?! —lo interrumpí sin darle credibilidad a lo que acabo de escuchar—. ¿Casarnos?

 

Su mirada pareció un poco decepcionada, no es que no quiera casarme, pero me asustar volver a estar en esa situación. Además ¿Cuál es el apuro? No lo entiendo ¿Será por su madre? 

 

—No es la forma como lo hubiera querido, lo siento, pero no quiero perderte, casados podré protegerte mucho mejor, no solo con mis bienes sino tenerte a mi resguardo —sus ojos se detuvieron en los míos—. Más adelante prometo que tendremos una boda con todo, por ahora solo confía en mi. 

 

Lo quedé mirando sin saber que decir, luce sincero aunque no quiera explicarme sus razones. Pero no es necesario, su madre debe ser quien esta dándole problemas. Moví la cabeza en forma afirmativa al final. 

 

—Esta bien, casémosno.

 

En un par de horas ya estábamos frente al juez, con un par de desconocidos a los cuales Leonardo les dio dinero a cambio de que fueran nuestros testigos. El matrimonio fue rápido, sin parafernalia, solo firmando documentos tras otro. Mis manos no dejan de temblar pero agradezco la sencillez de la ceremonia, aun no estoy lista para usar un vestido de novia por miedo de perder a Leonardo. Lo prefiero así, aunque me es difícil asimilar el enorme paso que estamos dando. 

 

El anillo me quedó algo grande, entendiendo que por la premura de la boda no lograron ajustarlo a mi tamaño, pero eso lo harán más tarde. Salimos del lugar solo a un lugar cercano a comer. Solo los dos. Miro la libreta de boda sin aun creerlo mientras Leonardo luce aliviado. No sé lo que pasa por lo que solo le tomo de las manos. 

 

—¿Esta todo bien? —le pregunto. 

 

—Ahora que estamos casados sí, es nuestra familia no es bien visto el divorcio así que no nos obligaran a separarnos —dijo seriamente. 




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