Novia Fugitiva

Capítulo 5 La Musa Bajo los Focos

El bar, reservado exclusivamente para la banda y el equipo, era elegante, pero tenía ese toque caótico de “después del concierto”: risas, música suave, copas tintineando y un montón de chicas mirando en dirección a Neon Ghost como si fueran constelaciones vivas.

Y allí estaba yo… Caminando al lado de Aron Deivis, el mismísimo rockstar que había convertido mi huida nupcial en una canción viral.

—¿Sigues respirando? —me susurró Aron con una sonrisa traviesa.

—Más o menos —respondí, aún intentando asimilar que estaba rodeada de los cinco hombres más atractivos del planeta.

Él rió bajito, apoyando un codo sobre la barra apenas llegamos con el resto de la banda.

—Chicos, les presento oficialmente a la famosa Novia Fugitiva, Phoebe.

Cinco pares de ojos se giraron hacia mí con una mezcla de sorpresa, diversión y descaro.

Leonish, el guitarrista rubio de ojos grises, fue el primero en hablar.

—No puedo creerlo… pensé que era un invento tuyo, Aron. Dos años hablando de una pelirroja misteriosa que dejó su vestido en tu habitación. —Dijo con voz profunda, pero sin perder esa sonrisa divertida y un poco sexy (debía admitir que ya entendía por qué a Diana le gustaba tanto).

—Y llorando con el vestido en las giras —añadió Artes, el baterista, con tono burlón.

Aron le lanzó una mirada asesina, pero Andreas, el pianista, intervino entre carcajadas.

—¡Llorando no! Decía que era inspiración artística.

Mikos, el bajista, se inclinó hacia mí con esa sonrisa lenta y profunda que debía venir con advertencia de peligro.

—Así que tú eres la causa de nuestra eterna balada. Debo admitir que por un momento pensé que estabas hecha de ficción… pero ahora entiendo por qué nuestro querido Aron perdió la cabeza.

Yo sentía las mejillas arder. No sabía si reír, esconderme debajo de la mesa o pedir otro trago.

—Vaya, qué fama me han hecho —murmuré, mirando a Aron con falsa acusación.

Él alzó las manos, fingiendo inocencia.

—No les creas nada. Son un grupo de chismosos profesionales.

Leonish soltó una carcajada.

—Lo cierto es que por dos años escuchamos “Phoebe esto”, “Phoebe aquello”. Ya eres casi un miembro más del grupo.

—Y ahora la tenemos aquí, de carne y hueso… y espectacular, además —añadió Andreas con descaro.

Yo solté una risa nerviosa, mientras Aron lo fulminaba con la mirada.

—Ni se te ocurra, Andreas —advirtió Aron con un tono tan serio que provocó risas generales.

—¿Qué? Solo digo la verdad —replicó el pianista con una sonrisa angelical.

Artes levantó su copa.

—Brindo por el milagro: resulta que la novia fugitiva existía.

—Y por sobrevivir dos años escuchando a Aron suspirar por ella —agregó Leonish, alzando la suya también.

Todos rieron. Incluso yo. La tensión se disolvió, y por un instante, todo se sintió increíblemente natural.

Aron me miró, esa mirada que tenía un brillo de complicidad y un toque de “ves, te dije que esto iba a ser divertido”

​—¿Qué se siente ser leyenda urbana? —preguntó Mikos con tono curioso.

​—Raro —admití, riendo—. Pero debo decir que nunca imaginé que mi fuga matrimonial terminaría con un club de fans.

​—Oh, cariño —dijo Andreas con una sonrisa de medio lado—, si escribieras un libro, todos lo leeríamos.

​—Y yo lo musicalizaría —añadió Aron, guiñándome el ojo.

​Mi corazón dio un vuelco. Reí sin culpa. Y aunque todo era una locura, una parte de mí —la más peligrosa— empezaba a preguntarse si, tal vez, el destino realmente tenía un sentido del humor retorcido.

​—Así que… —empezó Leonish, inclinándose hacia mí con una sonrisa pícara—, ¿de verdad saliste corriendo en pleno altar?

​—¡Con el vestido puesto y todo! —agregó Artes, levantando las cejas—. Eso sí que es tener agallas.

​Yo me cubrí la cara, riendo.

​—No fue tan dramático como suena…

​—Oh, vamos —dijo Andreas, riendo—. Aron dijo que había confeti volando y un cura desmayado.

​—¡Yo nunca dije eso! —protestó Aron entre risas, golpeando suavemente la barra con su vaso—. Están inventando mitos ya.

​—¿Entonces cómo fue? —preguntó Mikos, con esa voz grave que sonaba peligrosa incluso cuando bromeaba—. Porque sinceramente, necesito detalles para creértelo.

​Suspiré, jugando con la copa en mis manos.

​—Bueno… hubo algo de confusión, un coche esperándome, un vestido que terminé dejando atrás… —lo miré de reojo— y un tipo con guitarra que apareció en el peor momento posible.

​Aron arqueó una ceja con una sonrisa cargada de picardía.

​—¿En el peor momento o en el mejor?

​—Eso aún lo estoy decidiendo —respondí, sin poder contener la risa.




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