Novia desafortunada

No sé qué pasó

Rafaela

Sigo dando vueltas en la cafetería preocupada. No he tenido noticias de Sofía por más que la he llamado por teléfono toda la mañana. Leonardo me dijo que fuera a su departamento, y así lo hice, pero no abrió la puerta.

 

Recuerdo que la deje en la fiesta y dijo que se iría temprano, y con quienes hablé me dijeron que no la vieron después. Empiezo a sentirme inquieta, y apunto de llamar a la policía la campana de la puerta vibró, me giró preocupada pues el local aún no está habilitado para atender al público.

 

Al alzar la mirada veo a Sofia muy inquieta y quien me sonríe con culpabilidad al notar la severidad de mi rostro. Sin palabras me apresuró a estar a su lado tomándola de ambos hombros, no sé si enojarme por ni siquiera llamarme.

 

Al final solo la abracé con fuerzas aliviada de que estuviera bien.

 

—No vuelvas a asustarme de esa forma —le dije con seriedad.

 

—Lo siento —respondió Sofia sonriendo culpable—. Solo me pasé de copas y me quedé dormida como un león.

 

Se rio avergonzada. Siento que algo esconde, luce demasiado nerviosa e inquieta ¿Me estará diciendo la verdad? Me preocupa que haya pasado algo que no se atreve a decirme ¿Y si la secuestraron y la amenazaron y por eso guarda silencio?

 

—¿De verdad estás bien? —le pregunte mirándola fijamente a los ojos.

 

Pero desvió la mirada en cuanto nuestros ojos se cruzaron.

 

—Tuve una aventura, eso es todo —agregó de inmediato.

 

Pestañeé sin creerle ¿Una aventura? ¿O sea… se acostó con un desconocido?

 

—Y creo que le robé la virginidad a ese tipo… —dijo esto sobándose el brazo.

 

Anonadada tuve que tomar asiento ante el rostro culpable y arrepentido de Sofia.

 

—¿Te acostaste con un menor de edad? —le pregunté llevándome las manos a la cabeza.

 

—¡No seas tonta! —me interrumpió de inmediato— ¡Claro que no!

 

Suspiré aliviada de que no fuera así. Significa que el tema no es tan complicado como pensaba. En eso mi teléfono vibró y vi unos mensajes llegando. Pensaba revisarlos después, pero fue cosa de ver en forma fugaz las palabras “Secuestro” “Sofia” y lo tomé de inmediato.

 

Son mensajes de Leonardo que dice que pidió las cámaras de seguridad en donde se ve como unos hombres la subieron a un auto y se la llevaron. Me llevé las manos a la boca viendo a Sofia que en forma pensativa observa por las ventanas. No quiero llorar frente a ella por lo me calmé antes de tomar sus manos.

 

—Amiga mía, sea lo que sea lo que ha pasado cuenta conmigo, yo estaré siempre aquí para ti, no permitiré que te hagan daño. Confía en mi —le dije sonriéndole con tristeza.

 

Giró su atención hacia mí, bajó la cabeza nerviosa y luego levantó la cabeza hasta que sus ojos se detuvieron en los míos.

 

—Perdóname, soy una mala amiga, me acosté con el tipo que te secuestro ¡Tuve relaciones con Giorgio Santoro! —y dicho esto apoyó su frente en las manos que teníamos entrelazadas.

 

Si hubiera en ese momento haber estado bebiendo un té o café, lo hubiese escupido ¿Acabo de escuchar bien? ¿El tipo con quien tuvo una aventura y le robó su virginidad fue Giorgio Santoro? ¿Y el secuestro?

 

 

Sofía

Noté la confusión en el rostro de Rafaela y no pude evitar bajar la cabeza esperando su reprimenda. De todos los hombres del mundo ¿Por qué tenía que ser ese tipo? Sí, guapo, sexy, con un cuerpo espectacular, una mirada provocadora. No está muy sobria, no puedo negarlo, ambos no lo estábamos… pero nunca un hombre me había hecho disfrutar tanto tener relaciones sexuales y eso que pude darme cuenta de que era su primera vez.

 

¿Cómo un tipo como ese antes no se acostó con otra mujer?

 

No es momento de pensar en eso. Rafaela sigue en silencio y eso me pone más ansiosa. Por culpa de mi calentura tal vez ya no quiera ser más mi amiga.

 

—Pobrecita —musitó y al escucharla alcé mi cabeza sin entender por que me ha llamado de esa forma—, ese tipo se aprovechó de ti, no solo te secuestró sino además te obligó. Tenemos que denunciarlo, no sé si lo hizo por vengarse contra mí, dañando a una de mis personas valiosas.

 

La verdad es que si hablamos de quien se lanzó primera sobre el otro, esa fui yo. Si hubiera que acusar a alguien y que se fuera detenida por incentivar a un borracho sería a mi a quien le pusieran los grilletes. Aunque en mi defensa yo también estaba igual de borracha.
 

—No es lo que crees…

 

—No te preocupes, me encargaré de ese tipo —se colocó de pie con seguridad—, quédate aquí, cuida el local, ya vuelvo.

 

Y sin dejarme explicar nada tomó su chaqueta y salió del lugar.

 

 

Giorgio

No han encontrado datos de esa mujer, así me dijo el secretario luego que por mi inquietud lo he vuelto a llamar. Sí, solo ha pasado la mañana, pero necesito saber quien era esa muchacha. No puedo olvidar su rostro, su expresión picara y esa sonrisa maliciosa. Veo mis manos tras los guantes y me los quitó intentando memorizar su cálida piel. Quisiera hablarle, conocerla, saber más de ella. No es solo porque pude tocarla, sino que siento que al irse se llevó consigo algo que es mío.

 

Pero sin un nombre, sin saber nada de ella solo que bebía en el mismo local en donde se encontraba Rafaela, ha sido imposible saber quien es. Fue como una efímera hada de rostro demoniaco que me ha hechizado al nivel que siento que enloqueceré sino puedo encontrarla.

 

—¡Espere, señorita, no puede entrar! —escuché la voz de mi secretario, pero antes de que pudiera reaccionar la puerta se abrió de golpe.

 

Rafaela detuvo sus pasos ante mi sorpresa, pero sin ponerme aun de pie se acercó tomándome del cuello de la camisa con una agresividad no propia de ella.




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