Novia Fugitiva

Capítulo 21 Cereza

La sonrisa de mis padres era tensa, falsa. Peter acababa de susurrar el "Lo siento", y yo sentía que mi alma intentaba escapar por la puerta.

—¡Phoebe, querida! Por fin llegas —dijo mi madre, levantándose con la gracia ensayada de una anfitriona, aunque estábamos en mi casa.

—Mamá... Papá... —Logré decir, sintiéndome de repente como si tuviera dieciséis años—. ¿Qué hacen aquí?

—¿Qué hacemos aquí, Phoebe? —Mi madre dejó caer su sonrisa. El tono de su voz era el de un fiscal a punto de presentar evidencia incriminatoria—. Tuvimos que venir inmediatamente, por supuesto. Después de lo que vimos anoche y lo que hemos visto en las noticias todo el día, necesitamos una explicación.

Señaló la televisión, donde casualmente se emitía un clip de la entrevista de Aron. Neon Ghost llenaba mi pequeña sala.

—No puedo creer que después de todo el ridículo que tuvimos que soportar cuando huiste de la boda con Daniel, ahora me salgas con esto. —Alana me miró fijamente—. Me tuve que aguantar cuando elegiste este trabajo en Vogue, en lugar de un trabajo decente. A pesar de que no apruebo ese mundo de frivolidad y escándalos, lo acepté. Acepté que te mudaras y te alejaras de tu familia.

Mi madre dio un paso hacia mí, y su voz se hizo más aguda.

—¡Pero ahora nos dejas en ridículo saliendo con esa clase de chico! Un músico. Lleno de tatuajes. ¿Qué clase de futuro esperas tener con alguien así?

Mi padre, intentó aligerar el ambiente.

—Bueno, Alana, los tatuajes están de moda... La nueva generación...

—¡Philip! —Mi madre lo fulminó con la mirada, y mi padre encogió los hombros con un gesto adorablemente inútil.

—Phoebe, ¿tienes idea del escándalo que has traído sobre ti y sobre nuestro apellido? —continuó.

Me quité mi bolso de golpe, sintiendo el calor subiendo a mi cara. Estaba exhausta, humillada, y bajo un ataque por mi felicidad.

—¿Escándalo, Mamá? No he hecho nada malo. Estoy saliendo con alguien que me respeta.

—¡Respeta! —Mi madre bufó—. Si te respetara, no te expondría a ese circo. Pensé que eras más inteligente. Elegiste la estabilidad, la carrera, y ahora eliges la locura por un hombre que te dejará. ¡Deberías volver a hablar con Daniel! Él sí es un buen muchacho, con un buen futuro. ¡Él es un doctor! Phoebe, él te puede dar una vida estable.

—Mamá, ya no hay nada entre Daniel y yo, más que una amistad y lo sabes —dije, tratando de mantener la paciencia.

—Estás cometiendo un error. Daniel es un buen chico. Es de nuestra clase. No es... esto.

—Mamá, Aron es un hombre increíble. Por primera vez en mi vida, encontré a alguien que me entiende, que me respeta, que me deja ser yo. ¡No me quiere cambiar, ni me juzga! —respondí con fervor.

—¡Porque aún no te conoce! —gritó mi madre—. ¡Te ve como un juguete, como un escape! Y ese tipo de relaciones acaban en la portada de algún tabloide.

—¡Eso no es cierto! —Peter finalmente levantó la voz, poniéndose de pie con convicción—. Mamá, Aron es un buen sujeto, está interesado en ella, le gusta Phoebe, y a ella la hace feliz. Si tú no puedes verlo, es porque estás demasiado concentrada en la imagen y no en tu hija.

—Alana, Peter tiene razón —dijo mi padre—. Si él te hace feliz, Phoebe, yo creo en tu juicio.

—¡Ustedes dos! —Mi madre señaló a mi padre y a mi hermano con desdén—. ¡Son unos blandos! ¡Están alentando esta locura!

Ella volvió a mirarme con ojos fríos.

—Necesito explicaciones, Phoebe. Vas a dejar a este hombre y a retomar el contacto con Daniel, o vas a arriesgar tu vida por un cantante lleno de... ¡tintas!

—Mi problema con Daniel no era él. Mi problema siempre ha sido tu control —dije, mi voz ahora baja y cortante—. Me criticas por salir con un músico, pero tu problema real es que tengo una vida que no puedes controlar. Y no voy a disculparme por ser feliz. Amo mi trabajo aquí, no se si lo sabes pero tengo un buen puesto, me encanta este pequeño apartamento, es mi espacio, es algo mio, y por supuesto me gusta Aron mamá, el es increíble, deberías de conocerlo antes de criticarlo.

Mi madre se dio la vuelta, su abrigo ondeando con su rabia. Su voz se volvió un susurro venenoso.

—Qué decepción, Phoebe. Pensé que con Daniel habías entendido la lección. Y cuando ese cantante te deje, querida, no vengas a llorar a nuestra puerta, porque no estaré.

Se dirigió a la puerta con una lentitud dramática, pero justo antes de tomar el pomo, se detuvo, regresando a la sala con pasos rápidos.

—¡No puedo creerlo! —gritó, con una exasperación teatral—. ¡No puedo creer que prefieras a un hombre que conociste hace dos días sobre tu propia familia! ¡Que seas capaz de dejarme ir así!

—Mamá, nadie te está dejando ir. Pero no voy a dar mi brazo a torcer —dije, sintiéndome agotada, pero firme—. No voy a dejar a Aron. Te amo, y me duele que no me apoyes, pero tengo que ser honesta. Realmente me gusta. Y si me equivoco, y él solo está jugando conmigo, tengo que aprender sola. Es mi vida. Pero espero que mi madre esté a mi lado diciéndome que todo estará bien.

Mamá se quedó en shock por un segundo.




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