Novia Fugitiva

Capítulo 11 Acepto tu caos

El beso me hizo olvidar dónde estábamos, qué hora era, y la terrible jornada que había tenido en Vogue. Era el fuego que necesitaba para quemar todo el drama.
Cuando nos separamos, solo lo suficiente para recuperar el aliento, apoyé mi cabeza en su pecho. La tela suave de su camisa estaba pegada a mi mejilla, y pude escuchar el ritmo rápido de su corazón.
—Estoy dentro, Aron —dije, mi voz ronca por el beso y por la audacia de mis propias palabras—. Acepto tu caos. Entiendo el drama que eso me va a traer, pero estoy dispuesta a intentarlo y a conocernos—dije saliendo de mi escondite para mirarlo a los ojos.
Una sonrisa lenta y triunfal regresó a su rostro. Mi estómago dio un brinco. Sabía que venía.
—Pero —añadí rápidamente, poniendo un dedo en sus labios para detener cualquier celebración o declaración prematura—. Quiero que quede claro. Estamos saliendo, nos estamos conociendo. Nada de títulos, nada de novios... por ahora. Si tu mundo es demasiado para mí, no quiero dramas. Estoy aceptando conocerte, pero si no funciona...
Aron besó mi dedo sobre su labio, ignorando mi amenaza con una facilidad exasperante.
—Va a funcionar, Phoebe —dijo, sonriendo con arrogancia—. Sé que tú también sientes... esto que hay entre nosotros.
—Aron... —le advertí, mi tono fingidamente serio, y él negó divertido, sabiendo que había ganado.
—Bien, bien... nos estamos conociendo. Puedo conformarme con eso —dijo, sonriendo con un brillo encantador en sus ojos—. Lo prometo, Novia Fugitiva.
Me reí al escuchar el apodo. Aron se inclinó hacia mí y me dio un beso rápido y ligero en los labios, como una promesa recién cumplida.
—No dijiste nada acerca de no besos —dijo divertido, y esta vez yo negué con la cabeza, sintiendo cómo el rubor me subía al rostro.
—No, no dije nada de eso... —musité. Era la verdad, yo tampoco quería que dejara de hacerlo.
Sin borrar la sonrisa de su rostro, me tomó de la mano y me guio fuera de la sala de grabación, de vuelta a la pequeña sala de descanso.
—Bien. Ahora que el asunto de nuestra relación de estar saliendo pero sin ningún título y mi trágica historia con una ex tóxica está resuelta, podemos pasar a lo que realmente importa: la pizza, las papas fritas y el helado —dijo Aron, con un alivio palpable.
—Lo más importante, sí —dije, divertida, haciéndolo reír.
—Aunque hay algo más importante —dijo, poniendo una mano pensativa en su barbilla.
—¿Y qué sería? —pregunté.
—Tú... Yo... Nosotros, teniendo el tiempo para conocernos, hacer que caigas de amor por mí y que no te quede más remedio que ponerle un título a nuestra relación.
Me reí, empujando un poco su hombro de manera juguetona, pero por supuesto, él no se movió ni un centímetro.
Justo en ese momento, sonó su teléfono.
—Ya llegó la comida —dijo Aron, apenas desbloqueó su teléfono—. Voy por ella, toma asiento, ya regreso.

