Novia Fugitiva

Capítulo 14 Sabotaje a Bordo

El viernes el trabajo fue tedioso y largo. Cada minuto en Vogue se sentía como un ancla oxidada, pero el saber que estaría con Aron durante el fin de semana era una inyección de pura adrenalina. Apenas escapamos de la oficina, mi apartamento se transformó en un cuartel de estilismo frenético. Mara y Diana llegaron arrastrando maletas que parecían contener el inventario completo de un centro comercial.

—¡No puedo creer que iré a los Hamptons! ¡Un fin de semana entero con Neon Ghost! —chilló Mara por décima vez mientras yo intentaba elegir entre dos pares de tacones. Su euforia era un torbellino.
—Cálmate, Mara. Solo es una fiesta —dije, sintiendo que mi propia calma era una fachada que se desmoronaba lentamente.
Diana soltó una risa nerviosa, con un brillo salvaje en los ojos.
—¡No es solo una fiesta, Phoebe! Esta es nuestra oportunidad. Leonish estará ahí, es el momento perfecto para hacer que se fije en mí y, por supuesto, que caiga ante mis encantos.
Volteé a ver a Mara. Por una fracción de segundo, vi una expresión de desilusión y una punzada de dolor en sus ojos, pero ella la cubrió de inmediato con una sonrisa tensa.
—Exacto. ¡Hay que estar listas! —dijo Mara, moviendo la cabeza con demasiado entusiasmo.
Asentí, sintiendo el peso del sacrificio que Mara estaba haciendo por lealtad.
Diana emanaba una euforia fría y concentrada. Revisaba meticulosamente sus uñas mientras repasaba los looks.
—Tienes que lucir impactante, Phoebe. Tienes un atuendo de piscina, un look para la fiesta exclusiva de noche, y un brunch casual. No vamos a una parrillada —me recordó, su voz aguda marcando el nivel del evento.
—Me alegra que Aron las invitara. Tener apoyo me tranquiliza un poco —comenté. La idea de tener a mis dos amigas como escudo ante el caos mediático y social era un alivio inmenso.
Finalmente elegí un vestido ligero de seda color verde esmeralda para la fiesta nocturna.
—Perfecto. Ese color es un golpe, y los tacones van de maravilla —aprobó Diana.
Justo cuando Diana terminaba de retocarse el labial, sonó el timbre. El sonido metálico nos detuvo a las tres.
—¡Son ellos! ¡Es Aron! —exclamó Mara con un salto que hizo vibrar el suelo.
—Tranquila, no abras la puerta con esa energía de fan enloquecida —le advertí, sintiendo, de pronto, que mi propio corazón galopaba salvajemente.
Caminé hacia la puerta. Miré por la mirilla. Estaba Aron con su sonrisa que derretía glaciares, junto con Andreas.
Abrí la puerta.
—Hola, preciosa —dijo Aron con esa voz profunda y suave. Se acercó, y su beso, breve pero firme, fue un ancla que disolvió cualquier nervio.
—Hola —logré responder.
Andreas se adelantó. Su sonrisa era tan cálida como la de Aron, mientras me envolvía en un abrazo rápido y afectuoso.
—¿Lista para el escape de fin de semana, novia fugitiva?
—Lista —dije, riendo.
Andreas volteó a ver a mis amigas. Vio a Mara que ya estaba temblando de emoción.
—¡Hola, Mara! ¡Me alegra que vinieras! —dijo Andreas con ese entusiasmo dulce, haciendo que Mara chillara un poco y haciéndolo reír—. Eres la fan más adorable de todas.
Mara se puso roja.
—¡Hola, Andreas! ¡Hola, Aron!
—Es bueno verte de nuevo, Mara —le respondió Aron con una sonrisa.
Luego, Andreas se dirigió a Diana, quien le dedicó su sonrisa más seductora.
—Tú debes ser Diana. Un placer. Aron nos dijo que vendrías.
—El placer es mío, Andreas —respondió Diana, midiéndolo con la mirada.
—Vamos, el resto de la banda nos espera en el coche —dijo Aron, tomando mi maleta y la de Mara, mientras Andreas ayudaba con la de Diana.
Tomé mi bolso. Este fin de semana no tendría etiquetas, pero definitivamente sería nuestra prueba de fuego. Y al tomar la mano de Aron, supe que no había vuelta atrás.
