Novia desafortunada

Un encuentro inesperado

Rafaela

 

Salgo a tomar aire ahogada por el ambiente encerrado. Por mi fuera no hubiera asistido a esta reunión de ex compañeros de secundaría. Entrecierro los ojos respirando el aire fresco de la noche.

 

—Esta mejor acá afuera —dijo Sofia llegando a mi lado y encendiendo un cigarro —, fue mala idea venir. ¡Qué grupo de engreídos!

 

Pareció molesta al decir esto. Me reí con suavidad, la idea de venir había sido de ella, aunque yo me negué dijo que necesitaba cambiar un poco de aire luego de que su supuesto novio, aquel tipo con el que salía le dijo que necesitaba tiempo y se fue.

 

—Generalmente muchos solo vienen a este tipo de encuentros para mostrar lo que han logrado —agregué suspirando con una ligera sonrisa.

 

—imbéciles —masculló Sofia con seriedad antes de echarse a reír —. Bueno, no debo sentirme mal por no tener novio, ni hijos; tengo un trabajo estable, un departamento a medio pagar y soy una mujer independiente.

 

—Exactamente —le dije animándola.

 

—Además mi mejor amiga está casada con un rico y apuesto empresario eso no lo superan ni las populares del curso ¿Las viste? ¡La envidia les carcomía el alma! —volvió a reírse.

 

La contemple con una ligera sonrisa, a pesar de escucharla reírse se nota en sus ojos que está pensando en él. En ese idiota de su novio que nunca quiso comprometerse a una relación sería, un constante tira y afloja que termina la relación y luego dos semanas después vuelve otra vez.

 

—¿Soy una tarada rogando ser amada? ¿No es así? —me dijo de repente.

 

La quedé mirándola con atención, luego me coloqué delante de ella para obligar a que sus ojos se quedaran detenidos en los míos.

 

—Escúchame, jamás en mi vida pensaré eso de ti, sabes que estaré siempre a tu lado, pero te daré un coscorrón si vuelves con ese estúpido —señalé con seriedad colocando mi chaqueta sobre sus hombres al verla temblar por el frio.

 

Se quedó mirándome, con su cigarro en su mano, antes de echarse a reír ante mi confusión. Me abrazó con fuerzas, repentinamente.

 

—Muchas gracias —musitó con suavidad.

 

No supe que responderle cuando mi teléfono vibró. Es un mensaje de Leonardo avisando que me espera afuera.

 

—Leonardo ya vino por mi ¿Quieres que te acerquemos a tu departamento? —le pregunté.

 

Movió la cabeza en forma negativa.

 

—No te preocupes, vine en mi auto, me iré luego de terminar mi cigarro —musitó.

 

No puedo evitar sentirme preocupada, ojalá un día encuentre un hombre que la ame con sinceridad, que la quiera y la trate como merece.

 

 

 

Sofia

Me despido de Rafaela. Notó su preocupación. No me molesta, de ella no, porque sé que es sincera que no es una simple compasión fingida como es con los demás. Fumo mirando las luces de la ciudad, el lugar luce agradable, pero esta soledad hiere mi corazón. Suspiro apagando el cigarro y botándolo en el cenicero.

 

Vuelvo a la reunión y bebo con ellos hasta sentirme tan borracha que olvidó a mi estúpido exnovio. No puedo conducir en estas condiciones, y apenas sosteniéndome en mis piernas busco un taxi.

 

Estoy tan mareada que cuando un tipo se acercó no logré reaccionar a tiempo. Se abalanzó encima mío, me puso un pañuelo en la boca mientras luchaba contra él, y sentí como ataban mis manos en mi espalda antes de perder la conciencia.

 

No sé cuánto tiempo me demoré en despertar, cuando pude reaccionar poco a poco fue solo para darme cuenta de que me llevan en un vehículo atada con una capucha en la cabeza que no me deja ver nada.

 

Si no estuviera aun tan borracha podría darme cuenta del peligroso en que me encuentro, pero el alcohol me ha afectado tanto que en mi cabeza todo esto no es más que una extraña fantasía de mi subconsciente.

 

El móvil se detuvo y me bajaron con bastante cuidado, son unos secuestradores de verdad muy bondadosos.

 

—Al fin —escuché la voz de un hombre —, llévenla a mi habitación, necesito hablar con ella a solas.

 

Subimos unas escaleras que a duras penas logro avanzar bien, porque estos idiotas no me han quitado la capucha de la cara y no puedo ver nada. Y luego me dejaron en un lugar sintiendo que se alejaban sus pasos.

 

—Bien, al fin solos —habla el mismo hombre de antes.

 

“Esta tan borracho como yo” pienso divertida.

 

Siento sus manos deslizarse por mi cuello y subir a mi rostro. El contacto con su piel cálida se siente bastante bien.

 

—Necesitaba tanto poder tocar tu piel —musitó.

 

“Ah, entonces es un pervertido obsesionado conmigo… lo que me faltaba”

 

Ya es hora de gritar por ayuda ¿Por qué no lo hice de un principio?

 

Pero apenas parecía dispuesta a hacerlo me quitó la capucha y nos quedamos mirando tan asustado él uno del otro. Está bien que yo me asuste, pero ¿Por qué me mira como si estuviera viendo al demonio?

 

 

 




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