Novia desafortunada

Lo que he robado

Giorgio

La quedé mirando estupefacto.

¿Quién mierda es esta mujer? Sabía que el idiota de Eric volvería a fallar, incluso mandé que uno de mis espías le diera toda la información, fotos y la vestimenta que usaba Rafaela ¿Tan difícil era atrapar a la chica de chaqueta… roja…

Me doy cuenta de que la desconocida lleva encima la chaqueta de Rafaela ¿Esto es en serio? Me llevo la mano a la frente sin creer mi suerte. Solo estoy haciendo el ridículo, es mejor esperar a que mis cincos sentidos funcionen bien. El exceso de alcohol aun nubla mis pensamientos. Sabía que esto era una muy mala idea.

Quise ponerme de pie para llamar al chófer y que lleve a esta mujer a su hogar, además de darle una buena cantidad de dinero para que no me demande. Pero mi cuerpo no puede moverse. En eso noto como ella acaba de tomar la mano con que le tocaba la mejilla.

Apreté los dientes al sentir su contacto, pero su mano es suave. Eso me desconcierta, pensando que era Rafaela le acaricié la mejilla sin pensar en mi miedo de tocar a otras personas. Pero no… no debo confundirme… el alcohol me sigue mareando, debe ser por eso que puedo tocarla también ¿No es así?

No es fea, no, pero evito su mirada cuando me doy cuenta de que su atención fija en mi me está colocando nervioso.

—Pediré que la lleven a casa, cometí un err…

—Eres muy apuesto —habla entrecerrando los ojos con actitud insinuante, está tan borracha como yo al parecer —, me gusta que los hombres sean directos, aunque nunca me espere que uno fuera capaz hasta de secuestrarme.

Se acercó de golpe haciéndome caer sentado hacia atrás, y con sus manos me rodeó por el cuello. No sé cómo reaccionar, hasta ahora nunca me había sentido acosado de esta forma. Intenté soltarme, pero no tengo las fuerzas para hacerlo, no debí beber tanto.

—Señorita, no debería hacer esto, no está bien —musité sin evitar sentirme extraño ante su cercanía.

—Si te gusta jugar con fuego, créeme que te vas a quemar —me susurró en el oído echándose a reír.

¿Por qué siento que si sigo así terminaremos de una forma como no deberíamos? Aún tengo todavía algo de cordura por lo que debo manejar esta situación. Sin embargo, en ese momento, antes de siquiera moverme, apoyó sus labios sobre los míos y abrí los ojos sin creer lo que pasa. Su lengua se deslizó atrevidamente adentro de mi boca y toda mi sanidad mental se fue de golpe. No pude evitar responderle, besarla con la misma ansiedad animal.

Luego de esos mis recuerdos fueron solo extractos, escenas de cama fogosas en donde me deje llevar por ella que era más experimentada. Aunque me avergüenza reconocerlo fue mi primera vez, ya que al no poder tocar a otras personas esto es algo que nunca había experimentado. Las embestidas, el éxtasis enloquecedor.

Desperté en la cama mirando a la mujer que duerme a mi lado sin creer lo que hice. Si hubiera estado sobrio esto no hubiera pasado. Sin embargo, lo que me hace sentir más incrédulo es que estando ya sin alcohol en el cuerpo puedo tocarla. Deslizó mi mano por su mejilla y media dormida habla diciendo que no quiere ir a trabajar.

Ni siquiera sé como se llama, he hecho algo que nunca pensé que sucedería. Si no fuera por este insoportable dolor de cabeza sería una situación entretenida.

—Soñé que me acostaba con un hombre increíble, era muy lindo e ingenuo, como si perdiera su virginidad conmigo… —habló Sofia entre sueños.

Pero se sentó de golpe y sus ojos aterrados se detuvieron en mí.

Sofia

Desperté solo para darme cuenta de que esta no es mi casa. Giré mi cabeza con temor para confirmar que el apuesto hombre con que tuve un sueño húmedo estaba a mi lado. O sea…

¡Acabo de acostarme con un desconocido!

Intenté ponerme de pie para salir corriendo y no verme obligada a dar explicaciones, aunque siento que si estoy acá es culpa de él. Pero, maldita sea, no recuerdo como llegué a este lugar. Lo único que recuerdo es que lo hicimos una y otra vez. ¿Y protección? ¿Hoy tome mis pastillas?

Quería huir, pero mis piernas se doblaron y me hicieron caer al piso de rodillas con el pecho hacia el suelo, quedando en una posición poco decorosa. El hombre se quedó mirándome para luego echarse a reír.

—Que bonita vista —musitó sonriendo en forma libidinosa.

Me tapé con ambas manos.

—No sea descortés, señor, que si hicimos algo también es culpa suya ¿Cómo se le ocurre acostarse con una mujer borracha? —lo critiqué colocándome de pie a duras penas para sentarme en la cama y cubrirme con la sabana buscando con mi mirada en donde está mi ropa.

El hombre apoyó su cabeza en sus propias rodillas flectadas.

—Me disculpó, pero yo igual estaba demasiado borracho para hacer algo, así que soy tan víctima inocente como usted —se excusó.

Bufé de mala gana. Si mi destino era tener la oportunidad única de acostarme con un hombre tan apuesto, con un cuerpo tan bien trabajado, una mirada encantadora y seductora, y una voz varonil que me enloquece; hubiera preferido que fuera con mis cinco sentidos funcionando para recordar cada detalle y no solo trozos de lo que pasó.

—¿Puedo preguntarle algo? —me habló Giorgio con cortesía.

Alcé ambas cejas sin imaginar que es lo que quiere decirme.

—Está bien, dele —respondí con curiosidad.

—¿Cuál es su nombre?

Me quedé en silencio ¿Querrá mi nombre para llamar a la policía y acusarme de robarme su virginidad? Aunque ¿En serio un hombre como ese nunca se había acostado con alguna mujer? Me mordí los labios sin atreverme a responder. Lo que menos quiero es meterme en líos. Ya mi novio me botó y ahora lo que me falta que me demanden por caliente.

—El mío es Giorgio Santoro —habló ante mi silencio.

No sé porque ese nombre se me hace conocido. Intenté pensar hasta que los recuerdos me golpearon con violencia ¡este es el tipo que se secuestró a Rafaela! Ahora lo entiendo, piensa extorsionarme para hacerle daño a ella. Apreté los dientes retrocediendo en la cama hasta poder ponerme de pie.




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