Poco después, regresó a la sala de descanso cargado de cajas de pizza, bolsas de papel que olían a grasa deliciosa, y una bolsa con un cartón de helado. Se sentó a mi lado en el sofá de cuero desgastado. Entre bocados de pizza de pepperoni y papas con queso, el ambiente se relajó por completo. Hablamos de tonterías, de películas de ciencia ficción y de la ridícula vida en la música y en la moda.
Era la primera vez que sentía esta conexión con alguien. Cuando conocí a Aron hace dos años en la fuga de mi boda, había sentido esta química extraña, esta facilidad con él. Simplemente me hacía hablar de lo que fuera, completamente sin filtro. Me sentía yo misma, y ahora volvía a experimentar esa sensación.
Aron me miró, con un poco de helado en la comisura de sus labios. La luz del estudio hacía que sus ojos azules brillaran.
—Sabía que estarías dentro —dijo, limpiándose el helado con el pulgar.
—No te acostumbres —repliqué, dándole un suave golpe en el brazo, pero mi sonrisa me delataba.
—Lo haré, ya que sé que esto no solo será un par de citas rápidas.
—Definitivamente, tienes mucha confianza.
—Simplemente sé que vales la pena, Phoebe. Sería un tonto si te dejara ir.
Me ruboricé un poco, sintiendo el calor en mis mejillas y despegando la mirada de él para concentrarme en la caja de papas fritas.
—¿Y qué pasó con tu hermano? —preguntó, trayendo la conversación de vuelta. Volví a mirarlo—. Han pasado dos años. ¿Le pidió matrimonio a su novia? ¿Cómo era que se llamaba...?
—Gia... —dije, recordando que le había contado algo sobre Piter y Gia hace dos años—. Todavía nada. Creo que Gia ya se está desesperando un poco. Es una mujer increíble y lo ama con locura, pero ella ya está lista para un compromiso más serio, y está preocupada de que Piter no quiera dar ese paso aún...
—¿No cree en el matrimonio? —preguntó Aron con interés.
—La verdad, no lo sé —dije, subiendo los hombros—. Sé que Piter la ama. No entiendo por qué no le ha pedido matrimonio. Sé muy bien que sí quiere un futuro con ella, siempre habla de que cuando Gia y él tengan hijos y cosas así.
—¿Tú quieres eso en un futuro?
—¿Qué? ¿Hijos? —pregunté con una ceja alzada, y él se echó a reír.
—Sí, bueno... te ibas a casar... y después huiste. No sé si también huyes de no querer una vida tradicional y no quieras tener hijos en un futuro...
Me reí un poco.
—En un futuro, sí. Supongo que me gustaría casarme y tener hijos, pero todavía hay muchas cosas que quiero hacer antes de dedicar mi vida a otra persona.
—¿Como qué?
—Me gustaría viajar, conocer otros países y su cultura.
—¿No has viajado con Vogue?
—Eso no cuenta. Cuando vamos a la semana de la moda, casi no tengo tiempo de explorar nada. Es un viaje estrictamente profesional.
—Entiendo. Normalmente, cuando estamos de gira, no tenemos tiempo de nada, y el poco tiempo libre lo usamos más que todo para descansar.
—Pensé que salían de fiesta después de los conciertos.
Aron se rió y pasó una mano por su cabello.
—Tal vez nuestros primeros años siempre íbamos de fiesta... pero ahora ya no es tan seguido.
—Pero lo siguen haciendo —insistí, riendo, y él asintió.
—Está bien, me atrapaste. Seguimos saliendo de fiesta —dijo, volteando los ojos, pero el gesto fue más en tono de broma.
—Lo sé. Sus escapadas a fiesta salen en todo internet.
—¿Entonces seguiste mi trayectoria estos dos años? —preguntó pícaro mientras me picaba el estómago de manera juguetona, haciéndome reír.
—No... solo que es inevitable no verlo. Mi mejor amiga es superfan y cuando conocí a Mara, resultó también ser así de intensa que Diana, incluso hasta más... así que era inevitable no saber de ti... bueno, de todos ustedes —dije, tratando de quitar sus manos de mi cintura, pero era algo inútil.
—Voy a fingir que te creo —Aron no paraba de picarme en el estómago y la cintura, y no podía parar de reír—. Eres bastante sensible, ¿eh? —dijo cuando por fin logré sujetar sus manos para que parara, y él rió, levantando sus manos en el aire como en señal de rendición—. Tranquila, ya no haré nada.
—Entonces, ¿cuándo te diste cuenta de quién era realmente? —pregunto de nuevo, mientra yo mordí mi labio.
—Un mes después... Estaba en un café con Diana, y empezó a sonar Novia Fugitiva. Fue la primera vez que la escuché y algo en la letra llamó mi atención... Era muy raro. Incluso Diana, cuando se dio cuenta de que estaba prestando atención a la música, dijo que esa canción parecía estar escrita para mí...
Aron soltó una risa divertida.
—No es gracioso... —me quejé.
—Claro que es gracioso, preciosa —dijo, dejando de reír pero sin dejar de sonreír—. Fue tan raro, pero tan... no sé. Me gustó conocerte ese día. No tenías idea de quién era y fuiste tan real, tan natural, sincera... Dejaste una impresión en mí que no puedo borrar.
—¿Y ahora? ¿Soy lo que pensaste? —pregunté, tímida.
—Eres mucho más que eso, Phoebe.
Aron se acercó a mí por completo. Su mano izquierda subió hasta mi mejilla, dejando una suave caricia. Sus ojos azules me miraban con una intensidad que lograba dejarme sin aliento. Estaba tan cerca que tuve que subir la cara para poder verlo. Poco a poco, se fue inclinando, haciendo que nuestros rostros quedaran a escasos centímetros.
—¿Puedo besarte, Phoebe? —preguntó en un susurro.
—Ya no tienes que pedir permiso —logré decir, sintiendo cómo mis mejillas se teñían de rojo.
—Cierto —dijo, sonriendo para luego estampar sus labios contra los míos.
Sus labios suaves se movían con destreza sobre los míos en un beso lento, pero poco a poco, la intensidad subió. El beso se volvió en algo más desesperado, una liberación de toda la tensión acumulada. Las manos de Aron fueron a mis caderas, jalándome hacia él con fuerza, y en un movimiento rápido, me encontré a horcajadas sobre sus piernas, con las mías a cada lado de las suyas en el sofá.
Mis manos se enrollaron en su cabello, sintiendo la suavidad de las hebras bajo mis dedos. Todos mis sentidos se fueron apagando. Sus manos viajaban por mi espalda, de mi nuca a mi cintura, hasta que una fue más abajo, apretando mi trasero contra él. Solté un gemido ahogado sintiendo cómo, debajo de sus pantalones, el deseo de Aron crecía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.