Apenas salimos, el inmenso SUV negro de la banda ya estaba esperando. Leonish estaba recostado en la carrocería, fumando con una pose de estrella de cine. Apenas me vio, desvió su mirada y sonrió directamente a Mara, que venía detrás de mí. Ella, visiblemente nerviosa, volteó la vista con una rigidez digna, y él solo alzó una ceja, soltando una risa silenciosa que prometía problemas.
—Mi sexy pelirroja —dijo Leonish, abriéndome los brazos y atrayéndome con efusividad.
Yo sonreí devolviéndole el abrazo. —¡No abuses! —dijo Aron, gruñendo en broma mientras me separaba de su guitarrista.
—No la vayas a orinar, Aron —dijo Andreas, riéndose mientras ayudaba a guardar las maletas.
—Hola, Kai —dije, saludando al guardaespaldas de Aron
—Señorita Phoebe, un gusto verla de nuevo.
—Entonces, tú debes ser mi famosa "dueña" de la que tanto habla Mara —dijo Leo, clavando su mirada magnética en Diana mientras le sonreía.
—Así es —respondió Diana con una sonrisa afilada y coqueta.
Leonish le sonrió para luego sujetar la mano de Diana en un apretón largo.
—Un gusto conocerte, Diana.
—El gusto es todo mío, créeme —respondió mi amiga, y añadió, su voz cargada de intención—: Y que sepas, Leonish, que soy hija única y no me gusta compartir.
Ese último comentario hizo que Andreas y Aron soltaran una carcajada. Leonish le sonrió, negando con la cabeza. Miré de reojo a Mara; a pesar de que sonreía, me di cuenta de que ese comentario la había incomodado un poco, su sonrisa era tensa.
—¡Qué esperan, ya vamos! —La voz de Artes, el bajista, salió del auto.
Artes me abrazó con un entusiasmo descarado. —¡Hola, novia fugitiva! ¿Cuándo vamos a patinar de nuevo, eh?
—¡Hola, Artes! La próxima semana, sin falta —le seguí la corriente, divertida con la forma en que Aron se ponía tenso.
Mikos me saludó con un beso en la mejilla, su abrazo era igual de prolongado. —Hola, Phoebe.
—Hola, Mikos.
Aron, sin decir una palabra, me atrajo con un brazo protector por la cintura, pegándome a su lado y marcando territorio. Los chicos rieron a carcajadas.
—¡Ya basta, tortolitos! —gritó Artes.
—Ya lo hablamos, Aron, tienes que aprender a compartir —dijo Leonish divertido.
—Ah, pero si es nuestra estilista favorita —saludó Artes a Mara, y ella sonrió con un brillo de adoración.
—Hola, Mara —Mikos le dio un beso en la mejilla, y me reí al ver cómo mi amiga se ponía completamente roja.
—Oh, por Dios —dijo ella en voz baja, pero la emoción la vibraba.
—Es divertido tener a una fan en el grupo —dijo Andreas, poniendo su mano en la cabeza de Mara con cariño. Sentí una tranquilidad inmensa al ver que mis amigas eran aceptadas
—Chicos, ella es Diana —la presenté.
—Oh, ¿la amiga modelo? —dijo Artes, escaneando a Diana.
—Un gusto conocerte —le saludó Mikos con una sonrisa.
—Diana también es súper fan de ustedes —digo, y ella asintió.
—Gracias a mí, ahora Phoebe se sabe sus canciones —presumió Diana.
—Yo creía que era gracias a Aron —dijo Leonish, y lo empujé un poco, haciéndolo reír, al igual que a los demás.
—Muy bien, ya todos suban —dijo el guardaespaldas de Aron, y nos amontonamos en la camioneta.
Aron tomó mi mano y nos sentamos en la primera fila de asientos traseros. Mara se sentó del otro lado, y Leonish aprovechó para deslizarse junto a ella con una sonrisa casual. Diana se instaló en el asiento trasero, junto a Artes y Mikos.
—Muy bien, ahora sí, en marcha —dijo Andreas desde el asiento delantero.
El auto avanzó. Diana, inquieta en su asiento trasero, lanzó su ofensiva.
—Uf, chicos, me temo que no puedo viajar mucho tiempo atrás. Me suelo marear terriblemente —dijo Diana, con una mano dramática en la frente. Miró significativamente a Mara.
—Ah, sí... Cierto... muy mareada —dijo Mara nerviosa, con una pésima actuación—. Podemos cambiar de asiento, Diana.
Diana sonrió con ese brillo en los ojos de haber ganado el round, pero no se esperaba la reacción de los chicos.
—Oh, no te preocupes, Diana. ¡Es horrible eso del mareo! Yo te cedo mi asiento —dijo Leonish.
Pero antes de que pudiera moverse, Andreas intervino desde adelante.
—¡No! Yo me cambio contigo, Diana. No puedo permitir que una de nuestras acompañantes esté incómoda. Yo puedo ir atrás —dijo Andreas con una sonrisa de tiburón—. Kai, ¿puedes detenerte para que podamos cambiar de asiento, por favor?
—Claro —dijo Kai asintiendo.
—Oh, no tienes que hacer eso, Andreas —dijo Diana rápidamente—. Ir de copiloto tampoco es muy seguro para mis mareos, ya sabes... voy a poder ver la carretera directamente.
Rodé los ojos un poco divertida por la situación. Era obvio lo que Diana estaba haciendo.
—Yo puedo cambiar con Diana —volvió a decir Mara.
—Gracias, Mara, tú siempre tan linda cuidándome.
—Yo también puedo cederle mi asiento —habló Leonish, viendo a Mara, y ella negó.
—Está bien, quédate sentado. Yo puedo ir atrás.
Mara y Diana se cambiaron de asiento. Diana quedó a mi lado.—¡Un momento! —dijo Andreas—.Mikos, ¿tú no también te sueles marear en el carro?
—¿Qué? —dijo Mikos sin entender, y Andreas lo miró desesperado.
—¡Ah, sí, cierto! Me mareo. ¡Cambiemos, Leo!
—¡Espera! ¿Qué...? —Diana no había terminado de hablar cuando Leonish y Andreas cambiaron de asiento. Leonish terminó junto a Mara, y ella se sonrojó completamente cuando él le susurró algo al oído que no pude escuchar.
Mikos quedó adelante con Diana, mientras que Mara, Leonish y Artes atrás.
Vi cómo Andreas sonreía volviendo a acomodarse en su asiento, y cuando escuché la risita de Aron a mi lado, volteé a verlo sin entender que estaba pasando.
—¿De qué te ríes? —pregunté, susurrando.
—Nada, es solo que es fascinante ver cómo Leo actúa frente a Mara. El hombre que le huye a las relaciones, está persiguiendo a una chica.
—Pobre Mara. Está intentando trazar la línea de solo amigos, pero Leonish es un desastre de hombre.
—Y pobre Diana —dijo Aron con una sonrisa—. Andreas acaba de hacer un movimiento maestro para ganar la apuesta, asegurándose de que Diana no interfiera.
—¿Qué apuesta? —susurré con la ceja alzada.
—Apostamos a que Leonish terminará enamorado de Mara y su fachada de chico malo se irá a la basura —susurró Aron.
—¿Y él sabe algo de esa apuesta? —pregunté, alzando una ceja, y Aron negó divertido.
—No sería divertido.
—¿Y cuál es el premio?
—Apostamos mil dólares cada uno. El que se acerque más a la fecha en la que Leonish lo admita se lleva todo.
—¿Qué fecha apostaste tú?
—Yo le doy tres meses. Lo conozco más que a nadie y le costará darse cuenta y más admitirlo. Nunca ha tenido una relación formal, así que dudo que se dé cuenta de lo que está pasando.
—Yo lo veo bastante insistente para no darse cuenta. Creo que vas a perder —dije, riéndome, y él negó con la cabeza.
—Ya verás lo cabeza dura que puede ser Leonish.
Ambos volteamos y vimos cómo Leo y Mara compartían unos audífonos mientras hablaban, usando el caos del auto como excusa. Mara sonreía con las mejillas sonrosadas, completamente cautivada.
—¿Seguro que no quieres cambiar la fecha de la apuesta?—le pregunté viéndolo, y él me sonrió negando con la cabeza.
—Esto suena como una excelente canción.
—Eres terrible —dije, rodando los ojos.
—Soy un músico, cariño, saco inspiración para mis letras de mi propio entorno —dijo Aron, apretando mi mano.
No pude evitar soltar una pequeña risa. Aron se acercó un poco, haciendo que dejara de reír mientras mi respiración se cortaba por su cercanía.
—¡Oigan, oigan! Dejen de besarse frente a nosotros —dijo Artes desde el asiento trasero, y Aron volteó los ojos mientras se separaba, dejándome sonrojada y nerviosa.
—No es mi culpa que tú estés solo en este viaje.
—Solo por ahora —dijo Artes con una sonrisa.
El camino a los Hamptons fue un caos entretenido. En todo el camino, Aron no soltó mi mano. En un momento, me recosté en su hombro, y sin darme cuenta, me quedé dormida.




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